Sí, ¡qué tiempos aquellos!, como se canta en la habanera de “La del manojo de rosas”, del maestro Sorozábal. Qué tiempos aquellos que no volverán, por eso, al referirnos a las Ferias y Fiestas de San Juan y San Pedro en nuestra ciudad, hay que regresar al 1459 cuando el entonces príncipe Enrique IV concedía a Segovia determinados beneficios al mercado que venía celebrándose de antiguo todos los jueves, en la plaza de San Miguel, según cuenta Mariano Grau en su “Polvos de archivo”. Pero lo cierto es que nuestras ferias actuales nada tienen que ver con aquellos privilegios, dado que hoy se destinan más al ocio, la diversión y al entretenimiento que a la exhibición y venta de productos, especialmente a la ganadería en su mercado que se celebró hasta no hace tantos años, en la gran explanada que hoy ocupan el cuartel de la Guardia Civil y el amplio jardín adyacente.
Repasando los 92 ejemplares de los programas de nuestras ferias que conservo en mi archivo (los más antiguos son de 1904, 1922, 1933, 34, 35 y 36), encontramos una serie de curiosidades que sirven para rememorar recuerdos y conocer hechos pintorescos que el tiempo, ese que no volverá, ha ido olvidando. Como también en este país hemos olvidado esa música tan castiza y española de la zarzuela, frente al culto que se sigue dando a la ópera en Italia o a la opereta en Austria. Ignoro si alguien la habrá propuesto como posible BIC.
Las “sedes” de estas ferias tienen sus antecedentes en ubicaciones como la Plaza Mayor, el Paseo del Salón y no recuerdo bien si quizá algunos años estuvieron en las calles de Colón y Cronista Ildefonso Rodríguez; posiblemente algún amable lector podría confirmarlo. Hasta su traslado frente a la Nueva Segovia.
En el programa de 1922 se incluye el acto de inauguración de la estatua de Juan Bravo en la plaza de Medina del Campo (Sirenas).
El “Día de Segovia”, tradición del Centro Segoviano en Madrid, también estuvo algunos años en el programa, y asimismo los juegos de agua de las fuentes de La Granja y las que eran imprescindibles, las corridas de toros en los días de San Juan y San Pedro hasta que el equipo de gobierno de la recientemente dimisionaria alcaldesa acordó en el 2014 no subvencionarlas, dejando su responsabilidad al propietario de la antiquísima plaza segoviana. Pero en la historia del viejo coso, el más antiguo de Castilla y León, que en 1901 inauguraban Pepe Hillo y “El Guerra”, quedan, entre otras muchas, las actuaciones de Pepe Bienvenida y Juan Belmonte en 1943; Gitanillo de Triana, Manolete y Morenito de Talavera, en 1945, y en 1947, Gitanillo de Triana, Curro Caro y Manolete de nuevo. Más recientemente, claro está, en 1962, novillada picada el día de San Juan, con el segoviano Andrés Hernando y “El Cordobés”, y a renglón seguido, el 1 de julio, corrida con Victoriano Valencia, “El Litri” y Andrés Hernando de nuevo, que tomaba la alternativa. Sin olvidar, entre otros nombres destacados, al gran diestro sepulvedano Victoriano de la Serna y “ya en nuestros días”, a Josechu Pérez de Mendoza.
Algunos años se organizó una cabalgata que subía a la Plaza Mayor, donde se pronunciaba el pregón de las ferias, hasta que en el 2004 el nuevo alcalde decidió celebrar el acto en la plaza de la Artillería.
En 1946 se representó, en el desparecido Cervantes, la zarzuela “La Flecha en la Aljaba”, con letra del inolvidable Luis Martín García Marcos y música del maestro Terol, entonces director de la que fue muy prestigiosa Banda de Música de la Academia de Artillería, que durante largos años intervino en las ferias con sus dianas de madrugada (junto a las bandas de la Residencia Provincial y “La Popular”, de Carlos Martín) y conciertos de mañana y noche en el quiosco de la Plaza Mayor. Y al año siguiente, otro acontecimiento musical, con dos conciertos el mismo día de la Orquesta Filarmónica de Madrid, que dirigía el maestro Pablo Sorozábal, autor de la partitura de la antes citada “La del manojo de tosas”.
En la década de los 60 fueron muy concurridas las carreras de motos, el día de San Pedro, por el circuito de Fernández Ladreda, Camino Nuevo y calle de Santo Tomás, en las que eran muy famosos los hermanos Carlos y Demetrio Del Val, Javier Ortueta y el segoviano Pablo Arranz “Cauca”.
Las carreras ciclistas también tienen un historial largo y antiguo en nuestras ferias, y en el día de San Pedro, en el que se celebraba la cuestación de La Banderita para Cruz Roja, llegaban cientos de habitantes de los pueblos para asistir a la corrida de toros, que animaban durante toda la jornada la ciudad, y con mayor intensidad El Azoguejo en las horas previas a la corrida.
Los fuegos artificiales han sido imprescindibles en las noches de San Juan y San Pedro, así como la presencia de los gigantes y cabezudos con los dulzaineros, con su perenne acompañamiento de Los Silverios (continuadores del gran Mariano), que este año se encargan del pregón de los festejos; y ya, “en nuestros días”, pero desde hace más de 40 años, la apetitosa “Tajada de San Andrés”, el día de San Pedro.
Los programas de las ferias incluyeron artículos de escritores segovianos, así como numerosa publicidad de las industrias y pequeños comercios existentes, que hoy servirían a muchos lectores para evocar aquel comercio tan entrañable y próximo a todos los segovianos, que, como en la zarzuela citada, ya “no volverán”.
