Señora directora:
Me parece intolerable tener que denunciar públicamente lo que pasa con los carritos de la estación del AVE de Segovia. Resulta que bajan del tren los viajeros (acordémonos de que algunos son personas mayores, incluso impedidas) cargados y agobiados algunos por el peso, los bultos y las prisas, y ¿qué encuentran? Pues que hasta hace poco había en ristra, por lo menos, media docena de ellos, si mal no recuerdo, aunque pienso si eran utilizables, o estaban también de adorno, como ahora. Lo peor de todo no es el número que haya, sino que no valen por no poder hacer uso de ellos; y eso ya es intolerable, como necesario “servicio público” que no cumple con su cometido. Para más inri, al tratar de meter el euro por la ranura, la encuentras agónica e inutilizada, parece oxidada, olvidada de su función auxiliar y hasta representativa; como si se hubiera maniobrado a propósito para perder la esperanza puesta en ella. Es decir: para que no sirva absolutamente de nada. ¡Qué cosas hay que ver por medio, cuando más se precisan en regla! Este es el servicio utilitario que se presta a la gente por parte de quien tenga que poner urgente remedio, pues la imagen que damos de Segovia con estos “detalles de acogida” es tercermundista, a la par que bochornosa, e impropia de una ciudad como Segovia.
No estamos haciendo las cosas bien y tampoco pensamos en los turistas que vienen a vernos. Es inconcebible que familias enteras con niños y maletas, no dispongan ni de un solo carrito en las estaciones. Es una verdadera vergüenza, ya que no era él el único que estaba sufriendo por esta situación.
(Todo esto que expongo le ha ocurrido a un amigo en primera persona).
Seguro que más de uno habrá denunciado esta circunstancia, pero… “que si quieres arroz, Catalina”.
José María Rico Santamaría