¡No, no!, a ver si es posible que en este Nuevo Año no tengamos que lanzar esa frase de ¡Que paren el Mundo, que me quiero bajar!, que puso un día el dibujante Quino en boca de su famosísima Mafalda. Y es que, ante el panorama de cómo sigue todo, sería penoso que más o menos en forma parecida al que acaba de despedirse, que nos deja sobre la cabeza esa amenazadora “espada de Damocles”, también el nuevo empezara mal. Pero, seamos optimistas y pongamos nuestra fe en la esperanza de que todo cambie a mejor. Para algo se dice eso de Año Nuevo, Vida Nueva.
La verdad del momento es que la Naturaleza está ahí, y la Tierra, nuestro Mundo, sigue rigiéndose por las leyes de siempre, con sus movimientos sobre su eje (rotación, que origina el día y la noche), y de traslación alrededor del Sol (una vez al año). Bien, y dejemos estas cosas porque parece que ahora quiero volver a los años de las primeras enseñanzas.
Lo cierto es que la Naturaleza también se viene mutando y, por ejemplo, a últimos de diciembre ya se posaron algunas cigüeñas sobre los góticos picos de la Catedral, y la higuera de mi casa ha comenzado a brotar.
Aquí, mientras los paisanos en general tratamos de acostumbrarnos de nuevo a la vida diaria de antes de las Navidades, quienes están imbuidos en la política empezarán a analizar, ya mucho más en serio, las posibilidades y perspectivas que se presentan ante las elecciones de mayo. Porque las nóminas personales son muy interesantes y nadie querrá quedarse fuera de las nuevas aspiraciones de mando y representación. Fotografías aparte; porque esta es una tendencia que nadie va a olvidar para que los votantes les conozcamos bien, aunque algunas imágenes, de tanto prodigarse, van quedando diluidas.
Pero algunas otras cuestiones no deben quedar, como decía, olvidadas. Por ejemplo, ese buen y oportuno recordatorio lanzado por este diario hace algunos días y refrendado por el principal partido de la oposición: Un problema olvidado por el equipo de gobierno municipal, y otros anteriores, desde hace muchos años, porque el mal se ha venido produciendo por culpa de ese olvido…o poco interés por enfrentarse a una cuestión grave de verdad: Un plan integral de acondicionamiento de los pavimentos de todas las calles y plazas de la ciudad, porque todas, si exceptuamos quizá media docena, están indecorosas, incómodas para peatones y vehículos. Han venido “saliendo del paso” sobre el tema los responsables de la situación, y con arreglar media docena de tercera categoría, estrechas, cortas y apenas utilizadas, con la presencia fotográfica de los de siempre, han creído, y “querido”, justificarse. Es un deber pendiente, repito, desde hace muchos años, con responsabilidades de un gobierno y otro, aunque mayor con el presente que lo ha ignorado después de ¿quince años…o más?
La cuestión viene a confirmar esas calificaciones de falta de capacidad política, lentitud, atasco…Por supuesto, NO ignorancia, porque supongo que todo el equipo “pisará” alguna vez las calles, aunque también sufran su estado viajando en automóvil… Porque si alguna vez utilizaran, según se recomienda, el servicio urbano, posiblemente no volvieran a usarlo…Y no digamos el bus 10 Casco Histórico en el que se sufren constantes amagos de vuelco por la calle de San Agustín.
Precisamente una cuestión hay que comentar sobre este servicio. Algún conductor, al llegar a la Plaza Mayor, te indica que si quieres seguir, por ejemplo, hasta la plaza de La Merced, tienes que abonar de nuevo el viaje. Y uno se pregunta: ¿Si tomo en La Loba Capitolina este bus 10 con intención de llegar al Alcazár, (según lamentablemente acentúa la voz grabada anunciadora de las paradas) tengo que volver a pagar en la Plaza Mayor? Entre muchas cuestiones con necesidad de ser aclaradas, ésta no es menos interesante.
