El desafío lanzado por Corea del Norte después de que la ONU ampliase sus sanciones contra el régimen comunista por el desarrollo de su programa nuclear ya tiene un objetivo prioritario. Y es que si el Gobierno de Pyongyang ya había amenazado a Seúl y Washington, al considerarles los desencadentantes de las multas e, incluso, había roto con el armisticio firmado con sus vecinos en 1953, ayer el presidente de la nación, Kim Jong-un apuntó que el primer ministro surcoreano, Chung Hong Won, «será el primer objetivo en ser atacado», después de que éste visitara el pasado jueves la disputada isla de Yeonpyeong, desde la que prometió responder «10 veces más fuerte» a cualquier agresión del Norte.
El líder comunista también se desplazó a la zona hace unos días para dirigir los ejercicios militares, de cara a un inminente ataque. De hecho, el Ejército norcoreano lanzó el mismo jueves dos misiles de corto alcance, presuntamente del tipo KN-02, en el mar de Japón. También se realizaron prácticas de artillería, teóricamente dirigidas contra Yeonpyeong y otra ínsula en liza, Baengnyeong.
La visita de Chung, cuyo objetivo fue animar a los soldados y a los residentes de la isla, también sirvió para rendir homenaje a los dos efectivos muertos por el ataque de la artillería norcoreana de noviembre de 2010. Además, el premier visitó una unidad de la Infantería de Marina, durante la cual instó a los militares a mantener el «estado de alerta máxima para responder adecuadamente a las provocaciones del Norte».
Baengnyeong y Yeonpyeong se encuentran justo al sur de la Línea Limítrofe del Norte (NLL), que ejerce de frontera marítima entre las dos Coreas. Pyongyang no reconoce la NLL y ha intentado imponer una línea de demarcación propia que no cuenta con el beneplácito de Seúl, según Yonhap.
Por otro lado, y ante la amenaza, el secretario de Defensa de EEUU, Chuck Hagel, anunció que reforzará el sistema de seguridad estadounidense con el despliegue de 14 interceptadores de misiles en Alaska antes de 2017, así como una estación de seguimiento de radar en Japón.
La decisión de instalar estos interceptadores de misiles, que estarán ubicados en Fort Greely, supone un cambio de rumbo respecto a la tomada por el Gobierno de Barack Obama en 2010 para detener la expansión del campo balístico en Alaska en los 30 interceptores. En total, la Administración del expresidente George W. Bush planificó el despliegue de 44 dispositivos.
