El presidente ruso, Vladimir Putin, visitó ayer Crimea, un acto que Kiev consideró una provocación, en el que es considerado uno de los días más importantes para Rusia, el que marca las celebraciones de la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi en 1945. Mientras, la jornada se tenía de sangre en los combates en el sureste de Ucrania, donde perdieron la vida 20 separatistas prorrusos.
En medio de duras críticas de Occidente, Putin asistió desde un barco anclado en la bahía de Sebastopol a un desfile de 10 buques de guerra, así como 70 aviones de combate y helicópteros en el 69 aniversario de la victoria. La televisión estatal rusa transmitió en vivo los festejos en la ciudad portuaria crimea y, en un breve discurso en el puerto de Sebastopol, Putin dijo que con la anexión de Crimea a Rusia se había recompuesto «una verdad histórica». Su visita fue evaluada por los analistas como una demostración de poder frente al Gobierno en Kiev y Occidente, ante el grave conflicto que vive el país por la multiplicación de los movimientos separatistas prorrusos.
«Aún nos queda por delante mucho trabajo, pero con su ayuda superaremos todas las dificultades, porque estamos juntos y eso significa que somos más fuertes», subrayó el mandatario de Moscú.
Se trata de la primera visita de Putin a Crimea desde la anexión de esta república autónoma ucraniana a Rusia el pasado 18 de marzo, no reconocida internacionalmente. Ya antes de la llegada de Putin a Crimea, el primer ministro en funciones de Ucrania, Arseni Yatseniuk, calificó la eventual visita, no anunciada oficialmente, como una «provocación».
En Sebastopol no solo se celebró ayer el 69 aniversario del fin de la guerra contra Alemania, sino también el 70 aniversario de la liberación. Tropas soviéticas habían reconquistado la ciudad, ocupada por el Ejército alemán, el 9 de mayo de 1944.
Violencia
Mientras Putin hablaba de gloria nacional la situación se complicaba en Mariupol, donde 20 separatistas perdieron la vida en los enfrentamientos registrados después de que un grupo de unos 60 hombres armados hubieran tomado una comisaría de Policía, según informó el ministro del Interior, Arsen Avakov.
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, calificó, por su parte, de «inoportuna» la asistencia de Putin a los festejos que se realizan en Crimea y subrayó durante una visita a Tallin, la capital de Estonia, que Crimea sigue siendo territorio ucraniano, según el derecho internacional y que la visita de Putin se produjo sin la invitación del Gobierno en Kiev.
El máximo jefe civil de la Organización del Tratado del Atlántico Norte reiteró que la alianza militar occidental considera ilegal la anexión de Crimea por parte de Rusia, por lo que no la reconoce, y acusó a Putin de despreciar el derecho internacional.
Por otro lado, los ministros de Exteriores de los 28 países de la UE ampliarán el lunes las sanciones a Rusia por su intromisión en el conflicto de Ucrania, según adelantó ayer Bruselas. Según las fuentes, la Unión vetará a un número adicional de personas la entrada a la zona comunitaria y bloqueará sus cuentas bancarias en todo el territorio, una medida que ya se ha puesto en práctica, al menos, con 48 personalidades tanto rusas como ucranianas.
Jornada electoral
Respecto a la jornada crucial que se celebrará mañana, las autoridades locales reconocieron también su impotencia frente a los referendos convocados para este domingo en regiones del este del país para decidir sobre una posible escisión.
No hay suficientes unidades de intervención para evitar la celebración de esta cita convocada por los activistas leales a Moscú, pero, por motivos de seguridad no se intentará evitar que los separatistas levanten sus «oficinas electorales» en locales como escuelas.
Así, más de tres millones de habitantes de la región de Donetsk y otros tantos en Lugans elevarán mañana su voz para decir si quieren separarse del resto del país.
Referéndum
Las ciudades controladas parcialmente por fuerzas prorrusas fuertemente armadas en el este de Ucrania parecen vivir en un estado de excepción. Los edificios públicos en la metrópoli de Donetsk están protegidos con barricadas de neumáticos, sacos terreros y alambre de espino. La misma situación aguerrida impera en otras dos grandes ciudades, Lugansk y Kramatorsk, así como en Slaviansk, cercada por las tropas del Gobierno ucraniano, en vísperas del referéndum de mañana sobre la independencia de las «repúblicas populares» de Donetsk y Lugansk, que pretenden separarse de Ucrania.
Más de dos meses después de la caída del presidente prorruso Viktor Yanukovich, derrocado por fuerzas proeuropeas en Kiev el pasado 22 de febrero, Ucrania se está deslizando hacia una nueva escalada en la lucha por el poder. «La gente ya no cree en los dirigentes en Kiev», dice Miroslav Rudenko, uno de los líderes de los activistas. Como el Gabinete de Kiev sigue desplegando unidades militares en el este de Ucrania, el referéndum no se va a aplazar como había pedido Putin. «Todo está listo para la votación», asegura Rudenko.
