El vigente campeón de la Copa de Maestros, Roger Federer, se deshizo ayer del español David Ferrer en un partido tan sencillo como lleno de imprecisiones, que sirvió al suizo para clasificarse para la gran final del torneo.
En un choque que no llegó a la hora y media, el de Basilea se impuso por 7-5 y 6-3 y recuperó el número tres del mundo que hasta ahora ocupaba Andy Murray.
En el O2 de Londres, la primera semifinal empezó con los dos jugadores bastante nerviosos e imprecisos. Federer, que acumuló 10 errores no forzados a las primeras de cambio, solventó los juegos con su saque, mientras el español no conseguía aprovechar las imprecisiones del helvético.
La primera manga transcurrió con los dos tenistas ganando sus servicios, hasta que en el décimo, con exnúmero uno del mundo al saque, el de Jávea puso en serias dificultades a un Federer atascado que finalmente consiguió llevarse el juego para poner el 5-5 en el marcador.
Tras el susto, el suizo despertó de su letargo y consiguió el ‘break’ que Ferrer había evitado en la primera bola, pero que terminó cediendo para dejar a su rival la posibilidad de cerrar el primer set. El suizo, que es consciente de cuándo debe apretar, no desaprovechó la ocasión y cerró la primera manga con un ‘ace’ (7-5).
Con el español aún tocado por haber dejado escapar de forma tan rápida la primera manga, Federer cogió velocidad de crucero y rompió el primer juego de Ferrer, anotándose el 2-0 en el marcador con golpes de maestría.
Sin embargo, si por algo se caracteriza el número cinco del mundo es por su carácter y casta, cualidades que demostró en el siguiente juego, pero que pronto abandonó, culpa de Federer y de la cabeza de Ferrer, quizá más pendiente de Sevilla y la Davis que su propia final en Londres.
El encuentro finalizó como comenzó, con la calidad del helvético, intermitente pero eficaz, derrumbando a la fe y al esfuerzo del español con el segundo ‘match point’ que tuvo al resto, finalizando el partido con una nueva rotura que puso 6-3 en el segundo y definitivo set.
