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Puñales y sonrisas. Segunda temporada

por Gonzalo Vázquez
26 de febrero de 2022
GONZALO VAZQUEZ
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Hay puñales en las sonrisas de los colaboradores. Cuanto más cercanos, más sangrientos. Sabíamos que en la política las muertes son siempre asesinatos o suicidios. El único lugar donde te arrepientes de tener hijos, pero nunca lo habíamos visto a este frenético ritmo de ficción y con tanto detalle.

Desde que Hollywood descubrió al antihéroe y el reverso oscuro del poder, la “política-espectáculo” no se conforma con la hipocresía como convencionalismo para la convivencia institucional; queremos ver la antesala de la derrota y el destino del perdedor. Hace no tanto, los políticos sufrían las mismas miserias, el eterno factor humano que explica buena parte de lo público, pero tenían más oportunidades para equivocarse y desaparecían después entre el indulgente humo de los servicios prestados. Se iban a Europa, a una Fundación, a un Consejo de Administración o de Estado, pero no les veíamos dar tumbos por los bufetes de abogados o las tertulias. Batman convertido en barman echando la culpa a Robin de su fracaso, atrincherado entre botellas. Spiderman subiéndose por las paredes de pura ansiedad. La “realitypolítica” quiere ver el final personal de los representantes públicos. Ver los juguetes rotos. Y eso causa adicción como el alcohol y rechazo como los borrachos. De ponerles una calle a ponerles en la calle. Los mismos que aplauden la caída desde lo alto se quejan de la poca altura de nuestros políticos.

Hace tres semanas, con el PP liderando muchas encuestas, un secundario sin texto aprieta el botón equivocado y este giro de guion precipita los acontecimientos y todas las subtramas afloran a la vez. Casado le dice a Carlos Herrera que Ayuso es inmoral, y posiblemente ilegal, y al día siguiente dice que no hay nada que reprochar. Qué asunto olvidado. Como firmar un tratado de paz después de una declaración de guerra sin guerra. No sabemos qué apoyos se borraron aquellas horas, pero sabemos que siguen vivos. Ayuso sabe que el que mata al César no puede sustituir al César y sale andando para atrás de la escena del crimen, diciendo que ella solo quiere Madrid y le pide a Feijóo, el adulto en la habitación, que tome el control. Los hijos de Casado dejan las antorchas, sonríen, inculpan, pero indultan. Casado no ha hecho nada tan grave para acabar humillado. Cometió errores. Sabía que no quería ser Sánchez, pero no sabía qué más quería ser. Muchos errores. Ha sido más obsesivo que propositivo, más electoralista que estadista, pero conviene recordar que viene de la Gurtel, del barco de Piolín y del aliento de Ciudadanos. No merece pasar a la Historia sin honor. No entierren todavía a un joven de 40 años y prepárense a ver la pancarta de “Casado tenía razón” de vez en cuando.

Pedro Sánchez cumple pasado mañana 50. En esa edad de “darle la vuelta al jamón” ha conseguido quitarse al líder popular, al de Ciudadanos y al de Podemos. Los mismos con los que debatía hace solo dos años. Ya no está en esa guerra. Está en la de Ucrania y el nacionalismo ruso. El nacionalismo, como decía Zweig, es la peste que envenena la flor de nuestra cultura europea.

En el PP habrá calma después de la tormenta. Habrá efecto rebote. No habrá “sorpasso” de Vox porque las encuestas las encargan los diarios y duran un día cuando las urnas no están delante. Porque en cada pueblo hay una agrupación del PP y otra del PSOE y eso no desaparece tan rápido como un contrato. Eso permanece como una sospecha. La siguiente temporada, con nuevos y viejos actores, recuperaremos la trama principal: Ayuso contra Feijóo. El enemigo pasado no forja alianzas futuras. Aunque los dos hayan padecido el chantaje de Génova, el victimismo sirve para las decisiones ajenas, no las propias. Ambos representan dos formas distintas de ser y de hacer política en un partido muy amplio. Dos formas de votar derecha. El gallego aspira a la hegemonía de la centralidad. La diversidad en el fondo y la moderación en las formas. Ayuso es la derecha sin complejos y el desparpajo en las formas sin fondo. El poder de la razón no empodera tanto como el corazón. Ayuso se siente Gladiator cuándo mira la grada. Madrid quiere ser España y España no quiere ser Madrid. Feijóo, Feijóo, se acaba el descansar.

Cuando pasen el duelo, volverán los abrazos y los brazos en alto sobre el escenario popular y con ellos las sonrisas, y escondidos debajo, los traumas y los puñales. Nada político, solo personal. Y cada vez más rápido y más cerca. Como rodado por Sorogoyen.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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