Por fin una grata sorpresa entre los estrenos semanales de la convencional cartelera cinematográfica de Segovia: «Profesor Lazhar» (Monsieur Lazhar, 2011). Se trata de la pequeña producción canadiense que optó, en los últimos Oscar, a la estatuilla que supuestamente honra y recompensa a la mejor película del año de habla no inglesa, un premio que finalmente recibió, con todo merecimiento, la película iraní «Nader y Simin: Una separación», de Asghar Farhadi. «Profesor Lazhar» no ganó así pues el Oscar, pero sí otros muchos premios de menor entidad en otros tantos festivales. Y vaya por delante mi convencimiento, y el de otras muchas personas que conozco, de que es muy buena película, que sin duda merece verse por muchísimas razones y que, por lo tanto, recomiendo a todos los buenos aficionados segovianos que no se la pierdan.
Y si es recomendable para todos los que aprecian el buen cine no palomitero, lo es aún más para quienes están preocupados por los avatares y derroteros a que se ve comúnmente sometido el mundo de la enseñanza. No creo que «Profesor Lazhar» sea comparable en ningún caso, ni siquiera como lejana referencia, con «La clase», aquella otra película francesa con la que Laurent Cantet alcanzó la gloria que ocasiona ganar la Palma de Oro del Festival de Cannes, pero desde luego estamos ante otra gran película centrada en ese ámbito y capaz de provocar reflexiones como pocas.
Nos procura, sí, esta película un magnífico y complejo drama, con los derechos humanos como gran telón de fondo, enfrentando un tema difícil con total valentía, no exenta de rigor, porque se entiende que la educación de nuestros hijos siempre va a ser un problema tan grande como delicado, digno de ser abordado desde todos los frentes posibles. Nos jugamos el futuro en ello. Educar no es sólo procurar conocimientos. Aprobar las diversas asignaturas sólo es una parte de ese importante proceso que supone el crecimiento integral de los niños hasta llegar a personas adultas. Y en tal proceso debemos estar todos involucrados, no solamente el personal docente.
Ahí pienso que radica la verdadera importancia de una película como «Profesor Lazhar»: en su labor de indagación y crítica de toda esta problemática. Pero no se asusten, no nos estamos refiriendo a una película abstracta, sino a una historia protagonizada por algunos adultos y por muchos niños y, cuando estos lo hacen bien, como es el caso, siempre se constituyen en un gran aliciente.
Philippe Falardeau, director y guionista, demuestra en todo momento su buena mano para que nada estropee la elegancia y sutileza de su propuesta. Su tratamiento de la historia es tan suave como firme, acertando con tino en la diana más importante, sabe ir al grano sin descuidar los pequeños detalles. En mi opinión, Philippe Falardeau da más de lo que a primera vista parece.
Tras la historia concreta, tras los emocionantes sucesos que se narran en «Profesor Lazhar», es fácil hallar un sutil análisis de los tiempos actuales en cuestiones de enseñanza. Estamos, pues, ante una gran película, muy de nuestro tiempo, digna de reconocimiento por muchos motivos. Aprovechen la ocasión de verla y que ustedes la disfruten.
FICHA:
Dirección: Philippe Falardeau
Producción: Luc Dèry y Kim McCraw
Guión: Philippe Falardeau
Fotografía: Ronald Plante
Música: Martin Léon
Montaje: Stéphane Lafleur
Diseño Producción: Emmanuel Fréchette
Interpretación: Mohamed Fellag, Sophie Nélisse, Émilien Néron, Danielle Proulx, Brigitte Poupart, Jules Philip, Daniel Gadouas