Aún a riesgo de recurrir una vez más a los tópicos, la “fiesta de la Democracia” que supone la convocatoria de elecciones tuvo ayer en Segovia su máxima expresión en una jornada caracterizada por el buen tiempo y la ausencia de incidentes reseñables, que sin duda favorecieron la elevada participación.
Las 343 mesas electorales repartidas por toda la provincia abrieron puntualmente sus puertas a las nueve de la mañana para permitir el voto ciudadano, y sólamente se registró un leve suceso en Campo de Cuéllar, donde fueron retiradas una pancarta y varios pasquines repartidos miuntos antes del inicio de la jornada electoral.
Como es tradicional, las religiosas de los conventos de la capital segoviana fueron las primeras a acudir a su cita con las urnas y las personas mayores también madrugaron para votar, coincidiendo con la salida de la misa dominical.
El sol radiante del primer tercio del día dio paso a negros nubarrones que amenazaron con tormentas, que no consiguieron arredrar la voluntad de los segovianos, que de forma lenta pero constante fueron llenando los colegios electorales.
La nota anecdotica de la jornada la puso una pareja de recién casados en Fuentidueña, que contrajeron matrimonio civil en este pueblo un día antes de las elecciones pero acudieron a las urnas vestidos con sus mejores galas nupciales. Aunque el voto es secreto, a buen seguro la feliz pareja decidió optar por la reelección del alcalde que les casó, que era el padre de la novia.
