El Adelantado de Segovia
viernes, 21 noviembre 2025
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN
El Adelantado de Segovia

Prietas las filas

por Jesús Fuentetaja
17 de abril de 2025
en Tribuna
JESUS FUENTETAJA
Compartir en FacebookCompartir en XCompartir en WhatsApp

El día que el Rey Alfonso XIII abatió 100 faisanes a tiros

Las justas reivindicaciones de los médicos

Luis Mester

Cuando los socialistas accedieron al gobierno de la nación por aplastamiento electoral en aquellos históricos comicios de octubre de 1982, se le oyó decir a Alfonso Guerra que aquel que se moviera no iba a salir en la foto (ahora hubiera dicho también aquella). Con ello no hacía más que advertir que no se iba a tolerar ninguna discrepancia con la línea ideológica y programática que fueran marcadas por la dirección del partido. Era mucho el trabajo que tenían por delante para acometer las reformas y cambios que precisaba el país, después de la implosión de UCD, cuyos cargos y militantes huyeron en desbandada generalizada hacia otras formaciones políticas. Resultaba primordial, entonces, que el partido mostrara una fuerte cohesión interna, sin la más leve señal de resquicio en sus estructuras, parapetado también, todo hay que decirlo, detrás de la carismática figura de su líder, Felipe González, posiblemente el mejor estadista que hayamos conocido en toda esta nueva etapa democrática. Por ello, que se quisiera poner en práctica el mandato contenido en el himno falangista utilizado para dar título a este artículo, no debería extrañar a nadie, como así fue.

Desde un primer momento se admitió que al optarse por un sistema electoral de listas cerradas los resultados que se obtuvieran en las urnas se atribuían para bien o para mal a los partidos y no a las personas que las integraban. Lejos quedaban otras opciones históricas, por ejemplo, la contenida en la tradición castellana de los llamados personeros, quienes asumían con plena responsabilidad la representación del común de los territorios por los que habían resultado elegidos. Aquel legítimo interés inicial del común, acabó confundiéndose con los intereses de los propios partidos, cuando estos surgieron para convertirse en elementos vertebradores de la participación ciudadana. Sin embargo, cuando ambos intereses no resultaran coincidentes, estaba claro que se iba a imponer sin pudor alguno el segundo de ellos. Cosa razonable cuando sobre todo se ha hecho de la actividad política actual el modus vivendi generalizado de multitud de cargos públicos a los que raramente se les conoce otra dedicación, lo que les obliga a poner por delante su propio y añadido interés, pues de él se come y no excesivamente mal, conociendo que el que asome la cabeza fuera de las directrices emanadas desde la dirección de su partido, corre el riesgo cierto de perderla.

Pero de ahí a no respetar ni siquiera los más elementales derechos de las personas, negándoles su libertad de expresión aunque ésta se manifieste en conversaciones privadas, ya parece ello excesivo. Puede entenderse que se aplique la censura previa en manifestaciones personales abiertas y públicas, pero lo que se hable en privado, en privado debe quedarse, aunque ello se hubiera producido en el seno de una institución oficial y que solo la indiscreción de un micrófono no cerrado, haya permitido conocer el contenido de aquella plática. En sede judicial jamás se habría admitido ello como prueba condenatoria contra los interfectos. Es el caso reciente de los parlamentarios autonómicos del PSOE en las Cortes de Castilla y León que han acabado represaliados y apartados de sus cargos por la nueva dirección regional del partido. Lo que ha trascendido a los medios informativos, es que, privadamente, repito, han osado criticar al alcalde socialista gallego más lucido de toda España, que no quiere decir que sea el más lúcido, quien al parecer debía estar gestionando ante su excolega municipal y actual ministro de Transportes, vallisoletano para más inri, que el ferrocarril que une su esplendorosa y luminosa ciudad con la urbe madrileña, no tiene por qué efectuar paradas intermedias en todo el territorio de Castilla y León. ¿Para qué?, si Pitis queda ya lejos y aquí no debe existir casi nadie que se atreva a protestar, menos aún que lo haga alguno de los nuestros, conociendo que si lo hicieran se tendrían que atener a las consecuencias, que fuera del partido debe hacer mucho frío.

Me pongo en el lugar de los represaliados y entiendo la disyuntiva a la que se han expuesto. Bien, obligándose a pastorear dentro del partido con el absoluto silencio de los corderos; o atreverse a defender los intereses del común de los territorios a los que representan, cuando, como debe ser el caso, no resulten coincidentes con las estrategias de los dirigentes de su formación política. Es el sino de esta tierra, considerada solo como un mero lugar de paso, a la que se le puede ningunear sin temor a que nadie se queje. A las puertas de Villalar, parece oportuno hacer resonar aquí y ahora, las reivindicativas palabras que preludiaron la edición revisada de “Los Comuneros” que nos dejara el Nuevo Mester de Juglaría: “Tú, tierra de Castilla, muy desgraciada y maldita eres, al sufrir que un tan noble reino, como eres, sea gobernada por quienes no te tienen amor”. Si esta ha sido la causa: honor y gloria a nuestros representantes que han fenecido, políticamente hablando, en la defensa de los intereses comunes de los ciudadanos que aquí seguimos resistiendo. Mi reconocimiento, mi gratitud y por supuesto mi solidaridad con todos ellos, especialmente contigo, amigo José Luis.

Compartir en Facebook122Compartir en X76Compartir en WhatsApp
El Adelantado de Segovia

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

  • Publicidad
  • Política de cookies
  • Política de privacidad
  • KIOSKOyMÁS
  • Guía de empresas

No Result
View All Result
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda