Viendo en la televisión la visita de los Reyes, Sánchez y Mazón al epicentro de la tragedia, me revolvió el estómago ver la risita irónica de Sánchez al oír como increpaban a los Reyes; pero cuando se percató de que los abucheos iban más bien contra él, salió corriendo como un cobarde para huir de la rabia que él mismo había provocado, de la indignación por la falta de actuación, y porque los dejaron solos.
Aquellas palabras de “Si necesita ayuda que la pida”, propias de un déspota, son tan miserables, tan arrogantes, tan despreciables, tan ruines y tan perversas, que pasará a la historia por haberlas pronunciado; y también por su omisión del deber de socorrer y no declarar emergencia nacional. Y no viene mal recordar aquí que la omisión del deber de socorrer es un flagrante delito. Además, la competencia estatal prevalece cuando se trata de emergencias extraordinarias, y queda muy claro en un artículo de Armando Salvador Sancho, letrado del Tribunal Constitucional “La inexcusable responsabilidad del Estado”, cuya lectura recomiendo. También los abogados del Estado tienen meridianamente claro que la competencia de la catástrofe es de Sánchez. Y ahí está el artículo 116.2 de la Constitución Española que dice que el estado de alarma será declarado por el Gobierno. Y también la Ley de Protección Civil porque las emergencias que afectan al interés nacional atañen al Estado.
Diferencia notable con el terremoto de Marruecos donde el Gobierno se precipitó a ayudar y salieron los ministros públicamente y en tromba para airear su talante, su disposición, su gesto. Gesto que no han tenido con sus conciudadanos, -espero que no fuese con la intención de endosar a alguien la responsabilidad de la tragedia-, cuando su obligación era apresurarse a ayudar inmediatamente sin la necesidad de que nadie lo pida.
También habría que decir a la ministra Ribera que tiene que dar explicaciones de si la orden de desactivar la alerta (a las 13h, 15h y 16h) de desbordamiento del barranco que provocó la tragedia de Paiporta partió de ella o de la Confederación Hidrográfica del Júcar de la que es la máxima responsable. Por ello, sería interesante conocer al detalle la actuación de la Confederación Hidrográfica del Júcar. Todo debe de quedar perfectamente aclarado. Y espero que así sea. También el desconcierto originado entre los militares al alterar el Gobierno la cadena de mando en Valencia.
Lo cierto y verdad es que el Rey sufrió en sus carnes la dejadez del presidente del Gobierno y la televisión nos mostró el gran contraste de comportamiento: mientras uno trataba de apaciguar a la gente y aguantaba con dignidad la rabia de un pueblo que se ha sentido abandonado, el otro huyó cual gallina cobardica. Lo último que nos quedaba por ver es un presidente a la fuga. Por eso uno ha salido del trance como “El Rey del pueblo” y el otro como “El presidente Cagueta”.
El futbolista Samu Castillejo resumió perfectamente la cobardía del personaje: “Si necesitas ayuda para huir, pídela”.
Pero ahora lo único importante es ayudar a todas las personas a salir de ese amargo trance en que se encuentran, y debemos poner a su disposición la totalidad de los instrumentos del Estado. Todas las instituciones deben colaborar sin límite alguno porque esta desgracia nos atañe a todos. Y los políticos deberían demostrar altura de miras poniendo por delante la ayuda y el cariño que hay que ofrecer a los afectados y dejarse de pamplinas que aburren ya a los ciudadanos.
