¿Y por qué no? me pregunté en mi idea de escribir sobre y del Acueducto. Cierto que datos para su conocimiento, obviando la colocación de sus de 24.000 sillares (o por ahí), existen y, por ello, recordar otros aspectos que rodean al monumento número uno de la ciudad –al que le quieren dotar, hace ya de la idea varias centurias, de un Centro de Interpretación-, nunca estará de más, ni de menos. Aquí unos datos.

Por Real Orden expedida el 11 de octubre de 1884 se declaraba al Acueducto Monumento Histórico Artístico, Después, superados los cien años, ya señalaba el gregoriano el 1985, cuando Segovia entraba en la relación del Patrimonio Mundial por unanimidad de los componentes del Comité de la Unesco formado por representantes de 21 países. Hasta ese momento apenas se habían declarado seis conjuntos históricos completos con esta categoría, ninguno en España. Generalmente eran monumentos individuales los que se declaraban Patrimonio Mundial. Segovia, para entonces, había entrado en esa categoría con diferentes monumentos de la ciudad y su paisaje, que habían sido reconocidos con anterioridad.
En la declaración se incluía ‘La Ciudad Vieja y su Acueducto’. Un reconocimiento importante también atribuido únicamente a los monumentos más emblemáticos. Jugaba también a favor de la ciudad la declaración de Paraje Pintoresco el 23 de abril de 1947, que reconocía el valor histórico, patrimonial y natural del ‘conjunto arbolado y alamedas’ de los valles del Clamores y el Eresma.
A pesar de que entre los representantes del Comité sólo había un representante europeo, la propuesta no tuvo ningún voto en contra y Segovia pasó a formar parte de la lista del Patrimonio Mundial protegiendo la Ciudad Vieja de Segovia y su Acueducto. Se procedía así a dar al Acueducto una aún mayor notoriedad.
Objetivo: el turismo
De esto que les voy a contar se han sucedido, uno tras otro, cerca de treinta y cinco años, ‘Casi’ ayer. Pero ya pasó tiempo. Fue al acabar la década de los noventa del siglo XX cuando el Ayuntamiento puso en marcha la idea de crear un centro de recepción para recibir con los brazos abiertos al turista que llegara a la ciudad y saludarlo a los pies del Acueducto. Buena idea para usar el edificio ubicado bajo la terraza donde estuvo la iglesia de Santa Columba hasta el siglo XIX. Estaban abiertos en el lugar y ‘cara’ al público el Banco Bilbao Vizcaya, lado izquierdo, y Galerías Santa Columba, junto a las escaleras de acceso al Postigo.

Para que la idea municipal pudiera llevarse a efecto en su totalidad, hubo de iniciar un proceso contencioso con la referida empresa comercial con la finalidad de resolver la relación contractual que mantenía con el Ayuntamiento. Fue la Sala de lo Civil de la Audiencia Provincial de Madrid quien aceptó la tesis municipal resolviendo el contrato y dejando el camino expedito para su proyecto.
El Centro de Recepción de Visitantes inició su andadura en el año 1989, solo en el lugar que ocupaba el referido Banco. Hasta 1992, una vez acabadas las obras en lo que fue Centro Comercial, se unió todo ello dentro del Patronato Provincial de Turismo, que gestionaban, salvo error subsanable, Ayuntamiento y Diputación. Ambos con puntos de información turística capital/provincia. Luego… luego es otra historia, más conocida por cercana, ya que en el año 2004, mes de diciembre, se ‘reabrió’ como Centro de Recepción de Visitantes que ‘conduce’ la Empresa Municipal de Turismo.
Pues eso es lo que quería contar, sobre todo para quienes lo desconozcan.
Lo que Roma nos regaló
¿Se acabará por conocer algún día todo lo que entraña el Acueducto que los romanos dejaron en Segovia para asombro del viajero? Puede que no. Mas sería otro regalo que aparecieran los datos ocultos –fecha concreta, quien dirigió tan fabulosa obra, cuántos romanos habitaron la ciudad, de dónde llegó la piedra (sin especular), cuántos fueron los años de trabajo, cuántos trabajadores hubo…-, para dar respuesta a las preguntas que, cuantos llegan a la plaza del Azoguejo quisieran encontrar. Pero…
Si de algo sirven al que más conocer desee, les propongo la ‘utilización de una serie de datos, concretos y fehacientes, eso sí, que a modo de curiosidad dejo ‘caer’.
La longitud total del conducto que transporta el agua, excluyendo los 28 metros que mide la presa de captación, es de 16.186 metros. El primer desarenador en la ciudad es el de Chamberí, situado a 13.393 metros de la captación. De este a su ‘colega’ de San Gabriel hay 794 metros y desde aquí al que, probablemente, hubo en la Plaza de Avendaño, pues fue derribado y situado a pocos pasos una vez superado el Postigo, la distancia es de 776 metros.
Si quien leyere quiere ampliar ‘estudios’, informo que la parte oculta (canal soterrado), que se inicia en la calle Obispo Gandásegui y medido hasta la puerta del Alcázar, es de un kilómetro y 220 metros. En ese recorrido, sobre todo la zona de las Canonjías, alguna que otra captación de ‘extranjis’ (de tapadillo), se realizaba para conseguir agua ¡gratis total!
Hilanderas
En la calle de Muerte y Vida nace la Hilanderas, la misma que acaba su recorrido bifurcándose. Si a la derecha, Gobernador Fernández Jiménez (antes de la Asunción); si a la izquierda, escaleras incluidas, calle Independencia (antes de la Marrana) ¿Por qué su nombre? Tomando como referencia lo que dejó escrito en 1918 Mariano Sáez y Romero en ‘Las Calles de Segovia’, está dedicada a las hilanderas, mujeres que fabricaban la ropa para la familia: ‘… en esta calle se ponían las vecinas a las puertas con sus ruecas, y ya fuera o dentro de la casa hilaban para sí o para la venta. Telas que eran codiciadas por fuertes y duraderas… formaba una pequeña industria casera. Tratando el hilo y el cáñamo cosían sus camisas, sus mantelerías y sus sábanas…’.
La profesión se mantuvo hasta mediados del siglo XIX.
