Qué sería de una sociedad sin abuelos, sin personas mayores que, sin ningún tipo de pudor enseñan a sus descendientes sobre la vida, eso sí, cada uno a su manera.
Aquellas personas que han experimentado tantos cambios en una sociedad que ahora proyecta, ante sus ojos, un mundo inimaginable. Mujeres y hombres que han coexistido durante duros y trágicos periodos de la historia de este país, que han visto crecer a sus hijos , nietos e incluso biznietos, personas cuyas vidas poseen un carácter especial, una condición que ellos se han forjado a lo largo de esos años de experiencia y conocimientos.
Por todo lo que han aportado y sacrificado por los de su alrededor, hoy se celebra el ‘día de los mayores’, para agradecer a todas aquellas personas esa pequeña deuda que la sociedad tiene con ellos.
Mercedes Regidor Agudo es una de estas mujeres que han vivido, sentido, amado, llorado y han experimentado a lo largo de toda su trayectoria. Mercedes ha conocido varios momentos muy señalados a lo largo de la historia de España. Además, el cumpleaños de su centenario ha sido el preámbulo de la celebración de un día tan especial como este, pues es su día.
Esta centenaria nació en Valseca el 24 de septiembre de 1913 y, casada con Atilano Fuentes, ha tenido 6 hijos y, ahora disfruta de 17 nietos y 25 biznietos.
La señora Mercedes sonríe con nostalgia y, a su vez con orgullo cuando se la evocan tiempos pasados, pues son muchos los recuerdos que se agolpan en su mente y afloran a través de palabras cargadas de sentimientos y emociones.
Su infancia, curiosamente, es la que más viva y con mayores detalles se la representa, “como si hubiese sido ayer”, dice ella. Los juegos de su niñez, las canciones y la escuela han dejado una profunda huella. A menudo deleita tarareando aquello de “a la Escuela, sin demora vamos pues, nos lo exige nos lo manda la voz santa del deber, si alguno a la Escuela no quiere venir, falta a sus deberes y será infeliz”. Eran otros tiempos y había otro modelo de escuela.
Mercedes se acuerda de Doña Paca Núñez Montero, “era mi maestra y me decía muchas veces que no perdiese el tiempo que luego me iba a acordar ¡qué razón tenía! En clase éramos todas, todas chicas y, por las tardes, hacíamos costura”, admite la centenaria.
Cuando era niña, Mercedes jugada a los alfileres —se les enterraban en un pequeño montón de arena y luego había que buscarles a base de golpear con una piedra—. También a las tabas, se tiraba una taba hacia arriba y había que cogerla en el aire antes de que cayera y, mientras tanto, dar la vuelta a una de las otras que estaban en el suelo.
Algo que sin duda difiere de la actual sociedad es la forma que tiene la juventud de divertirse, ella cuenta que en sus tiempos se dedicaban a “pasear por la calle, a jugar a las cartas, y poco más. Nosotras no podíamos salir de noche a la calle como ahora. También acompañábamos a las que estaban de luto que siempre había alguna. El luto antes duraba mucho tiempo, restaba diversión. En carnavales, en carnavales lo pasábamos bien”.
Los que la rodean tienen la suerte de, un día más, poder conversar con ella, pues está contenta, receptiva y dicharachera. La señora Mercedes para su familia es un tesoro, para los vecinos una muy grata presencia y para el pueblo una Institución.
