Durante tres días —desde ayer viernes hasta mañana domingo— en la Casa del Sello, sede de la Cámara de Comercio de Segovia, se puede adquirir “casi de todo”. Destacan, por su número, los juguetes, pero también hay cuentos, puzles, ropa, bisutería… Y no faltan dulces como magdalenas o florones. Cristina Olalla, secretaria de la Asociación de Mujeres de Santo Tomás, echa una mirada a toda la sala, lanza un suspiro y, a modo de confesión, suelta una frase: “La verdad es que nos ha costado bastante reunir todo”.
No hay ni un centenar de artículos ni un millar. Se calcula que suman unos 3.000. Todos ellos han sido recogidos por las cerca de 70 componentes de la mencionada Asociación de Mujeres de Santo Tomás, que hace cinco años decidió incluir entre sus actividades la celebración de un rastrillo, cuya recaudación entregaría a una entidad benéfica.
En esta ocasión, el dinero irá a parar a la ong de raíces segovianas ‘Amigos de Futuro Vivo’, que desde hace un cuarto de siglo colabora con un programa comunitario ubicado en Guerra (República Dominicana).
Ayer, las voluntarias del rastrillo estaban exultantes, conscientes de que su labor servirá para ayudar a los más desfavorecidos. “Si hacemos este rastrillo en vísperas de Navidad es porque ofrecemos sobre todo juguetes”, informaba Olalla. “No queremos que haya niños que se queden sin juguetes”, agregaba.
Todos los artículos que ofrece la Asociación de Mujeres de Santo Tomás tienen un precio módico, de entre 1 y 5 euros. “El que no compra nada es porque no quiere”, recalcaba Olalla, animando a los visitantes a echar mano a su bolsillo y pagar por llevarse un objeto.
Aunque, en su mayoría, los artículos expuestos son de segunda mano, también hay otros, de repostería, elaborados por las propias mujeres de Santo Tomás. Y quien desee pasar un rato agradable en la Casa del Sello, también puede tomar un rico café o un buen vino, al precio de un euro.
El rastrillo permanecerá abierto, hoy, en horario de 10 a 14 horas y de 17 a 20. Y mañana domingo, únicamente de 10 a 14. Olalla espera que cuando se clausure el rastrillo, todas las paredes de la sala estén vacías. Si no fuera así, no tendría problema. “Si nos sobra algo de material, no pasa nada, lo entregaremos a alguna otra causa solidaria”, avisaba. Las mujeres de Santo Tomás son así de generosas.
