Si el cineasta José Luis Cuerda quisiera rodar una segunda parte de «Amanece que no es poco», la obra cumbre del humor surrealista del cine español, debería contar con la participación de la Asociación Cultural «Plaza Mayor», capaz de recrear ambientes trufados de humor, pero capaces de evocar épocas pasadas. Ayer, la estación de tren volvió a los años 60 por mor de la iniciativa «El tren de las emociones» con la que la Plaza Mayor quiere recordar epocas pretéritas del transporte ferroviario para mostrarlo a las generaciones de la Alta Velocidad. En este caso, la excusa de la celebración fue la conmemoración del 125 aniversario de la inauguración de la línea Segovia-Villalba, que entró en servicio el 29 de junio de 1898 y que fue el primer transporte ferroviario de la provincia.
Con un intenso frío, el presidente de la asociación, Francisco del Caño, ejerció como jefe de estación acompañado por un elenco de figurantes en el que no faltó el paisano cargado con la maleta y la gallina, los «chulapos», una circunspecta pareja de la Guardia Civil y un barbero equipado con todo el instrumental para adecentar bigotes y barbas.
A las 10,30 de la mañana, Del Caño daba la palabra al presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Segovia, Juan Bautista Mullor, que en su «pregón ferroviario» también evocaba épocas pasadas del tren, y en el que no olvidó el factor reivindicativo al denunciar que Segovia ha perdido gran parte de su transporte convencional y con él la posibilidad de vertebrar la provincia en torno al medio rural con otras de su entorno, ahora únicamente unidas por la Alta Velocidad.
La concejala de Medio Ambiente, Paloma Maroto, procedió al corte de cinta que inauguraba el recorrido que llevó a los cerca de medio centenar de viajeros participantes en esta iniciativa hasta la cercana estación de El Espinar, donde fueron recibidos por el alcalde, Francisco Jorge, y posteriormente presenciaron la actuación de la Escuela de Dulzainas de San Rafael.
El tren de las 12,10 devolvió a los pasajeros a Segovia, y aquellos que quisieron completar la jornada se desplazaron hasta el restaurante La Postal en Zamarramala para disfrutar de una «Olla ferroviaria» cocinada expresamente para la ocasión.