En una mañana gélida, Zamarramala volvió, un año más, a levantar su voz pidiendo igualdad entre hombres y mujeres. Una igualdad real, no solo legal. Aunque las leyes consagraron hace ya muchos años la igualdad entre los dos sexos, la realidad sigue hoy siendo muy diferente. De ahí que la reivindicación continúe vigente.
La pregonera de las fiestas de Santa Águeda de 2015, Llanos Monreal —del Nuevo Mester de Juglaría—, tras relatar, como resulta obligado en este día, la vieja leyenda de la reconquista del Alcázar, que cuenta cómo las zamarriegas entretuvieron a las tropas musulmanas con sus “armas de mujer” para permitir a los hombres segovianos hacerse con el control de la fortaleza, entró de lleno en un discurso más político, más realista, subrayando, para empezar, el “papel esencial” de las mujeres en la historia de la humanidad, a pesar de que, en la mayoría de las ocasiones, su protagonismo no ha sido reconocido, quedando “invisibles” y “en silencio”. “La historia —prosiguió Monreal— está salpicada de ejemplos de discriminación de la mujer, de sumisión al hombre, de desigualdades y de violencia contra ella”. Resumiendo el camino recorrido por las mujeres, la componente de Nuevo Mester de Juglaría sostuvo que “la historia de las mujeres es la de la lucha por el reconocimiento de sus derechos a lo largo de los siglos”. A ese respecto, recordó que hace poco más de cien años, en 1911, se celebró el primer Día Internacional de la Mujer y, un siglo después, se declaró el Día Internacional de la Niña, lo que da a entender que todavía queda un largo camino por recorrer para lograr la erradicación de las desigualdades de género. Monreal animó a todas las mujeres a “ocupar el lugar que nos corresponde en la sociedad”, defendiendo sus derechos, para a renglón seguido dar por terminado su pregón, que cerró cantando unas simpáticas coplas, a capela.
Los presentes en la Plaza de las Alcaldesas aplaudieron con ganas la intervención de Monreal, de igual forma que minutos antes habían hecho con los periodistas César Lumbreras y Marta Robles.
Lumbreras, nombrado ‘Ome Bueno e Leal’ 2015, dijo ser un “varón domado”, tanto a nivel personal como profesional, queriendo con el galardón rendir homenaje a las mujeres del medio rural, personificadas en su madre y su abuela —ambas, fallecidas— y, por extensión, a todas aquellas que, en tiempos difíciles, “lograron sacar adelante a sus familias”. “Esas mujeres se merecen un reconocimiento, ellas y todas sus antecesoras, hasta remontarse a los tiempos de la legendaria reconquista del Alcázar”, finiquitó Lumbreras, quien quiso recordar, a modo de anécdota, que la primera vez su programa ‘Agropopular’ salió del estudio fue para grabar en Zamarramala.
La ‘Matahombres de Oro’ 2015, Marta Robles, comenzó su intervención señalando que la fiesta de Santa Águeda en Zamarramala es “un espectáculo digno de verse”, y no únicamente por los trajes de las zamarriegas, sino, principalmente, por su simbología. Haciendo mención a su premio, el ‘Matahombres’, la periodista aseguró que ella “siempre” se ha llevado bien con los hombres, lo que no la impide considerarse feminista, “al igual que todos los hombres y mujeres de bien que queremos que todos seamos iguales, con los mismos derechos”. Robles insistió en la conveniencia de que hombres y mujeres “caminemos juntos”, agregando que, para ello, “hay que dar importancia a la mujer”. “Me alegra — concluyó— que haya sitios como Zamarramala que nos recuerden que tenemos que seguir avanzando juntos”.
En el escenario de la Plaza de las Alcaldesas habían escuchado los discursos, atentas, las dos principales protagonistas del día, Beatriz Bermejo Burgos y su hermana Susana, las alcaldesas de 2015. También allí estaban las tres “aguederas honorarias y perpetuas” nombradas este año: Marta Gutiérrez Gómez, Carmen Well Gómez y Rosa María Rubio Lázaro.
Quedaba el acto más característico de la mañana, la quema del pelele, el muñeco de paja que, en sus orígenes, pretendía ridiculizar la figura del hombre, si bien en los últimos años las zamarriegas insisten en decir que “no tiene sexo” y representa “todo lo que hay que quemar”. El pelele de 2015, vestido con traje gris, tardó en arder. Cuando lo hizo, las mujeres echaron a bailar. Y, justo ese momento, el sol se dejó ver.
Para los visitantes, ya solo quedaba degustar la tradicional ‘tajada’ de chorizo al vino. Para la gente de Zamarramala, en especial sus mujeres, tocaba disfrutar, ya sin cámaras de televisión ni flashes, de su función, de una forma más íntima. Y las dos alcaldesas querían saborear hasta el último instante de su gran día. “Estoy viviendo algo único, me estoy dando cuenta que ser alcaldesa te permite vivir la fiesta de una forma muy diferente, y hay que aprovecharlo”, decía, “como subida en una nube”, Beatriz Bermejo.