Andan los escaños del consistorio segoviano moviditos por un más que opinable, puesto que ya hay sentencia del Tribunal Contencioso Administrativo, caso de administración irregular, el denominado “caso Trípode”, en el que el contrato para organizar los festivales de cine europeo de Segovia, antiguo MUCES, por cuantía de 15.000 euros, se fraccionó, no sacándolo al preceptivo concurso público, lo que popularmente es conocido como “dedazo”, y al que suman algún caso de posible doble cobro por persona muy allegada a la concejala.
Quince de los 25 ediles del Ayuntamiento, de todos los partidos, excepto del PSOE al que pertenecen la concejala de turismo y la mismísima alcaldesa, piden la dimisión o cese de la referida edil Gina Aguiar, hasta la denuncia también concejala responsable de cultura.
La alcaldesa, primera responsable de cuanto ocurra o se realice en el Ayuntamiento, se solidariza estilo Fuenteovejuna, con la edil y, por ello, se corresponsabiliza del caso, no solo no cesándola sino aconsejándole que no dimita. Así debe ser la correcta postura del jefe, pues al final el responsable de cuanto ocurra o realice en el consistorio ha de asumirlo, o sancionarlo, la presidenta; así lo aprendí en la milicia y así lo he ejercido en mis años de dirección de centro educativo.
A mí, que no puedo ni quiero entrar en si dolo, despiste o error, de tal gobernanza, aunque sí advierto que si lo comento es por tratarse de gastos del erario público, no de bienes privados, que el concejo no es un coto o cortijo privado del que los ediles puedan disponer a capricho, me choca que sin apreciar ni asumir ambas ediles, alcaldesa y concejala de turismo, nepotismo, ni amiguismo ni “dedazo”, la alcaldesa, tan firme ella en la férrea defensa a ultranza de la concejala, la destituya de las tareas de cultura, pues o hay mala gobernanza, en cuyo caso hay que cesarla, o no hay más que error subsanable, que “no mantenello”, y seguir en sus tareas, pero a medias, ese quiero y no puedo de simple cambio de concejalía, me despista. Es una pantomima o lo que la mayoría de ediles peticionarios de relevo, dicen “movimiento de sillas”, lo que el dicho popular, salvando las debidas diferencias, asevera “los mismos perros con diferentes collares”, o lo que el humorista Mota comenta “si hay que ir se va, pero ir pa ná…”
Para concluir, por obligación de espacio, sí me queda boquiabierto que la concejala cesada de cultura diga “por coherencia personal, por respeto a mis compañeros, y por respeto a Segovia reitero mi intención de no dimitir”…, cuando lo ético, normal, exigible, sería en la concejala afectada pedir la dimisión, y por la alcaldesa cesarla “por respeto a Segovia”, y por “higiene democrática”, y acto seguido la alcaldesa acompañar en la dimisión a la concejala cesante, pues como en el caso de la mujer del César, hay que ser honesto y parecerlo. Como sugieren los concejales de Podemos e IU, la gestión municipal “no debe ofrecer ninguna sombra de duda”.
Pasar responsabilidades al maestro armero, “descargar sobre los técnicos los errores políticos” es, además de injusto, síntoma de poca categoría política y no demasiado modélica personalidad.
Pues eso, que por higiene ética, transparencia, respeto al consistorio, al partido y a los segovianos, documentos que den fe de la recta y acertada actuación, incluida sentencia de tribunal judicial que rebata la ya ejecutada, o doble dimisión, que todos somos necesarios, pero nadie imprescindible.
La ciudadanía tiene que opinar, no guardar el silencio de los corderos, como si nada nos afectase.
