Transitar y circular por algunas calles de Segovia, es acercarse a las calzadas romanas. Porque ya dice el viejo refrán :“De Roma, ni mula coja, ni bolsa floja”. No es posible acondicionar las calles de forma definitiva sin medios proporcionados, y más, si estas obras resultan arduas y difíciles para transeúntes y vecinos. Ya se sabe, que “quien siembra en el camino, cansa los bueyes y pierde el trigo”. Es preciso realizar una intervención vial seria y definitiva, para no sentir esa sensación de viajar en cuádrigas cuando uno va en el autobús camino hacia la Plaza Mayor.
Sí, es cierto. Resulta un escenario que conduce, desde la Avda. Padre Claret por un vial repleto de socavones, para retomar la misma sensación de viajar en cuadriga pasada la curva de “El Demonio”, como si fuera él el que marcara el camino del infierno hacia la Plaza ¡pobres aurigas!, que cada día han de soportar dando vueltas a la noria esa sensación de cabalgar a lomos de un carro viejo del abuelo con aros de hierro sobre un adoquinado que duele oírlo canturrear. Siente uno la sensación de ir al circo romano.
Me parecen todos ellos, los conductores, esclavos nuevos dignos de confianza como ocurría en la antigüedad con los aurigas de las cuádrigas.
No ofrece este laberinto de baches y socavones una muy buena sensación a turistas, vecinos y hombres de la cultura que deambulan por ahí. Sin duda que urge una intervención que corrija estas deficiencias, para ofrecer una mayor confianza tanto para viandantes como para conductores.
Segovia no se merece unos viales y calles en constante ruina donde tiemblan las ruedas y los pies. No da buena imagen un pavimento en ruina permanente y peligrosa. Los segovianos y sus visitantes no se merecen cabalgar por viejas vías romanas diseñadas para otros tiempos. No se merecen pasear ni circular entre socavones y pedruscos, ni transitar entre adoquines sinuosos por valles y oteros imaginados. Ni sentir esa sensación continua, cuando uno toma el autobús urbano, de ir volando sobre las olas de un mar imaginado o en un avión azotado por rabiosas turbulencias.
A quien corresponda, le pido tome las medidas urgentes para revertir esta situación que genere esperanza y orgullo de la vieja ciudad romana. Gobernar también es conservar.
Yo me bajo en la avenida del Ejército II. La cuadriga continúa y el auriga, ha de terminar su jornada con esa sensación de cabalgar a caballo sorteando olas sobre el suelo.