La Navidad sirve también para encontrarse con familiares y amigos y tener con ellos encontronazos de los que luego te arrepientes el resto del año. Como el COVID ha limitado el aforo de estos foros faltones, hay políticos que, en su afán de servicio público, han recreado estas situaciones para que no las echemos en falta.
El Alcalde Almeida, haciendo de cuñado “empollica pero salao”, dice que Almudena Grandes no se merece ser hija predilecta de Madrid. -Pero José Luís, si tú no la has leído. Si en cuanto sueltas el Código Civil, pillas el Marca. –Pues sí, pero era una sectaria. – ¿Y los premios y los lectores? Más sectarios eran Picasso o Von Karajan y molan. –Qué sí, pero yo tengo los presupuestos aprobados- No es propio de ti esa explicación tan mezquina. Crea odio entre los que la querían. –Bah, los que me critican son unos sectarios.
El ministro Garzón, en su papel de amigo “intensito pero educao”, de los que mantienes desde la infancia, va y suelta que la carne española es de mala calidad y que se maltrata a los animales. –Alberto, una cosa es el debate del consumo de carne y otra echar mierda a todo un sector de tu país—Yo defiendo a los consumidores, no a los productores. Y menos a la industria. -Claro amigo, a mí también me gustaría comprar carne orgánica de granja familiar, pero vale el doble. Tus votantes no pueden permitírselo. Tú sí, pero es elitista. –Qué no es eso, es que son unos fachas.
La Presidenta Ayuso, interpretando a esa prima “imprudente pero enrollada” que triunfa en EEUU, se descuelga con que el problema de la sanidad es que los médicos no cogen el teléfono para boicotearla. -Pero si no dan abasto, si están al límite, Isabel. -Liberados sindicales que no mueven el culo. – ¿Los médicos, las enfermeras? ¿Los héroes de la pandemia? ¿Pero si de alguna manera tú eres su jefa? -Por eso, que sientan la presión y que espabilen. –¿Pero no es un poco irresponsable señalar a un colectivo exhausto frente a unos ciudadanos agotados? Es pasar una línea roja –Es que son unos rojos sindicalistas.
El Eurodiputado Tertsch, bordando a ese hermano de tu madre que desayuna con periódico y vino, opina que Djokovic es un símbolo de la libertad por no vacunarse. – No quiero líos, Don Hermann, que sé que tiene la mecha corta, pero jugar en Australia no es un derecho. Si quiere competir, hay que vacunarse. – Lo de la vacuna es una excusa para controlarnos y el serbio es un ejemplo de dignidad. -Pero si hasta Nadal ha dicho que hay que cumplir las reglas, que el mundo ya ha sufrido bastante y que hay que hacer caso a la ciencia. –Los que piensan así son borregos comunistas.
Hay que agradecerles el sacrificio por entretenernos y valorar como arriesgan su reputación y credibilidad, porque un político puede competir con un escritor o un ganadero, pero pierde seguro con un médico y Nadal le mete un set en blanco. Todo lo hacen por el espectáculo sabiendo que estos gestos sin gestión solo gustan a los muy partidarios y que la mayoría piensa que este teatrillo no debería estar financiado con impuestos. El personal que quiere ver polemistas opinando sin saber y sin callar pone el Sálvame, y ve gratis feminismo de garrafa, literatura de tuit y amor de asiento de atrás, pero nuestros estadistas se sacrifican dándonos un atracón asumiendo que sufrirán ellos la pesada digestión. Lo único que se les puede pedir a estos generosos actores es que limpien después el escenario porque ensucian un poco más nuestra democracia.
