David Villa definió ayer la ambición de la ‘roja’, que no se conforma con haber alcanzado el hito de clasificarse para las semifinales del Mundial por primera vez en su historia, sino que cree que lo mejor está por venir. «Sinceramente, no pensamos que hemos hecho historia ya, pensamos en que podemos hacer historia, que podemos seguir con esto».
«A la afición le digo que muchas gracias por todo el apoyo que, aunque estemos lejos, nos está llegando. Vamos a darlo todo y más de lo que tenemos dentro para poder ganar a Alemania y estar en la ansiada final», recalcó.
El asturiano consideró que este bloque se ha ganado el derecho de que el público tenga confianza: Llevamos una buena trayectoria, siempre hemos dado la cara y, en los momentos difíciles, hemos salido adelante porque tenemos jugadores individualmente y colectivamente que pueden ganar a cualquier rival».
Con ese objetivo saltarán hoy al césped del estadio de Durban para superar a una Alemania que «tendrá una espinita clavada» por la derrota en la final de la Eurocopa, y para la que solo tiene palabras de elogio, destacando el potencial de «su contragolpe».
«Juegan muy bien al contragolpe, tienen gente muy rápida y jugar a remolque puede hacer que sean muy peligrosos a la hora de jugar al contragolpe. Quizá sea lo que más temamos, pero está claro que es un grandísimo equipo y tiene muchas cosas que temer».
El ‘Guaje’ eludió hablar de cualquier cosa relacionada con la hipotética final, incluso con la posibilidad de marcar el gol que le diera a España el título. «Muchísimas veces he soñado con ello, pero bueno, los sueños de estos días deben ser marcar el gol para eliminar a Alemania porque la final ahora mismo no existe».
«Primero tenemos un duro compromiso y si no lo pasamos, pues no existirá, por lo tanto, hoy en día el objetivo es apear a Alemania. No podemos elegir rival ni pensar en alguno. Solo pensamos en nuestra eliminatoria y no en la otra».
El ‘Guaje’ abrió el sueño. Lukas Podolski y David Villa iniciaron, allá por el 6 de septiembre de 2008, el sueño mundialista de Alemania y España. El atacante germano abrió la goleada del cuadro que dirige Joachim Loew sobre Liechtenstein (6-0). Mientras tanto, el ‘Guaje’ fue precisamente el autor del gol del triunfo en el primer encuentro de la ‘roja’, en Murcia ante Bosnia-Herzegovina (1-0).
UN NUEVO EQUIPO, UN NUEVO SUEÑO
El técnico germano ha saltado una generación y creado una selección joven, ambiciosa y, sobre todo, renovada
Joachim Löw soñó una nueva Alemania, un equipo joven y fuerte que combinara las viejas doctrinas del pasado con el fútbol moderno, un equipo que abriera las puertas a todos los orígenes que integran el país, la menos aria de las Alemanias de la historia.
Y la más joven que se recuerda, con una media de edad de menos de 25 años, una insultante juventud que aporta fuerza y el punto de inconsciencia necesario para mirar a los ojos al triunfo.
Cuando Löw se hizo cargo del equipo hace cuatro años coleaba todavía la generación anterior de futbolistas que habían fracasado en el Mundial de su propio país, apeados en el penúltimo escalón por Italia, a dos pasos de la gloria que soñaban.
Jürgen Klinsmann había comenzado la revolución, pero Alemania seguía siendo una selección de rubios altos fuertes y disciplinados, pero comenzaba a entrar el aire fresco de otros nombres.
Su relevo al frente del equipo se hizo dentro de la continuidad, puesto que fue su ayudante, un poco prestigioso Löw -solo había ganado una Copa con el Sttutgart en 1997-, quien tomó las riendas del equipo.
A esa generación le quedó gasolina para dos años más y la escuadra germana alcanzó la final de la Eurocopa de 2008. Pero ahí se estrelló contra una España más dinámica, con un fútbol más moderno, con jugadores más rápidos y técnicos que puso de manifiesto la necesidad de una renovación.
Löw se puso manos a la obra y en poco más de un año su proyecto tenía otra pinta. El seleccionador se aprovechó del trabajo que había puesto en marcha la Federación para captar a jóvenes de todos los orígenes en los barrios menos favorecidos de las ciudades.
Había sido un proyecto ambicioso que acabó por dar sus frutos. El técnico incorporó apellidos poco habituales en una selección alemana, como el de Özil, de origen turco, o el de Khedira, tunecino, o el de Boateng, ghanés.
A esos chavales, que comenzaban a hervir en los centros de formación de Bremen, Stuttgart o Hamburgo, se unieron otros de nombre más alemán, Neuer, Kroos o Müller.