Gante es una población situada al Norte de Bélgica, muy cercana a Brujas, dos poblaciones que son de visita obligada –distan entre sí 40 kilómetros- para cualquier turista que vaya a Los Países Bajos.
Gante tiene una fiesta muy especial, que se celebra cada cuatro, años, consistente en una gigantesca exposición de plantas y flores llegadas de numerosos países, España incluida, y que se desarrolla durante varios días bajo el nombre de Floralias Gantesas (Floraliën Gante).
Me contaba el representante de la Oficina de Turismo local que la tradición se remonta a finales del siglo XVIII cuando se iniciaron unos mercados de flores en una gran plaza denominada Kouter. Su éxito se ha conservado a través de los años, y sigue constituyendo un impresionante atractivo en esta ciudad de unos 270.000 habitantes, cuya celebración aporta un importante impacto en la economía y la ecología locales. Algunos investigadores establecen su origen en la religión de la antigua Roma, por las fiestas en honor de Flora, diosa de la vegetación, de la flora y de la fertilidad. Seguro que más historiadores e investigadores encontrarán otros orígenes. Pero con estos datos, basta para nosotros.
La noticia de esta celebración la podemos trasladar ahora a nuestra ciudad, en la que en pasados días ha tenido lugar una exhibición del arte floral, bajo la denominación Mejor Artesano Florista, y que tuvo como escenario central el edificio del CIDE (Centro de Innovación y Desarrollo Empresarial), que, como escribía hace unas semanas, va ofreciendo oportunidades para celebrar en él eventos de muy diversas clases.
El acontecimiento, porque realmente lo ha sido, lo promovió Interflora España, asociación que facilita en toda España, con inclusión de algunos otros países, la entrega inmediata de ramos de flores y plantas en las fechas que sean indicadas por el comprador.
El certamen en nuestra ciudad ha tenido la presencia de 21 finalistas seleccionados por la organización entre más de 60 aspirantes, que han tenido que enfrentarse a diversas pruebas para poner de relieve su maestría y habilidad, bajo el examen de un jurado, que según se anunciaba, estaba integrado por representantes de las diez escuelas españolas del arte floral.
Aunque en la ciudad no haya habido, que yo recuerde, una tradición realmente florista, lo cierto es que, junto a algunos establecimientos fijos desde hace años, también en los mercados semanales que se celebran hay ofertas florales.
Esto me hace recordar que en algunos programas de las Ferias y Fiestas de San Juan y San Pedro de años pasados, se incluían concursos de escaparatismo y de decoración y adornos de balcones y fachadas. Quiero decir que, en el Ayuntamiento, colaborador de Interflora en esta celebración, y en la correspondiente Comisión de Festejos, o como ahora se llame, se puede volver a pensar en algo parecido, que reactivaría la afición a la floristería. Industria ésta que ofrece muchas posibilidades, en las diferentes celebraciones familiares, para cumplir con unas buenas maneras de comportamiento en nuestra sociedad. Porque esperar una segunda parte de esta fiesta, no creo que pueda ser muy fácil, dada la aparente intención de que se vaya extendiendo por diversas comunidades.
