Objeto ritual que se remonta a los inicios del cristianismo. De siempre, han sido punto de mira de los amantes del arte, de caprichosos coleccionistas y objeto de compraventa de los anticuarios. Entorno a estos parámetros, se podría comprender que doña Carmen Polo de Franco, que se sabe que era caprichosa coleccionista, tuviera el gusto de acercarse al pueblo segoviano de Frumales y hacerse cargo de una pila bautismal, la cual estaba fuera de servicio en la casa del curato de aquella parroquia.
De la pila, nunca más se supo, hasta ahora que parece ser una de las que adornaban el Pazo de Meirás, hoy día, propiedad del Patrimonio Nacional. Por esas fechas, años sesenta del siglo pasado, sin la presencia de la dama, pero para su disfrute, otra pila bautismal salió de Cuéllar: era la de la antigua parroquia de Santo Tomé, a cuyo traslado asistieron operarios del Ayuntamiento.
Del primer caso, se desconocen los pormenores de ‘venta’ o ‘regalo’. De la pila de Cuéllar se sabe que fue ‘regalo’ del que en esos momentos era su propietario; en ambos casos aparecía,(presuntamente, vox pópuli) la figura de un conocido anticuario de Sanchonuño. En Cuéllar se conocieron otras dos pilas bautismales, la de San Martín y la de Santa Marina, las tres pilas en paradero desconocido, ¿dónde habrán ido a parar?
Juan Carlos Llorente
