A lo largo de las últimas décadas -y cada día que pasa, más-, los oficios se han sumergido en una crisis por falta de relevo generacional que preocupa a todos los agentes sociales, empezando por quienes componen dichos sectores. Ser albañil, camionero, camarero o electricista está lejos de ser una moda debido a las condiciones laborales que rodean a estas profesiones, empezando por los sueldos. O eso se dice, porque hay quienes creen, como Pepe Cañas, un veterano albañil de 62 años que lleva décadas trabajando, que «el mito de los sueldos ha ido desapareciendo» y que, con el paso de los años, estos se han ido adecuando a una realidad distinta a la que se dice.
En una entrevista en RAC1, el albañil ha puesto voz a una problemática generalizada, el descenso del número de trabajadores que se dedican a la construcción, un sector cuya población está envejecida y que no encuentra el relevo deseado debido a la preferencia de las nuevas generaciones por otro tipo de estudios o empleos. Y, sin obviar que hay quien cae en mala praxis, una que afecta a la imagen de todo el gremio, explicó que no todo es tan negativo, que frente a esas decepciones y a la falta de profesionalismo de compañeros que entregan tarde las obras o que las convierten en chapuzas, también hay mucho albañil diligente.
El mito del sueldo del albañil
Hablando en concreto de la presunta precariedad económica que existe en el sector, Pepe Cañas, que lleva más de cuatro décadas trabajando en lo mismo, reconoció que tiempo atrás «las madres no querían que sus hijas se casaran con un albañil, porque era sinónimo de pobreza», algo que hoy en día no es tal, como recordaba en su charla en RA1. «Hoy en día, un albañil es una persona que tiene un buen salario y con una condición económica estable», indicaba. Obviamente, habrá de todo, pero como en cualquier profesión, vino a reflexionar, dejando a un lado esa falsa creencia que inunda y nubla más de una cabeza.
Y es que así es; como en la viña del Señor, hay quienes cobran poco ejerciendo de albañil, en la hostelería o en el camión, si bien cuando se generaliza no se afina: el mal, que existe, está más perpetuado por las condiciones que ofrecen algunas empresas, que tratan de aprovechar este y otros mitos para llevarse a la gente a su terreno, que porque el sector realmente sea así. La prueba, por ejemplo, son los sueldos que podía llegar a cobrar un albañil antes de los estallidos de las últimas crisis, generosos en ocasiones… aunque, a veces, con la contrapartida de que había cobros en negro y, otras, las más, a cambio de jornadas laborales extensas.
La evolución de la profesión
Esto último sigue sucediendo, y es una cuestión que el albañil Pepe Cañas no oculta, si bien él, que se dedica a las reformas, habla de una evolución, por ejemplo, en los materiales, que ha favorecido que el esfuerzo físico no sea tan elevado como hace años en según que intervenciones. Concede, no obstante, que durante sus más de 40 años ejerciendo de albañil ha tenido que lidiar a menudo con las inclemencias del tiempo, otra de las cosas que echan para atrás a los jóvenes, pues cuando una obra está contratada, haga frío o calor, y siempre que existan las circunstancias propicias para llevarla a cabo, ha de hacerse. Que son los más cuantiosos, aunque se dan casos en los que la lluvia, por ejemplo, interviene al aire libre de tal manera que no se pueden acometer ciertas acciones.
