El español Rafa Nadal hizo el partido perfecto, en el lugar perfecto y ante el rival perfecto, para completar una temporada de tierra batida inigualable, al vencer al sueco Robin Soderling en la final de Roland Garros y recuperar el número uno del mundo.
En dos horas y 18 minutos, el balear ganó por quinta vez en París por 6-4, 6-2 y 6-4, y se situó a un solo título de igualar los seis del sueco Borg. Rafa, que acabó llorando, se revolcó antes en la tierra de Philippe Chatrier, como en aquel mayo de 2005, cuando empezó a escribir su historia particular en la capital gala.
Así, sumó su vigésimo noveno título sobre tierra batida, su quinto Roland Garros y su séptimo ‘grande’, ya que también cuenta con el Wimbledon de 2008 y el Abierto de Australia en 2009.
Además, es el segundo tenista más joven de la historia en contar con siete Gran Slam en su impresionante palmarés. En eso también le supera Borg, de momento, el jugador con más títulos en París, seis. El año que viene, Nadal tratará de igualar ese récord.
El público de la central no tuvo más remedio que rendirse a la evidencia. Todos en el palco principal, la reina Doña Sofía, la cantante Beyonce y su marido, el rapero Jay Z, François Fillon, primer ministro de Francia, el actor Jean Paul Belmondo, Jean Todt, presidente de la FIA, y el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, entre otros, disfrutaron con Nadal.
El temido saque de Soderling no fue tanto, porque el manacorí estuvo al resto sublime, e incluso igualó en ‘aces’, siete, con el de Tibro, pero lo que marcó la diferencia fue su solidez con el servicio y su serenidad para abortar las oportunidades que tuvo Soderling para romperle.
Nadal llevó el partido a su terreno, a la lucha desde el fondo, donde Soderling se desquiciaba porque sus bombas no hacían el efecto que tuvo contra los anteriores rivales. El español fue capaz de aguantar hasta 26 intercambios y ganar el punto, de bajar y subir la bola, y de resguardar su revés con su derecha, moviéndose a la perfección de lado a lado.
Por la mañana diluvió, y la pista se tornó más húmeda y lenta, en teoría favorable al robusto brazo del escandinavo, pero éste no supo sacar partido de esa ventaja, o Rafa lo impidió. Soderling asumió que no podía con el mejor en la historia sobre tierra en el segundo juego del segundo set, cuando dispuso de cuatro bolas de rotura. Y allí se vio al mejor Nadal, ese que ahoga a todos sus rivales.
En una de ellas, el mallorquín luchó con imaginación y con sabiduría, neutralizó un remate profundo y tuvo luego la osadía de acudir a rematarlo a la red, donde ganó el punto con una suave volea. El público se volvió loco entonces, porque quizás habían presenciado el punto del torneo.
Ahí, Soderling, el primer hombre capaz de derrotar a dos campeones de Roland Garros seguidos, el séptimo sueco que alcanzaba la final en la Ciudad de la Luz, el que podía haber sido el cuarto de esta nacionalidad en ganar el título en la capital francesa, comprendió que su adversario, más que nunca era indestructible, y se rindió a la evidencia.
El pupilo de Toni Nadal, que a partir de hoy volverá al número del mundo, se tomó la revancha ante su verdugo del pasado año en octavos de final, ganó un cheque por 1.120.000 euros y, lo más importante, tiene asegurada ya su presencia para la Copa Masters de final de temporada que se disputará en Londres.
