«Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te llevará allí» decía Lewis Carroll en Alicia en el País de las Maravillas.
La política en España es una nebulosa guiada por la actualidad, pero sin ningún rumbo claro. Desde el Gobierno se actúa a golpe de titular y de encuesta sin más objetivo que la supervivencia política. Y la oposición se deja arrastrar. Así, a falta de programa y de presupuestos, para aventurar las iniciativas que esgrimirá el Gobierno, es bueno repasar las encuestas. Veamos.
El Instituto DYM (Sept 2025) da una intención de voto a Vox cercano al 16% —y creciendo— mientras que el comunismo de Sumar y Podemos, cae tres puntos rozando la insignificancia. Ya tenemos una pista de por qué desde la izquierda se habla de tendencias fascistas. La política actual no sabe medir el calibre de sus palabras sobre todo porque Vox es el hijo directo y contestatario del movimiento del 15M y de su aplicación programática de extrema izquierda.
La extrema derecha encuentra en los sondeos su caladero de votos. Ahí van. El 66% de los españoles ve demasiada permisividad en la entrada de inmigrantes y el 55% cree que deberían ser repatriados. Seguimos. El 70% de los ciudadanos cree que la quita catalana se hace por motivos políticos, ¿alguien lo duda? Pero, atención, porque de los encuestados el 20% no sabe lo que significa esta condonación de la deuda. Tal vez, ilusos, crean que lo paga otro. Suma y sigue. Encuesta sobre Gaza: los españoles están divididos respecto a las medidas adoptadas contra Israel por la masacre de Gaza. ¡Ojo! Una inmensa mayoría rechaza la brutalidad de un Netanyahu que debería acabar ante la Corte Penal Internacional —ya tiene una orden de arresto desde 2024— pero aquí lo que se pregunta es sobre las medidas del Gobierno que, desde luego, tienen muchas papeletas de costar caro a España. Ojalá que la respuesta del gobierno israelí sea —Pegasus dixit— explicar qué llevaba Delcy en sus maletas o el motivo del cambio de criterio con el Sahara. Es un error vincular al conjunto del pueblo de Israel con los desmanes de su gobierno “likudnik”. Sánchez y Netanyahu tienen una analogía; los dos enarbolan cualquier bandera, también Gaza, para tapar sus vergüenzas políticas y sus cuitas de tribunales.
Volvamos a España. Sánchez es un trilero profesional que sabe desviar la atención de aquello que le afecta mientras que el equipo de Feijóo sigue el ritmo de la música que le marca Moncloa soltando eslóganes y titulares vacíos cuando les arriman un micrófono. Pura erística sin otro fundamento que ganar el relato. Vale. Por cierto, permítanme un paréntesis. He escuchado las últimas declaraciones de Irene Montero y… es una hiperventilada. En fin, serán cosas de ganarse el pan. Los colegios privados son caros.
Regreso. Permítanme una última encuesta también de DYM; el 70% de los ciudadanos cree que la gestión de las catástrofes debería ser estatal. Me parece algo lógico después de ver la vergonzosa pelea política de los últimos meses. Las competencias de las comunidades autónomas y su tira y afloja con el Estado se han convertido en una coartada de la imprevisión cuando no de la ineficacia. Un patio de colegio.
A la luz de estos sondeos y del constante rifirrafe de los partidos mayoritarios —lanzado argumentarios de trinchera por encima del muro que levantó Sánchez y que cimentó Zapatero— la extrema derecha ha encontrado un nicho de crecimiento que, además, se consolida en los jóvenes. Inmigración, separatismo, gestión de emergencias… es el caldo de cultivo de su programa político. Después habrá quien se eche las manos a la cabeza cuando hablen las urnas. Nos quedan muchos meses, tal vez años, de escuchar la palabra fascismo en boca de quien lo ha alimentado con políticas ramplonas.
Gobernar con populismo ideologizado —Vox también lo hace— y conveniencia personal tiene estas consecuencias, pero para Sánchez todo va bien. Vive en su Wonderland particular. ¡Bonito país nos está dejando, señor presidente! Es la foto de Pedro en el País de las Maravillas.
