Una veintena de emisoras de radio de las áreas más conflictivas de Pakistán se han embarcado en un proyecto de formación que busca conquistar audiencias promoviendo la paz en un país donde este medio de comunicación ha sido con frecuencia altavoz impune de extremistas, como el apodado mulá FM.
Periodistas de radios independientes, gubernamentales o universitarias de las áreas tribales fronterizas con Afganistán y de las provincias occidentales de Baluchistán y Pakhtunkhwa empezaron esta semana en Islamabad un taller que, hasta el próximo día 15, tiene la voluntad de mejorar su trabajo en un marco de conflicto.
El proyecto, impulsado por Intermedia, una organización paquistaní para el desarrollo de los medios de comunicación, persigue que los participantes aprendan nuevas perspectivas y destrezas, al tiempo que sean capaces de identificar situaciones de conflicto y crear una plataforma para resolver asuntos comunales.
En Pakistán «contamos con una tradición oral. La radio tiene un gran impacto en el imaginario de la gente», explica uno de los organizadores, Aurangzaib Khan, quien admitió que tanto los talibanes como otros grupos extremistas se han servido de ello para transmitir sus ideas y abogó por contrarrestar esta tendencia.
Según Khan, líderes integristas como el antiguo jefe de los talibanes en el norteño valle de Swat, el clérigo Fazlulá, también conocido como mulá FM por sus arengas radiofónicas, «tuvieron mucho éxito porque no había alternativas». «Hablaba a la gente a través de la religión. La manipulación es fácil a través de la religión y mucho más exitosa con la radio, más aún si no existen alternativas», subraya.
En ocasiones, los lugareños llegaron a hacer donativos como joyas u otros bienes a los insurgentes tras escuchar sus soflamas.
La Autoridad de Regulación de los Medios Electrónicos de Pakistán ha cerrado u ordenado el cierre en los últimos meses de centenares de emisoras ilegales, aunque algunas todavía continúan en funcionamiento.
Con este taller, Intermedia se propone que los asistentes intercambien experiencias y profundicen en el terreno de la ética periodística para hacer frente a los mensajes integristas en las ondas radiofónicas.
«He estado trabajando durante seis años y no he tenido ningún entrenamiento formal en medios. Es la primera vez que participo en un taller como éste y estoy aprendiendo mucho, pues estas oportunidades son escasas para las chicas de mi región», comenta la periodista Fozia, natural de la ciudad noroccidental de Peshawar.
Tras escuchar la teoría, los participantes se dividen en grupos y analizan situaciones concretas con la misión de explorar soluciones aplicables en sus talk-shows (programas de conversación) o noticieros, de manera que puedan acercar a las comunidades de oyentes a un espacio común. La meta es que las lecciones de estos días no caigan en saco roto, pues según explica la productora y reportera Asma Nawar, originaria de las áreas tribales, las cuestiones éticas aprendidas deben ser utilizadas en tres programas de sus emisoras una vez regresen a sus puestos de trabajo. Los participantes coinciden en señalar que el pueblo debe unirse para encontrar soluciones a problemas comunes en Pakistán, un país azotado por numerosas crisis, las más importante de ellas la inseguridad.
«La gente necesita diálogo, no solo debate», defiende Khan, quien argumenta que los numerosos programas de televisión no contribuyen a este fin a pesar de la nueva libertad de expresión adquirida en Pakistán, donde en la última década han nacido decenas de canales. «Las televisiones son más parte del conflicto que de la solución. Están creando más miedo y confusión que claridad en las audiencias», lamentó, al tiempo que abogó por aprobar un código de conducta profesional en los medios audiovisuales.
El taller iniciado esta semana en Islamabad es el segundo de una serie en la que participan 60 emisoras radiofónicas de todo el país y cuya próxima estación será la ciudad oriental de Lahore, en agosto.
Y mientras se llevan a cabo estos esfuerzos en favor de la paz, la jornada de ayer se saldó con el habitual intercambio de muertos entre los talibanes y las fuerzas de seguridad paquistaníes. También en Afganistán, al otros lado de la forontera, se registraron combates y atentados, pese a lo cual, un portavoz de la OTAN, el general Josef Blotz, aseguró que la insurgencia no está fortaleciéndose y que las tropas aliadas están restándole apoyo.«En realidad estamos exprimiéndoles, están preocupados, les estamos quitando el oxígeno», proclamó Boltz. El mes de junio fue el más mortífero para las fuerzas aliadas desde la invasión del país, en 2001, ya que murieron más de un centenar de militares extranjeros. Además, el mando de la ISAF teme un incremento de los ataques durante la campaña de las elecciones parlamentarias, previstas para el 18 de septiembre.
