“La paz es un bien volátil, resulta fácil perderla; y es entonces cuando nos damos cuenta de su importancia”, reflexionó ayer Álvaro Gil Robles. El suyo fue uno de los pensamientos que se vertieron, en relación a la paz, con motivo del anuncio de los premios ‘De Paz para la Paz’, organizados por la Fundación Ana de Paz, una organización sin ánimo de lucro creada para rendir memoria a esta profesora segoviana, fallecida hace dos años, que dedicó su vida a la infancia más necesitada, ya fuera por problemas de salud o por vivir en condiciones deficientes.
Antes de dar a conocer el nombre de los premiados, la Fundación organizó una mesa redonda, moderada por la periodista Paloma Gómez Borrero, quien relató diversas vivencias suyas junto al papa Juan Pablo II, en especial una, de la Jornada Mundial de la Paz, celebrada en Asís, el 27 de octubre de 1986, a la que acudieron representantes de 12 religiones. Gómez Borrero recordó que Juan Pablo II invitó a líderes religiosos de todo el mundo a rezar por la paz, agregando que logró su objetivo, pues Asís se convirtió, por unas horas, en un lugar donde “cada uno rezaba a su Dios pidiendo la paz”. La periodista rememoró que el papa también se dirigió a “los hombres de la guerra”, demandándolos un día de tregua, para que la humanidad pudiera “saborear la paz”. Y aquel día, que calificó de “histórico”, las guerras, todas, pararon.
Más allá de este episodio, Gómez Borrero habló de la paz y de la guerra, en el contexto actual, sosteniendo, de forma taxativa, que “quienes empiezan la guerra no son los soldados sino los políticos”. A renglón seguido, arremetió contra los políticos europeos, a los que acusó de “no tener voluntad” de solventar algunos de los conflictos más graves, como es el de los refugiados. Sobre el rol que ocupa el papa Francisco, sostuvo que “trata de mediar” y “trabaja para que el asunto se vea, con acciones como ir a Lesbos”, pero sin embargo lamentó que “le hacen poco caso”.
Ya en la mesa redonda, el ex Defensor del Pueblo y Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Gil Robles, defendió que “la solidaridad” es la única receta para salir de la situación actual que vive la Unión Europa, denunciando la crisis de valores que vive el continente y ante la cual reclamó “más educación en valores en las escuelas”. Sostuvo, igualmente, que “no hay paz si no somos capaces de perdonar”, agregando a renglón seguido que “igual que es una obligación decir ‘me equivoqué’, la otra parte tiene que poner de su parte para cerrar las heridas”.
El coronel de Infantería retirado Enrique Vega habló de las misiones de paz que realiza España desde 1989, de la “predisposición” de los militares a participar en ellas y del reconocimiento que tienen entre la población, como se demuestra en las encuestas del CIS.
El testimonio más sobrecogedor fue el del hermano de San Juan de Dios José María Viadero, que relató la experiencia de su congregación con el ébola. Indicó que los hermanos de San Juan de Dios dan hospitalidad “a todo el mundo” y en los países más castigados por el virus, acogieron en sus hospitales a “enfermos que no tenían otro sitio a donde ir”. Esa opción llevó a un buen número de misioneros a la tumba. De hecho, Viadero habló de una misión en la que “la comunidad entera murió”. Aseguró que tanto el hermano Miguel como el hermano Manuel, dos de los fallecidos, “no querían venir” a España, pues preferían quedarse con los más necesitados. “Si nos vamos nosotros, ¿quién se va a quedar aquí con esta gente?”, respondían cuando alguien desde España se les animaba a regresar. Para acabar, Viadero defendió el compromiso de “vivir junto al que sufre”.
El psiquiatra José Carlos Mingote intervino para abordar un tema de interés, el de la paz en relación con el estrés. Explicó que el estrés es “una respuesta natural” a una situación en la que un individuo percibe riesgo. Y manifestó que “bien gestionada puede servir de aprendizaje”.
Sobre la paz después de un atentado terrorista disertó el teniente coronel de Artillería Rafael Villalobos. “A mí me quitaron dos piernas, pero no mis ideas”, señaló el militar, quien estimó que, en España, durante un tiempo, las víctimas “fuimos maltratados”. A su juicio, el asesinato de Miguel Ángel Blanco, la creación del movimiento ‘Manos Limpias’ y el atentado del 11-M contribuyeron a cambiar la percepción social sobre el problema. Aludiendo a Arnaldo Otegi, pero sin citarlo, defendió que “no se puede borrar el currículum de nadie”, añadiendo, en referencia a ETA, que “lo primero que tienen que hacer es pedir perdón, algo que no todavía no han hecho, salvo en casos muy puntuales”.
Cerró la mesa redonda el comandante de Artillería Ángel Manuel Borao, integrante de una misión de paz en Malí. Reconoció que, de inicio, los nativos eran “escépticos” sobre la misión, pero finalmente España “dejó el listón muy alto”, en buena medida gracias a que los soldados españoles “tenemos una capacidad de empatizar con el prójimo superior a la de otras naciones”.
