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Partidos de empleados

por Ángel Galindo García
23 de julio de 2023
en Tribuna
ANGEL GALINDO
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Durante la preparación de las elecciones de los políticos que celebramos hoy, los ciudadanos hemos podido observar que, salvo excepciones, la sociedad está montada sobre partidos que aspiran al poder más que por personas que buscar servir. Durante el periodo de mítines y presentación de candidatos hemos observado mucha tensión y competencia laboral: podríamos decir que unos políticos están buscando un puesto de trabajo y otros no perderlo.

En el proyecto de presupuestos para el presente año que se redactaron al final del año pasado, se contemplaba un incremento salarial del 4% para miembros del gobierno y altos cargos. Se justificaba la decisión afirmando que es la misma subida salarial que se contempla para los empleados públicos o estatales para compensar la subida de la inflación, como si sus señorías fueran simples ‘empleados públicos’. La justificación confirma la tesis del profesor Jiménez de Parga, quien hace varios años afirmó que de todas las tipologías posibles de partidos, la que mejor describía la situación de los políticos españoles era la de ‘partidos de empleados’.

De nada valían las clasificaciones clásicas de Weber o Michels quienes sostenían que había partidos de funcionarios, de masas o de élites. En nuestro país se ha instalado un tipo especial de partidos que llamamos ‘de empleados’ porque sus miembros ven ahí una forma de ganarse la vida a lo largo del tiempo. Empiezan en las secciones juveniles o en las llamadas “juventudes o nuevas generaciones de políticos” y hacen carrera hasta que se jubilan como si fueran empleados públicos (hay muchos que viven de la política desde la época de la transición). También es una característica propia de la nueva política porque algunos que entraron en Ciudadanos, VOX, o Podemos parecen tener las mismas aspiraciones.

No estaríamos ante un grave problema nacional si no fuera porque estos empleados le han dado la espalda al talento y el debate de las ideas. Son agrupaciones de gentes interesadas en asumir la cabecera de listas y controlar la organización. No están preocupadas por la excelencia profesional o las fórmulas con las que el conservadurismo, el liberalismo o la socialdemocracia pueden seguir respondiendo a los graves desafíos planteados por la soledad, la violencia, la inmigración desordenada, la alarmante caída de la natalidad, la digitalización, los cambios en las condiciones laborales exigidos por el teletrabajo o la crisis ecológica.

Si fueran empleados con ideas, tuvieran capacidad para atraer talento y estuvieran más atentos a los cambios sociales que al puesto en las listas, quizá nos iría mejor. No vivirían ‘de’, sino ‘para’ la política. Recordemos que en los últimos congresos del PSOE se apeló a una socialdemocracia ya irreconocible. Si nos atenemos a la refundación del PP de 2008 en el histórico congreso de Valencia, allí el tándem Rajoy-Cospedal dejó bien claro que no había necesidad de ser liberales o conservadores. Si estos últimos ganan, tendrán que hacer el duelo de aquel congreso y proponer algo más que reparar las piezas de un país irreconocible y descompuesto, hecho añicos por el sanchismo.

Los aspirantes a formar parte de los partidos han escogido por desgracia la aspiración al poder y no al servicio de la sociedad. Seguimos con el enfrentamiento, producido desde la Ilustración, del poder contra la sociedad cuando el ideal sería servir a la sociedad desde el poder. La única salida para que los políticos no se conviertan en empleados está en fortalecer el tercer sector: voluntariado, asociaciones sociales, grupos vecinales, es decir, una sociedad que se gobierne a si misma desde los barrios y el asociacionismo sin el centralismo de los ayuntamientos. Los sindicatos dejaron el tercer sector para convertirse en grupos amarillos al servicio de los partidos del poder.

A esta intoxicación de la imagen del poder político han contribuido los medios de comunicación social. Estos en vez de informar de lo que estaba ocurriendo y orientar a los ciudadanos sobre la elección de aquellos que no buscan el poder sino el servicio, se han dedicado a apoyar a unos o a otros de acuerdo al origen del pesebre que consumen. Hoy los ciudadanos elegirán a quienes buscan servir a la sociedad y no a quienes pretenden servirse de ella por intereses partidistas.

–––––––
*Profesor emérito

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