La casi absoluta carencia de datos objetivos sobre lo que sucedió durante los últimos minutos del vuelo de Air France que desapareció el pasado lunes en aguas del Atlántico con 228 personas a bordo está convirtiendo la investigación del siniestro en una sucesión de palos de ciego que, por desgracia, no terminará hasta que se rescaten las cajas negras del Airbus, que esperan pacientes a miles de metros de profundidad.
Hasta entonces, mientras se continúan rescatando cadáveres, dos el sábado y tres más ayer, lo cierto es que las autoridades galas no parecen dispuestas a tranquilizar a la opinión pública y ayer arrojaron nuevas sombras al dejar abiertas todas las posibles hipótesis y, entre ellas, la del atentado terrorista.
Así lo declaró el secretario de Estado galo de Transportes, Dominique Bussereau, quien sostuvo que no se puede preferir ni descartar «ninguna hipótesis» como causa de la desaparición del A-330.
«Desintegración en el aire o choque o golpe con la superficie del océano, por el momento no existe ninguna indicación que permita preferir una u otra teoría», aseguró Bussereau.
El responsable gubernamental destacó, no obstante, la importancia que supone para la investigación el hallazgo de los primeros cuerpos de pasajeros y de restos del aparato, porque permitirá hacer acopio de datos valiosos.
Por supuesto, Bussereau dejó bien claro que el verdadero cambio cualitativo solo llegará cuando se hallen las «fundamentales» cajas negras, en las que están grabados todos los parámetros técnicos del avión durante el vuelo, así como las conversaciones en la cabina. «Solo nos quedan tres semanas», agregó el secretario de Estado en referencia a la vida de dichos ingenios, cuya autonomía es de unos 30 días.
Bussereau se refirió además a los problemas en los sensores de velocidad del avión a los que aludió la víspera la Oficina de Investigación y Análisis y que la aerolínea Air France está sustituyendo de forma acelerada en sus aparatos. «Una avería en esos dispositivos no es suficiente para explicar el problema en la desaparición del vuelo AF447», concluyó antes de explicar que esas sondas pueden fallar en condiciones climáticas difíciles o con turbulencias, lo que priva a los pilotos de buenas referencias de velocidad y reduce la vida útil de los aparatos, pero, a priori, no debería suponer un problema insalvable.
Muy lejos de París, los equipos de rescate brasileños recuperaban otros tres cuerpos de víctimas. Así, son ya cinco los cadáveres localizados en la remota zona del Atlántico en que desapareció el avión de los radares.
La víspera, los equipos de rescate sacaron del agua los restos mortales de dos ocupantes, así como diversos restos del avión, que constituyeron la primera prueba palpable del desastre.
El teniente coronel Henry Wilson Munhoz Wender detalló en rueda de prensa que Air France ha confirmado que el número de serie de un asiento recuperado «corresponde ciertamente» a sus aparatos, aunque aún no ha aclarado que sea del avión siniestrado.
No obstante, afirmó que «ya no hay duda de que todo lo que está siendo encontrado es del avión accidentado», ni de que «los cuerpos son de personas que estaban en ese aparato».
En concreto, según detalló el portavoz militar, lo hallado corresponde a «partes de las alas y de la estructura» del avión, «máscaras de oxígeno y otros cientos de objetos».
