El Papa Francisco subrayó ayer que para Dios “el único privilegio es no tener privilegios” y previno contra la tentación de mirar la religión como una institución humana y “ponerse a negociar con Dios buscando el propio interés”. “El único privilegio a los ojos de Dios es no tener privilegios, no tener padrinos, estar abandonado en sus manos —insistió antes del rezo del ángelus dominical en el Vaticano—. La verdadera religión se trata de acoger la religión de un Dios que es padre y que cuida hasta lo más insignificante a los ojos del hombre. En esto consiste el ministerio profético de Jesús”, subrayó el Papa.
El Pontífice interpretó así el pasaje del Evangelio correspondiente a jornada de ayer. Así, hizo hincapié en que el mensaje de Jesús anuncia que “ninguna condición humana puede ser motivo de exclusión del corazón del Padre”, en línea con el mensaje de misericordia que el Papa pretende subrayar durante el año jubilar.
“Dios viene al encuentro de todos los hombres de todos los tiempos y lugares en la situación concreta en que se encuentren”, explicó. “Siempre es Él quien da el primer paso. Viene a visitarnos con su misericordia, a levantarnos del polvo de nuestro pecado, viene a tendernos la mano para hacernos resurgir del abismo en el que nos hace caer nuestro orgullo y nos invita a acoger la consoladora verdad del Evangelio y a caminar por la vía del bien. Pero siempre es él quien viene a a buscarnos y a encontrarnos”, afirmó.
Tras el ángelus, Francisco recordó que ayer se celebró el Día Mundial de los Enfermos de Lepra, una enfermedad que, según señaló, “está en retroceso pero todavía golpea a as personas más pobres y marginadas”. El Papa pidió así “mantener viva la solidaridad” con los “hermanos y hermanas” que padecen esta dolencia y aseguró “el sustento” a los laicos, monjas y sacerdotes que les asisten.
A continuación, después de saludar a los diversos grupos de peregrinos que acudieron a la Plaza de San Pedro para acompañar el Papa durante el rezo del ángelus, el Pontífice cedió el micrófono a dos niños del movimiento Acción Católica en Italia, que acudieron como parte de la comitiva llamada ‘Caravana de la Paz’.
De esta forma, la niña responsable de leer el mensaje en nombre de sus compañeros, agradeció al Papa “la oportunidad de descubrir el significado de la palabra misericordia, tan estrechamente ligada a la paz”. “Queremos la paz con todo el corazón y, por eso, sabemos que no podemos permanecer indiferentes cuando vemos niños como nosotros que viven en la guerra, que afrontan un largo viaje por mar en la esperanza de una vida mejor, o no tienen un techo en la cabeza, o no son libres”, aseguró.
Compartir lo que “da alegría”
El Papa Francisco explicó que la llamada a todos los cristianos a “anunciar el Evangelio” no consiste en “hacer proselitismo” sino en “hacer un regalo” al “compartir lo que le da a uno la alegría”. “Leyendo el Evangelio vemos que esta ha sido la experiencia de los primeros discípulos: después del primer encuentro con Jesús, Andrés fue a decirlo enseguida a su hermano Pedro, y la misma cosa hizo Felipe con Natanael”, recordó el Papa. “Encontrar a Jesús equivale a encontrarse con su amor. Este amor nos transforma y nos hace capaces de transmitir a los demás la fuerza que nos dona”, subrayó.
El Pontífice transmitió este mensaje durante una catequesis con motivo del Año Jubilar de la Misericordia proclamado por la Iglesia. Durante su intervención, hizo hincapié en el mensaje de que todo cristiano es “cristóforo”, es decir, “portador de Cristo” y tiene, por lo tanto, el deber de “tomarse en serio” su condición y adoptar “una actitud de portadores de la alegría de Cristo, de la misericordia de Cristo”.
“La misericordia que recibimos del Padre no nos es dada como una consolación privada, sino nos hace instrumentos para que también los demás puedan recibir el mismo don”, señaló. “Tomemos en serio nuestro ser cristianos, y comprometámonos a vivir como creyentes, porque sólo así el Evangelio puede tocar el corazón”, afirmó.
