Algunos oficios continúan con toda la normalidad que es posible dada la situación y además están haciendo visible la cara más humana del día a día. Fernando Martín es panadero en Cuéllar y continúa madrugando -o trasnochando, según se mire- para que a ningún cuellarano le falte pan estos días. Pero si algo ha cambiado es el trato con la gente, las distancias en las entregas. Acercarse a por el pan como antes ya no es posible, y son muchos los vecinos que han optado por dejar la bolsa fuera, a la antigua usanza, para que sea Fernando quien deposite el pan en ellas. Conscientes de que hay gente que no puede parar para que esto acabe y vuelva la ansiada normalidad, Míriam y su familia quisieron agradecer con un sencillo y emotivo gesto la labor de Fernando. Colocaron en la puerta de su casa, además de una bolsa, una foto de familia y un gran cartel: “Gracias Fernando”. El panadero asegura que acciones como estas animan mucho en un tiempo en que no ver a nadie por la calle y abandonar las rutinas normales “puede desanimar”. Míriam afirma que su familia y ella han querido apoyar con este gesto a los pequeños negocios y a los autónomos, que tanto están dando por los demás estos difíciles días.
Fernando ha notado, como en otros negocios y sectores, la disminución en la venta. Sí que percibe a la gente concienciada en llevarse más pan para evitar salir, sobre todo a los más mayores. Consecuentemente, la venta ha bajado con tantos negocios hosteleros cerrados; en total se hace menos pan. La población está mentalizada y asegura que empezó a hacerlo más cuando los guantes y la mascarilla pasaron a formar parte de su uniforme, aunque debajo de ella hay algo que no puede disimular: se sigue viendo su infinita sonrisa.

