Con una temperatura más baja de que lo para estas fechas es habitual, Fuentepelayo y el Real Sitio de San Ildefonso celebraron ayer una de sus fiestas más tradicionales, la de la Octava del Corpus Christi.
En Fuentepelayo, tras la eucaristía matutina en la iglesia de Santa María la Mayor tuvo lugar la procesión por las calles. Como es habitual, la Custodia salió del templo bajo palio, pasando por un gran arco. A lo largo del recorrido, nueve danzantes (todos ellos, de 13 y 14 años, bailaban por primera vez ante el Santísimo) interpretaron diferentes paloteos —Carlos V, el Arco, la Diana, la Ventana, el Clavito y la Jota—. Entre pieza y pieza, los danzantes cogían sus castañuelas para hacerlas sonar, rítmicamente, mientras iban avanzando, marcha atrás, sin dar nunca la espalda a la Custodia. Tras una parada en la iglesia de El Salvador, la procesión regresó a Santa María la Mayor, donde concluyó la fiesta religiosa, de la que hay constancia documental desde hace cinco siglos. La función se alargó hasta bien entrada la tarde, en que se había programado un concierto musical.
También por la tarde se celebró la Octava del Corpus en el Real Sitio de San Ildefonso. En este caso, llamaba la atención el número de niños y niñas de Primera Comunión que acudieron a la procesión, muy superior al de años precedentes. La procesión, a media tarde, partió de la Colegiata, mientras sonaban sus campanas. Abrían la comitiva los estandartes. Después se situaba el numeroso grupo de niños y niñas de Primera Comunión, con el traje propio de ese día. La banda de pífanos y tambores de la Unidad de Música de la Guardia Real figuraba a continuación, y un grupo de alabarderos, a ambos lados del palio, daba escolta al Santísimo, expuesto en una Custodia realizada por Juan de Arfe.
La comitiva —en la que figuraba el alcalde del Real Sitio, José Luis Vázquez, y el delegado de Patrimonio Nacional, Nilo Fernández— realizó el recorrido circular implantado hace dos años, atravesando el Palacio Real. Frente a la fuente de La Fama se colocó un altar, y otro ante la Cascada Nueva. Al pasar el Santísimo por allí, ambas entraron en funcionamiento. Después, la comitiva presidida por el abad de la Colegiata, Isidoro Mardomingo, entró en el Palacio Real, para pasar por el Patio de Coches y regresar de esta forma a la entrada de la Colegiata. Para acabar los actos estaba programado un concierto a cargo de la Unidad de Música de la Guardia Real en el Patio de Herradura del Palacio Real.
