Nos encontramos frente al paisaje interiorizado sin prejuicios, fuera de conceptos establecidos de antemano y frente a sensibilidades muy diferentes todas ellas entre si», escribe Mesa Esteban Drake en el catálogo de la exposición, como síntesis declarativa de las actividades del curso y línea de unión de todas las variadas obras expuestas. La pintora y académica Esteban Drake reseña que, a diferencia de años atrás en los que también fue directora del curso, en la actualidad se ha logrado un alto nivel de organización y gestión bajo la coordinación del académico Juan Manuel Moreno Yuste, que, a su vez, reconoce el trabajo logístico y de producción de Fernando Herranz Solís, así como la generosa colaboración de otras personas especialistas. Todo para dar razón a Rafael Cantalejo, director de la Academia, al considerar el curso de pintores como «la actividad más importante de la institución en cada año».
Sin olvidar que el curso se realiza íntegramente en el Palacio Quintanar como marco perfecto en el que se integran la convivencia personal y la creatividad artística de manera única, al estilo de las viejas utopías tan clásicas como vanguardistas. A pesar del poco tiempo, la organización permite una entrega absoluta de las/os alumnas/os asistentes y una dedicación creativa casi enfebrecida, apasionada y en todo caso altamente productiva. Esta exposición es buena muestra de ello.
De las muchas vivencias que en el curso se vislumbran, no se trata de sacar conclusiones que meramente respondan a objetivos programáticos previstos, todas las personas implicadas en esta ilusionante tarea mencionan la capacidad de trabajo colectivo, el diálogo creativo fecundo, la convivencia proyectiva lejos de cualquier competencia agresiva, y por supuesto el reto insospechado de superar tópicos sobre el paisaje en la pintura. Para muchas/os becadas/os ha sido la primera vez que se enfrentaban con el paisaje no solo como género artístico sino también como observación, percepción y emoción directa de la realidad. Desde esta experiencia casi original surge una mirada limpia y atrevida más allá de composiciones horizontales al uso, o de colores estereotipados. Vemos ejes verticales, y atrevidos verdes infinitos. Y el paisaje urbano que emerge como contexto imprescindible en los enfoques más jóvenes, que superan los símbolos de otros momentos culturales, del trigo a los interiores, de la imitación a la percepción selectiva, de la representación exterior a la proyección interior, de la insistencia verista a la persistencia emocional. En todos los trabajos hay una prioridad de la idea sobre la figuración, del concepto sobre la mímesis, del proyecto sobre la técnica. Cada proyecto desvela un hecho emocional, que el paisaje es tan complejo como indescifrable, tan plural como imaginario. Cada artista nos muestra con sinceridad su paisaje, su aventura, su impronta. Más que perspectivas, emociones, más que prescripciones, actitudes y valores.
Ponerse delante de la realidad para intentar resolver de nuevo algunos persistentes problemas de todo lenguaje plástico, enfrentarse a una realidad cambiante y esquiva, traducir la realidad tridimensional a una superficie plana, dejarse atrapar por la magia de la luz en colores…viene a ser el reto de resolver el paisaje en pintura, el entorno en concepto, la intuición en grafos, el medio en lenguaje. Encarar el paisaje deviene tanto una cuestión ética como estética, un diálogo con la memoria y con el yo, crecimiento y creación, germinación y atrevimiento.
En el curso se ponen en valor las miradas heredadas y las espontáneas, el ver y el mirar, la herencia y la transgresión. Con una gran riqueza y competencia de técnicas y de recursos que cada alumno y alumna aporta se provoca el conflicto entre lo analógico y lo digital, tan simplonamente resuelto en la actual cultura mediática. Y siempre los pinceles, los pigmentos al óleo, al acrílico, al agua.
Y la variedad de soportes. Y la importancia de las culturas y memorias de origen, la mediterránea, la interior, la andaluza y vasca, gallega e insular. La memoria visual y la memoria censurada. Síntesis entre impresiones y expresiones, abstracción y figuración, representación y proyección, ojo y concepto. La mirada que en libertad se reapropia del paisaje para compartirlo en solidaridad.
¿Dónde va la pintura? Tal vez sea la pregunta silenciosa y tozuda que de tantas formas posibles se ha venido formulando en estos días en el curso de pintores. Imaginario, juego, compromiso, representación, transgresión, memoria, percepción, experiencia, plásticidad, diálogo, como práctica artística y con valiosas improntas sociales y culturales. Más de una vez hemos repetido que el paisaje en el arte es una actitud críticamente ciudadana, la expresión más democrática posible de la experiencia creativa.
A vueltas con el paisaje un curso más, de la mano de la mirada y de los pinceles de los/as alumnos/as del curso de pintores del Palacio Quintanar.
