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Pagola: el sello propio e inconfundible de un bilbaíno enamorado de Segovia

La Ciudad tiene ante sí la opción de homenajear a uno de sus personajes ilustres del siglo XX, gracias a la iniciativa de sus descendientes para nombrarlo Hijo Adoptivo, expediente que el Equipo de Gobierno municipal ha iniciado, pero que la Oposición todavía no apoya

por Paloma Prada Pagola
9 de febrero de 2025
Pagola y su familia.

Pagola y su familia.

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Esta es la historia de un bilbaíno enamorado de Segovia hasta la médula.  Es el relato de un personaje indispensable para entenderla, interpretarla y amarla sin condiciones. Es la narración del autor de un ciclópeo trabajo, inconcluso por una muerte prematura, pero que dejó una imborrable huella, que generaciones posteriores admiran, unas con vivo entusiasmo, otras, con silente curiosidad.

En una época de sombras y de elevada convulsión sociopolítica, este hombre hizo brillar a la ciudad y, aún más, creó escuela. Aunque tanto empeño la costará la vida. Literalmente.

Casi metro noventa de vizcaíno, la figura de Pagola pasea por la plaza Mayor segoviana, con su inseparable txapela, camino del Ayuntamiento. Corren los años veinte del siglo pasado y Silvestre Manuel es el recién nombrado arquitecto municipal, un gélido mes de noviembre, a punto de cumplir los 31.

Simultanea esta labor, durante doce años, con su trabajo en Madrid, donde se colegió como arquitecto tras acabar sus estudios universitarios. Y es que allí, en la capital de España, cuenta con  notables amistades -intelectuales como él: el escultor Adsuara, Miguel de Unamuno, Pérez de Ayala o Alfredo Manquerie, entre otros-, que alimentan su espíritu inquieto y rebelde, ese que se plasmó después en un legado arquitectónico, urbanístico y social único y de gran valor.

En Segovia conoce y llega a tener una gran amistad con la familia Zuloaga, especialmente con Juan, quien llegara a ser concejal de la Ciudad en 1933, en plena II República y de cuya relación personal nos ha llegado una serie de testimonios en forma de cartas (véase libro Silvestre Manuel Pagola, Arquitecto. Miguel Ángel Chaves Martín y Alberto García Gil. Ed. Demarcación de Segovia del Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla y León Este, 1997).

Las misivas plasmadas en dicha publicación, de la que se harán varias referencias en este reportaje, recogen de forma extraordinaria el periplo profesional y personal del arquitecto en la ciudad, donde su adaptación a los intereses de los dirigentes políticos resulta harto complicada. Y es que la inquietud social de Pagola y su espíritu moderno no cuentan siempre con el plácet de los poderes fácticos e institucionales, lo que acaba mermando su salud de manera peligrosa y le hace convalecer en varias ocasiones, sin que por ello abandone su actividad profesional.

Irrefutable muestra de ello son los más de 100 edificios repartidos por la ciudad pero, más aún, el cambio sustancial que su arduo trabajo proporciona a la fisonomía de la urbe, respetando, hasta donde le dejaban, su conjunto histórico y legado arquitectónico y artístico.

 

La familia, su gran obra

Pagola, casado con una segoviana, Margarita Pilar García Monedero, vive en el centro de la ciudad junto a sus cuatro hijos (Pilar, Manuela, Rafael y José Manuel). Allí, son testigos de los momentos más convulsos de la historia política y social del país y, de resultas de ello, Silvestre queda separado de su familia en el verano del 36, durante los tres años de la contienda civil, en los que permanece solo en Segovia.

La vinculación familiar con la ciudad y con la provincia es evidente. Margarita pertenece a una familia de arraigo durante varias generaciones. Por eso, decide quedarse en Segovia cuando su marido, Silvestre Manuel, fallece víctima de un cáncer, con tan solo cincuenta años recién cumplidos y aún al frente del Servicio Municipal de Arquitectura.

En Segovia crecen y desarrollan su vida profesional sus hijos Rafael y Pilar. Ella, reconocida secretaria personal de Alcaldía en el Ayuntamiento, durante casi medio siglo, y recordada por muchos como Pilarita. Mujer al frente del cargo sin importar el alcalde de turno. Él, como reputado ingeniero.

Mientras, Manuela casa con un flamante teniente de la Academia de Artillería y José Manuel, que desarrolla su carrera en la banca, ejercerá la profesión en otras provincias, no sin antes casarse con su novia segoviana de toda la vida y ver nacer allí a alguno de sus hijos.

Es precisamente José Manuel el único hijo vivo de la familia Pagola García quien, con 91 años, espera un acto de justicia de la Ciudad a la figura de su padre, el insigne arquitecto municipal, con el objetivo además de preservar su impresionante legado arquitectónico y social.

“Después del inexplicable derribo de Villa Estrella –que, por cierto, este año 2025, habría celebrado su centenario-, creímos fundamental proteger la obra de nuestro padre, y la figura de Hijo Adoptivo nos pareció la adecuada”, relata con pesar José Manuel, que reside en A Coruña.

Por eso, el Ayuntamiento debía someter a debate plenario el inicio del procedimiento, pero no ha sido posible por la abstención en bloque de la oposición municipal en la Junta de Portavoces celebrada en los últimos días de enero, por lo que la solicitud familiar ni siquiera ha podido ser votada. Ni tan siquiera escuchada en el ámbito público y ciudadano.

 

Movimiento social

A raíz de la inexplicable decisión política de los partidos de la oposición, que ha obligado a guardar en un cajón la propuesta de nombramiento de Hijo Adoptivo, presentada y defendida por el equipo de Gobierno, hasta otro momento más propicio, un movimiento social ha nacido y se expande por toda la ciudad, quizás como revulsivo espontáneo, quizás compartiendo el espíritu rebelde del que fue su arquitecto municipal, más unido al pueblo que a sus dirigentes, y reclama que se materialice ese acto de justicia con el título honorífico.

Se trata, no lo olviden, de una solicitud avalada en el expediente inicial por importantes instituciones corporativas, sociales y culturales: Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla León Este (COACYLE)-Demarcación de Segovia; Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid; Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro; Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, y Asociación de Amigos del Patrimonio de Segovia. A dicha petición se han ido uniendo destacadas personalidades del mundo de la Cultura y de la Arquitectura a título particular, como José Manuel de Riva, presidente de la Fundación Arte, Cultura y Patrimonio, o José Antonio Arranz, expresidente del Colegio de Arquitectos de Segovia y exdirector de Arquitectura y Vivienda de Castilla y León, entre otros.

Ahora, los nietos de Pagola, con su hijo vivo al frente, tienen la esperanza de que la errónea decisión política de los partidos de la oposición se revoque y pueda por fin iniciarse el expediente, después de un camino que comenzó hace más de dos años. De esta justa iniciativa se hicieron eco con interés los medios de comunicación locales

 

 Su legado arquitectónico es único e irrepetible

La labor de Pagola y su huella en Segovia son palpables en cada rincón de la ciudad, hasta fundirse con el paisaje y con la trama urbana. Se cuentan por decenas los edificios emblemáticos que diseñó y concibió, por ejemplo:  la reforma y ampliación de la antigua Clínica Gila, en plena calle San Francisco, y la sede de la Fundación Nicomedes García Gómez –gran amigo personal-. Con Silvestre Manuel, se llevan a cabo los primeros intentos de planeamiento urbano, el abastecimiento de agua potable a las casas, el Plan de Mejoras Urbanas de 1927, los trazados de vías públicas, la construcción de grupos escolares, la limpieza y aseo urbanos, y un sinfín de actuaciones entre las que, por supuesto, destaca una nuevo modelo arquitectónico, singular como pocos. Además de los dos principales ejemplos mencionados líneas arriba, esa impronta de Pagola es claramente visible en calles, entre otras muchísimas, como: Perucho, San Francisco, Teniente Ochoa, Cantarranas, Ezequiel González, José Zorrilla, Serafín, Obispo Quesada-Doctor García Tapia, Independencia, Hilanderas, Cervantes, plaza del Azoguejo y, por supuesto, la desaparecida Villa Estrella o el edificio adosado a la iglesia de San Miguel.

En resumen, no hay rincón ni espacio público en la urbe de Segovia que no cuente con ese sello particular y personal que imprimió el bueno de Pagola en sus 20 años denodado desempeño.

Por todo ello, es considerado uno de los arquitectos más decisivos de su época, gracias a un innovador estilo, basado en el llamado Racionalismo, y que convirtió a Segovia en depositaria de un patrimonio arquitectónico y urbanístico espectacular, único en su género y del que muchos profesionales bebieron después. Hay una frase particularmente reveladora en el prólogo del libro que antes se ha mencionado: “Silvestre Manuel Pagola fue un más que correcto arquitecto de provincias, con un desarrollo profesional poco convencional y posiblemente arriesgado”.

Los adjetivos “poco convencional” y “arriesgado” dicen mucho de su aportación y de sus convicciones. Pero más nos enseñan, sin duda, sus decididas y valientes labores de dotación de agua potable domiciliaria a miles de viviendas que no contaban con este preciado bien; la construcción de viviendas sociales, la ampliación del Cementerio Municipal –donde residen sus restos y los de sus familiares-,  y un larguísimo etcétera.

El arquitecto Pagola constituye una de esas figuras tan –aparentemente- invisible como insustituible; tan entregada a una ciudad como poco entendida; tan prestigiosa como escasamente ponderada; tan generosa como poco reconocida.

En este contexto, resulta importantísimo resaltar el papel modesto, pero firme, de iniciativas como #SosPagola, movimiento que surge con motivo del triste derribo de Villa Estrella. Los creadores de este proyecto eran muy conscientes de las nefastas consecuencias de dejar en el olvido a Pagola y a su legado. El tiempo les dio la razón.

No son pocos los segovianos que, en su niñez o juventud, pasaban por las cercanías de Villa Estrella y expresaban su curiosidad por saber quién vivía allí y lo atractivo que les resultaba imaginar cómo sería residir en ese edificio tan singular.

 

Un libro indispensable para entender el alcance de la obra de Pagola

Ya se ha comentado arriba que existe un libro de referencia indispensable si se quiere abordar en serio el alcance de la obra de Pagola y aprender a respetarla y amarla. Miguel Ángel Chaves y Alberto García aportaron un testimonio único e inigualable, basado en múltiples fuentes, también familiares, que es de recomendadísima lectura. Por eso, para acabar este reportaje, no está de más repasar algunos de sus pasajes claves que permiten entender la grandísima figura de Silvestre Manuel Pagola Birebén:

 “A caballo entre Madrid y Segovia, y como tiene que hacer noche en esta ciudad varios días a la semana, suele hospedarse en una pensión que por entonces existía en la calle San Francisco, propiedad de Josefa García, y donde se alojaban también cadetes de la Academia de Artillería. Allí conoce a Margarita Pilar, sobrina de Josefa, con la que contrae matrimonio en 1928. De este matrimonio nacerán sus cuatro hijos: Pilar, Manoli, Rafael y José Manuel.”

 “Terminada la contienda, vuelve a reunir a todos en Segovia. A finales de 1942, Pagola entra en una larga y grave enfermedad que lo aleja definitivamente de sus actividades profesionales hasta su fallecimiento, el día 24 de abril de 1943. Cuatro días después, la familia recibe por escrito el pésame de la Comisión Municipal Permanente y el 30 de ese mismo mes, el Ayuntamiento le concede a perpetuidad el nicho en el que yace en el Cementerio Municipal de Segovia.”

 “Detalle significativo de la actividad de Pagola (…), es su distanciamiento: sus actividades madrileñas y una peculiar actitud para elegir su entorno vital, pudieron proporcionarle la ‘neutralidad’ y serenidad mental necesarias para proponer una obra informada, culta y libre”.

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