“¡Oyeeee!”. Se escuchaba nada más entrar a la redacción. Esa voz. Alguno temblaba. Era Pablo Pastor (1932-2023). Inconfundible. De planta erguida e impoluta presencia. Siempre con su corbata bien estirada, garbo y galanería. ‘El de los toros’ entraba en el periódico y se paraba el mundo. El centro de atención. Tenía historias para todos; pues todos eran “muy amigos míos”. De ahí, que contará con infinitas invitaciones a bodas.
Su predisposición fue clave para mantener a Segovia como una de las provincias más taurinas a escala nacional. Con tertulias, programas radiofónicos, suplementos o incluso impulsando festejos como el que se dio una vez en La Lastrilla. Su voz sonó en ‘El planeta de los toros’, en Radio Segovia de la Cadena SER, y todos los coloquios habidos y por haber: en La Taurina, en El mesón de Patricia o en el ciclo de la Peña ‘El Espontáneo’; su figura se proyectó en las cámaras de TeleSegovia y La8 con programas propios; y su pluma recorrió durante más de seis décadas las páginas de El Adelantado de Segovia, además de ser corresponsal de agencias como EFE, en donde su carisma y veteranía le permitían ser “el único informador” que llamaba por teléfono en plena era 2.0. para dar los resultados y las reseñas de los festejos y no hacerlo vía online. Cosas de los galones. Otro ‘privilegio’ que añadía con orgullo a una extensa y meritoria trayectoria que ni la jubilación puso fin.

Destacó por organizar más de 300 tertulias en Segovia por donde pasaron todas las figuras del toreo. Paco Camino, Sebastián Palomo Linares, Andrés Hernando, Enrique Ponce, Morante de la Puebla o Julián López ‘El Juli’ fueron algunos de los que toreros de primer nivel que se sometieron a las preguntas, cocido de por medio, del crítico. Acumuló reconocimientos por todos los rincones de la provincia y fuera de ella. Socio de honor de numerosas peñas taurinas, en los últimos años recibió varios homenajes, entre los que sobresalieron el promovido en enero de 2018 por la Federación Provincial de Asociaciones Taurinas de Segovia o el de junio de 2021 en el Teatro ‘Juan Bravo’ donde estuvo acompañado por el actual consejero de Cultura, Gonzalo Santonja, el diestro Andrés Hernando, el diputado Jaime Pérez, el veterinario Francisco Salamanca o Jorge Fajardo en representación de las federaciones taurinas.

Pastor presumía de haber leído varias veces el diccionario entero de arriba a abajo. Y si alguien no se lo creía le decía bromeando y entre un semblante de orgullo: “Que te pego un gancho: que de joven fui boxeador”. Todo un tipo. De ahí, su fluidez en vocabulario y sus alardes en las crónicas. De escribir líneas en reseñas incluso en primera persona a nombrar adjetivos tan clásicos en párrafos como ‘primoroso’, ‘excelso’, ‘antagonista’ o los siempre recordados ‘garapullos’ para referirse a las banderillas.
Tenía una forma de escribir muy particular y personal: con un párrafo inicial desde el despeje de plaza, resumiendo de qué color eran los ternos de los toreros, quién presidía el festejo y cómo de guapas iban las reinas y damas de las fiestas, a la crítica pormenorizada de cada actuante para concluir -en muchas ocasiones- con un comentario personal a modo de opinión o consejo. Tampoco faltaban los halagos a las bandas de música. Desde el callejón no perdía detalle y todo lo apuntaba con su estilográfica a la vez que se hacía un protagonista más de la tarde junto a los toreros. Fiel a su cámara digital y a su cuaderno de notas. Un clásico. Pero ante todo abanderaba a la hora de coger el papel y el boli: “Lo primero para escribir bien -en el ámbito taurino- es saber cómo es el toro”.

Luego, además del boxeo y los toros, también era muy futbolero. Del Atlético de Madrid y con ojo clínico. Su último descubrimiento, hace ya algunos años, por el que lamentaba que el Barcelona no lo hubiera fichado y que se fuera al Real Madrid, fue Marco Asensio. Y es que tenía especial devoción por los jóvenes que “apuntaban maneras”. Lo vio con El Juli de becerrista y con el peruano Andrés Roca Rey: “A los dos les dije que iban a ser figuras del toreo”. No se equivocó: la razón iba con él en el tiempo.
También contaba historietas como la de aquella noche fría de diciembre del 1996 en la que Morante llegó a Segovia para recoger un premio en La Lastrilla y comenzó a nevar y tuvieron que hacer noche en el local jugando partidas de mus y tute; la de la “bochornosa” alternativa de Boceguillas en 1989 en la no pudieron dar muerte a un toro y tuvo que subir el animal solo al camión; o su apoyo a la escuela taurina del cortijo de Los Cortos, ubicado en el término municipal de Duruelo, que dirigía José Luis Marugán ‘Cuchareta’ y por la que pasaron segovianos como Óscar González, Emilio de Frutos o Rafael Ayuso. Tampoco dejaba a un lado su especial relación con otros toreros como Ponce, Juan Mora o Jesús Janeiro ‘Jesulín de Ubrique’ y siempre tenía buenas palabras para su círculo Lope Tablada, Manolo Lozano, Gustavo Postigo, Luis Álvaro, Desiderio Matesanz ‘Pascual’ o Euro Barrios, entre otros. Todos “muy amigos míos”.

En sus últimos dos años ese señor estirado apenas se dejaba ver por la redacción, ni cuando iba para “hacer tiempo que está mi mujer -Ana María Martín- en la peluquería”. De buena mañana se le podía ver en alguna ocasión por el alto de Conde Sepúlveda, ya algo arrugado. Casi un año de su último paso por el periódico y su siempre estelar despedida que decía: “¡Que tengan buena tarde ustedes!”. La última noticia fue que se encontraba en el Hospital. Allí, el martes -27 de junio- le iba a mandar un libro su buen amigo Manolo Lozano para rememorar al menos las tardes de toros por San Pedro en Segovia. Ese día, el jueves 29 de junio, no hubo festejo en la capital segoviana y el mundo taurino perdió a uno de sus referentes. Un libro repleto de historias: la última, que San Pedro se lo llevó el día de San Pedro. De esas personas que lo único que le preocupaba de morirse, era qué se iba a contar de él; pues bien, nadie contará su historia como la contaba él.

