Desde que comenzaron en nuestra provincia los albores de la informática – y con extensión a toda la Península- paralelamente, se inició el descenso de la importancia que durante siglos tuvieron las imprentas. El invento de Gutenberg, que en Segovia llevó al impresor Juan Parix a sacar el primero libro impreso en España, en 1472, precisamente en nuestra ciudad para recoger las actas del Sinodal que se había celebrado en Aguilafuente, provocó un paulatino crecimiento de las artes gráficas, que con el paso de los años fueron mejorando y actualizando sus contenidos. Cuando yo entré en la redacción de este periódico, en 1953, todavía se componían a mano algunos textos, especialmente los titulares del periódico y los anuncios, que completaban los contenidos que ya entonces componían las grandes linotipias que durante muchos años fueron el alma de la impresión de periódicos y revistas. Era una grata y a la vez sorprendente impresión ver a los cajistas manejando el llamado componedor, (según la RAE: “regla de hierro con un borde a lo largo y un tope en uno de los extremos”) donde se colocaban las letras precisas para cada palabra. La habilidad de estos hombres para componer y posteriormente distribuir cada letra en su cajetín correspondiente, sin apenas errores, era de admirar.
Pronto fueron apareciendo las máquinas componedoras, que incluso servían para los titulares, por lo que el oficio de cajista tuvo que ir acomodándose a otras tareas, hasta que llegó el momento de la irrupción total de la informática, que hoy es la que manda en las pocas imprentas que ahora trabajan en Segovia.
Todo este largo preludio me ha venido a la mente por haber leído un interesante informe contenido precisamente en el número 1 de la revista “Estudios Segovianos”, que en 1949 inició la Universidad Popular Segoviana y felizmente sigue su continuadora, la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce. El documentado artículo está firmado por los impresores Carlos Martín Crespo y Cipriano Ferrari Iglesias, quienes escriben que “este modesto trabajo no tiene otro mérito que el de un sencillo anecdotario del desenvolvimiento de la Imprenta en Segovia a partir del año 1880, en que se publicó la obra “Reseña histórica de la Imprenta en Segovia”, escrita por el bibliógrafo don Tomas Baeza y González”.
Seguidamente relacionan las imprentas que funcionaron en Segovia desde el citado 1880, que eran las que, como aportación curiosa en nuestros días, relaciono seguidamente:
La Imprenta de Ondero tuvo poca actividad y cerró a principios de siglo. Imprenta de Rubio fue la más antigua y se cerró en 1910, después de funcionar 130 años, fundada por Antonio Espinosa de los Monteros, grabador de la Casa de la Moneda. Imprenta Santiuste, en la que se inició la impresión de este periódico como diario, que luego adquirió su maquinaria. Imprenta de Segundo Rueda en la calle de Juan Bravo, después Papelería Martín. Imprenta Provincial, creada por la Diputación en 1883 en la antigua Residencia Provincial de niños, que imprimió en 1949 el número 1 de “Estudios Segovianos” del que recojo estas notas. Imprenta de “El Defensor de Segovia”, cerrada muy pronto al dejar de salir la publicación que le dio nombre. Imprenta de la Academia de Artillería, creada en 1896. Imprenta del “Diario de Avisos”, fundada por Gregorio Bernabé Pedrazuela, que subsistió hasta que el periódico se fusionó con “El Adelantado de Segovia”. La Imprenta de “El Adelantado”, creada por Rufino Cano de Rueda. Imprenta de Antonio San Martín, establecida en 1905 en la calle de Juan Bravo. Imprenta de Mauro Lozano, nacida en el mismo domicilio de la anterior, que fue adquirida por Mauro Lozano y a su fallecimiento funcionó como Viuda de Mauro Lozano. Imprenta de Alma Castellana, creada por Ángel Lago y posteriormente adquirida por el Obispado. Imprenta de “La Tierra de Segovia” nacida en 1919, luego adquirida por Carlos Martín quien había fundado otra en la Plaza Mayor. Imprenta Herranz, creada por Germán Herranz en esta misma plaza. Imprenta “La Minerva”, de Juan Pascual Gilarranz, que trabajó entre 1926 y 1934. Imprenta Artes Gráficas, del mismo señor Gilarranz, instalada en 1935. Imprenta Comercial, del mismo Carlos Martín, en la calle de San Francisco. Imprenta del Regimiento de Artillería nº 41, creada en el mismo al término de la guerra civil. Imprenta Hace, de Antonio Cantero. Imprenta Viejo, de Victoria Viejo, en la plaza de la Rubia. Y la Imprenta Gabel, creada en 1945 en la calle Grabador Espinosa por Luis González Abela.
