¡Vaya un guirigay que se ha preparado en nuestra España con esto de las últimas elecciones! Y es que, como los resultados de ellas no daban claros vencedores y sí muchos ganadores y muchos perdedores, esto se ha convertido en eso que suelen llamar “un reino de Taifas”, aquellos que dicen los historiadores que se formaron a raíz del desmembramiento del Califato de Córdoba.
Total, que el panorama político ha dado tal voltereta, que todos los días estamos con que si Fulanito apoya a Menganito y que si Menganito se niega a ayudar a Fulanito. En definitiva, que los que asistimos un poco fuera del tema a este batiburrillo, no sabemos a qué atenernos; lo mejor, desde luego, es esperar a que “salga el sol por Antequera”, o sea, que salgan las cosas como salgan, y a aguantar el chaparrón.
Esto, a nivel nacional y comunitario, pero también a nivel provincial y local no nos desligamos de las incertidumbres, el hoy éstos y mañana los otros…Aún así, hay cosas que no se llegan a entender, y es que un concejal en funciones se lamente de que vaya creciendo el número de coches que circulan por la ciudad. Vamos a ver, si se quiere que se prospere, y que el mercado del automóvil, crezca, pues habrá que seguir comprando coches, de gasolina, de gasoil o eléctricos. Pero eso es inevitable, por lo que será necesario tratar de absorber de alguna forma la realidad y procurar dar soluciones. Que no están, precisamente, en “prohibir” que se compren más automóviles (¡qué dirían los concesionarios de las marcas que los venden!) sino en estudiar la forma de que tengan cabida en la ciudad. Y ahí está ese otro tema, tan relacionado, de la ubicación de aparcamientos disuasorios, de los que se vuelve a hablar cuando ya algunos de los comentaristas los venimos pidiendo desde hace años, pero aquí, eso de pedir (como no sea para simuladas actividades llamadas culturales), no suele tener respuesta positiva. Y es que no todo debe ser aumentar las zonas azules, verdes o rojas…Hay que sabe buscar soluciones con intención de ponerlas en marcha, y no lamentarse de que sigue aumentando el parque automovilístico y pensar que cuanto menos plazas de aparcamiento existan en el recinto amurallado, mejor, manía de los que quieren quitar los vehículos, que es lo más fácil, o con grúa o con multas. Habrá que buscar, repito, soluciones adecuadas, porque lo del ordeno y mando porque yo tengo el poder, vamos a ver si se va dejando a un lado y se trata de colaborar a fondo y con buenos razonamientos y mejores soluciones, aunque no sean fáciles de encontrar, lo comprendo. Pero ahí deben estar “los cerebros” que casi todo lo saben. Y si no, nunca faltarán buenos asesores…Porque no todo lo van a solucionar los gigantescos autobuses urbanos que contribuyen a crear más problemas, a veces, que a solucionarlos. Y lo de los males físicos de los conductores ya lo advertimos algunos hace años, pero como lo mejor es “hacer oídos sordos”…
O sea, problema “gordo” éste de los coches, y problema “de risa” el del cableado, y más cuando nuestros máximos representantes municipales, en funciones, han participado en unas reuniones del Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad en las que se ha visto “la necesidad de una normativa en la que todo el mundo se haga responsable de que los cascos históricos no pueden estar con cables porque hoy en día hay tecnología para evitarlo”. ¡Ah! Hay tecnología para evitarlo pero, ¿y si no hay voluntad de hacerlo, como en nuestra ciudad se está demostrando reiteradamente, aunque estemos haciendo el ridículo ante los miles y miles de turistas que deambulan por las calles que “más lucen” en esta cuestión del cableado a la vista?
Estos comentarios están saliendo sin que todavía se haya resuelto quiénes van a tener la responsabilidad de cuidar la ciudad de ahora en adelante, aunque no parece que haya muchas dudas al respecto. Y si se resuelve, como parece, ¿se seguirá persistiendo “fielmente” en un bien pensado matizado olvido? Claro que como hay que echar mano a eso de que responsables son también los propietarios de algunos de los cables, pues ahí está el tema enrollado de nuevo, pues ni unos ni otros parecen dispuestos a soltar los cuartos para solucionar el caso, aunque hay algo muy claro: Que debe ser el Ayuntamiento el que levante las calles para arreglar sus desastrosos firmes y dar ocasión así al enterramiento de los cables.
