Conservo en mi archivo unas recientes declaraciones a este periódico de la presidenta del Colegio Oficial de Arquitectos, y las conservo precisamente por el realismo que ofrecen, por saber bien ella lo que está pasando en Segovia, que a fondo conoce por haber sido concejala en época aún reciente, y por cuyo motivo, entre otras cosas, decía al asegurar que esta ciudad no cambia: “Cuando una ciudad no cambia, no es que se quede parada, es que va para atrás. Estamos en una ciudad en la que, cada vez que se plantea un proyecto valiente, siempre hay una parte que intenta bloquearlo.” Y es que, afirma seguidamente, “los políticos no arriesgan, el político no quiere “quemarse” en batallas para mejorar la ciudad”.
Bueno, pues aquí está, bien planteado, el problema que se presenta en Segovia al inicio de una nueva legislatura, para la que dicen que se van a poder hacer muchas cosas porque económicamente se dispone de un caudal que puede respaldarlas. Así es que se vayan preparando los vecinos del barrio de Santa Eulalia porque se supone que sus quejas, por el abandono en que se tiene al mismo, pueden ir a quedar solucionadas. Claro que si les invitamos a pensar sobre el caso que desde hace años se viene haciendo al barrio de Las Canonjías, pues los vecinos de Santa Eulalia, o tienen mucha más suerte o tendrán que resignarse de nuevo a las quejas y a la impotente pataleta.
Y es que, insisto en lo que decía la presidenta del Colegio de Arquitectos, la ciudad no cambia y, lo peor, que va hacia atrás. No basta hacer una memoria de lo realizado en meses y en años anteriores –memoria que hay que reconocer que es muy pobre en resultados positivos, aunque sus autores se envanezcan-, sino que lo mejor sería reconocer las intervenciones de todo tipo en pequeña escala, echando remiendos más que atacando a fondo problemas reales, y cuando alguno de estos se atreven a enfrentar, hay que colmarse de paciencia ante la lentitud de su ejecución, que casi siempre encuentra motivo de justificación, aunque el pueblo no llegue a entenderlo.
Vamos, pues, a ser sinceros y a proponernos de verdad ser eficaces para la ciudad. Reconozco que Segovia tiene muchos problemas, muchos más de los que a diario suelen aparecer en los medios de comunicación y de los que yo mismo, en este espacio, detallo con frecuencia. Hay que tomar “el toro por los cuernos”, aunque a algunos no les guste la tauromaquia, pero en estas acciones de trabajo por la ciudad no hay toros que se desangren, y sí deseos de los ciudadanos de ir consiguiendo una Segovia mejor en todos los aspectos. Claro que también debemos reconocernos todos como culpables de muchas cosas y debemos hacer el propósito de aportar todo cuando pueda estar de nuestra parte. Porque me parece que pensar en que esa tasa turística en la que piensa el equipo de gobierno, y que ya ha empezado a molestar y “hacer pupa” en algunos sectores que serían directamente afectados, no llegaría a recaudar dineros suficientes para hacer frente a las muchas necesidades de la ciudad.
Esperamos, pues, que los políticos de toda tendencia se hagan plenamente responsables de la ardua tarea que tienen entre manos. Para ello será imprescindible ir dejando a un lado, cuanto antes, los “dimes y diretes” que entre ellos se producen cuando uno tiene una idea y el otro, con razón o por el hecho de llevar la contraria, no la comparte. Que los que más mando tienen sepan amoldarse a los demás componentes de cada corporación, y que estos “demás” sepan también tener honradez a la hora de ofrecer colaboración y de ponerla en marcha. Vamos, en una palabra, recordando las de la presidenta del Colegio de Arquitectos, que los políticos no tengan miedo a “quemarse” y que sepan enfrentarse a las dificultades con honradez, incluso a las pretensiones del mismo partido al que pertenezcan si consideran en justicia que no son beneficiosas para la ciudad y para la provincia. Ahí está la grandeza del político si quiere ser honrado y trabajar de verdad por Segovia.
