Quién lo diría (exclamación muy usual), pero ya estamos a 15 de enero, es decir, nos hemos “comido” la mitad de la famosa “cuesta”. Y ahora sí que habrá que acudir a eso de ¡cómo pasa el tiempo! Por supuesto, con mayor rapidez que la desarrollada por los trenes que cubren la carrera Madrid-Badajoz, en pleno siglo XXI, cuando otras comunidades disfrutan de la Alta Velocidad, aunque la velocidad de los AVE y similares no llegue todavía a la desarrollada por la sonda New Horizons para alcanzar, como ha hecho hace unos días, a Ultima Thule, el mundo más alejado al que ha conseguido llegar, hasta el momento, una nave. Quizá haya que utilizar su fuerza para reanimar los trenes de Madrid a la querida Extremadura.
Volviendo a “lo nuestro”, he aquí que empezamos una nueva etapa en la ciudad y en la provincia; etapa nueva en lo que concierne a la política, a la cultura, al deporte, a todo lo que pueda representar un bien y un progreso para los segovianos, que por cierto vamos perdiendo habitantes, por lo que habrá que poner un poco de atención al terma y dejarnos de muchas de las zarandajas que, buscando la justificación de hacer algo, se vienen poniendo en marcha. Y habrá que cuidar todo, incluso en recuperar esa quinta posición que hasta este año ha mantenido el Complejo Asistencial de Segovia dentro del índice de Excelencia Hospitalaria de Castilla y León. También en este caso habrá que reflexionar sobre posibles fallos para tratar de “ascender” de nuevo.
En cuanto a temas navideños, mejor será ir olvidando algunas cosillas, como ese incongruente e impresentable objeto que taponó la espléndida fachada de la Casa Consistorial durante los días de celebración, sin que se quede muy atrás la iluminación en general, poco “lucida” y sin signos claros de por qué se ha instalado; gracias a que algunos escaparates, muy poquitos, han sabido mantener la identidad navideña colocando pequeños belenes para que nos sirvieran de recordatorio de las fechas en que estábamos.
Un testigo presencial me dice que uno de los Magos (no revela su nombre), en la noche del pasado día 5, al llegar a la plaza para subir a su carroza, mirando al “objeto” raro junto a la Casa Consistorial, exclamó, echando las manos a su corona: “Pero ¿quién ha tratado de usurparnos al colocar esa caja “fosforecente” sin regalos dentro?”.
Y como seguimos en la Plaza Mayor, hay que destacar la brillante exhibición callejera de venta de prendas de vestir y complemenos, que cada día van ocupando mayor espacio. Este hecho me retrotrae a 1950 cuando, un jueves, tomé un par de fotografías en esta plaza, una de ellas con los arcos del Ayuntamiento, salvo el central, cubiertos con prendas colgadas, que se extendías por otros laterales, al tiempo que el kiosco servía para exhibir manteles y una espléndida colección de puntillas. Parece, por lo tanto, que no hemos cambiado mucho (aunque sí de siglo) desde 1950 a nuestros días en materia de “adorno textil” en nuestra Plaza Mayor. Todo vale para causar buena impresión al turista…que a veces sale escamado.
Por cierto que en el ya centenario Teatro Juan Bravo se inició el 2019 musical con el llamado concierto de Año Nuevo, en versión bastante similar a una clausura de curso en un Conservatorio, que nos hizo recordar las brillantes actuaciones en años anteriores. Y es que los departamentos de Cultura de algunos organismos a todos los niveles, “olvidan” la labor que también la centenaria Sociedad Filarmónica de Segovia viene desarrollando, con muy escasos medios económicos, en cuyo auxilio no acuden con cifras meritorias los que pueden ayudar, mientras que algunas cantidades muy superiores “se escapan” para acontecimientos de poco provecho para los propios segovianos y sí alguno más para foráneos en visitas ocasionales. Cuando lleguemos a convencernos de que hay que ayudar, sí, pero empezando por los de aquí, en la actividad que fuere, la cosa cambiaría. Y en el concierto de Año Nuevo de 2020 hasta podría estar presente una gran orquesta. Pero eso no depende solo de las cuotas de los fieles socios de la entidad filarmónica.
