Recuerdo la frase atribuida a Albert Einstein con la que terminaba el comentario el pasado 27 de noviembre: “Temo el día en el que la tecnología sobrepase nuestra humanidad…” Y al hilo del tema, acabo de escuchar las siguientes palabras del Papa Francisco: “Alrededor de 50 jóvenes se habían reunido aquí para un encuentro sobre el tema de la “bulling” intimidación. Cuando llegué me acerqué para saludarlos, pero pocos me dieron la mano; la mayoría estaban con el teléfono, fotos, fotos, fotos, selfie…He visto que su realidad es que ese es su mundo real, no el contacto humano. Y esto es grave; son jóvenes virtualizados. El mundo de las comunicaciones virtuales es algo bueno, pero cuando se vuelve alienante te hace olvidar darte la mano; saludan con el teléfono móvil casi todos; estaban felices de verme, de contarme cosas…y su autenticidad la expresan de esa manera, te saludan así, con el teléfono móvil. Tenemos que hacer que los jóvenes aterricen en el mundo real, que toquen la realidad sin destruir las cosas buenas que el mundo virtual puede tener, porque son necesarias”.
Esta observación de un hombre tan cercano a los demás como es el actual Pontífice es una fiel respuesta a la realidad, porque es verdad que nos estamos dejando llevar de las “máquinas” y olvidamos el calor de la cercanía, la palabra de tú a tú, simplemente, como él dice, olvidamos darnos la mano para expresar la proximidad entre dos personas. Y todo ello radica en la paulatina pérdida de la educación que se nos ha dado y que no debemos olvidar ni perder en ningún momento, porque la educación, las buenas formas, es una herencia que apuntala el bienestar común de las personas. Y si se pierde o se olvida, el mundo andará de cabeza.
Por eso es tan peligroso el nuevo plan de enseñanza que se nos trata de imponer para la actual y las futuras generaciones (que también sufrirán los estudiantes segovianos); un plan con el que la ministra arremete contra la escuela concertada en “unos ataques por puro fetichismo ideológico. El Gobierno, jaleado por los socios políticos que le sostienen, le ha declarado la guerra a la escuela concertada”, escribe en un editorial un diario madrileño, añadiendo que “al final, por puro sectarismo, se limita el derecho constitucional a poder elegir libremente el tipo de educación escolar”.
“El cadáver de la educación”, ha titulado un comentario César Antonio Molina, escritor, ex director del Instituto Cervantes y “precisamente” ministro socialista en un anterior Gabinete. Recuerda en su escrito que la decadencia de las naciones y de los Estados democráticos comienza con el socavamiento de la educación, y advierte de que la falta de una ley consensuada y estable puede tener graves consecuencias. Y añade: ¿”Una nueva ley de educación cuando las competencias están equivocadamente transferidas? ¿Una nueva ley de educación sin consensuar y exigible en todos los territorios? ¿Una nueva ley que impida la belicosidad entre unas y otras comunidades? ¿Una nueva ley de educación que evite el bochorno de ver en televisión cómo varios presidentes autonómicos desconocen la historia y la geografía no solo de sus regiones sino de todo el país? ¿Una nueva ley de educación para que los jóvenes pronuncien con convicción y dignidad conceptos como libertad, democracia, constitución?. En nombre del principio de un abstracto igualitarismo que no admite distinción alguna entre buenos y malos estudiantes, entre vagos y esforzados, entre atentos y obligados, se establece la inaceptable exigencia de que, después de ser examinados para obtener el título de bachillerato, se les pueda incluso otorgar con una asignatura suspensa. Algo inaceptable”.
En relación con aquel mi anterior comentario sobre el tema, me ha parecido de mucho interés recoger estas tan realistas, actuales y tajantes opiniones de personas tan autorizadas, en este caso, como el Papa Francisco y el ex ministro socialista, muy puestos en la realidad que estamos viviendo y cuyas normas se pretenden, irresponsablemente, herir en profundidad. Ahora, que cada amigo lector determine sus propias opiniones sobre tan actual y delicadísimo tema.
