Los resultados de las elecciones autonómicas del pasado domingo en Galicia y el País Vasco han acabado de hundir al PSOE de Alfredo Pérez Rubalcaba, después de que los socialistas de ambas regiones se desplomaran en las urnas.
Ese desmoronamiento acrecienta la crisis que viven desde hace poco más de un año, cuando José Luis Rodríguez Zapatero abandonó el barco y adelantó los comicios generales, y abre un futuro incierto para su secretario general, solo ocho meses después de ser proclamado líder de la formación.
Tras el batacazo de las elecciones del 20 de noviembre, en las que el Partido Socialista, con Rubalcaba como rival de Mariano Rajoy, cosechó los peores resultados de su historia, el PSOE no solo no ha conseguido levantar cabeza, sino que ha profundizado su herida. Hasta el punto de que el principal partido de la oposición ha dejado de ser una alternativa real de poder.
Los socialistas «están ante una situación muy grave. La peor que ha vivido, seguramente, en 35 años», manifestó ayer el exministro de Justicia con Zapatero y eurodiputado Juan Fernando López Aguilar, apenas 24 horas después de conocerse los resultados en Euskadi y Galicia. «Los españoles no reconocen ya al PSOE como su alternativa».
Rubalcaba, de 61 años, sustituyó hace uno a Zapatero. El exministro del Interior y exvicepresidente del anterior Ejecutivo se presentó a las elecciones generales de noviembre y cosechó el peor resultado registrado por el PSOE.
El partido perdió 4,3 millones de votos, se quedó con solo 110 diputados de los 169 que había conseguido cuatro años atrás, frente a un PP y un Rajoy que lograron 186 escaños en el Congreso de los Diputados, el mejor balance de su historia.
Entonces, la justificación se buscó en la gestión de la crisis del expresidente. Los ciudadanos habían dado la espalda al bloque socialista por los recortes y ajustes que se aplicaron desde La Moncloa, en cuyo Consejo de Ministros se sentaba también el propio Rubalcaba.
Pero ahora hace ya un año que Zapatero se fue. Y hace ocho meses que el cántabro fue elegido secretario general en el congreso que los socialistas celebraron en febrero en Sevilla.
Y en las elecciones del pasado domingo, el PSOE fue el partido más castigado en las urnas. Cayó de media más de 10 puntos en porcentaje de voto en las dos regiones. Y eso, en un momento en el que Mariano Rajoy se encuentra tocado por las encuestas, desgastado por la gestión de la crisis económica, por sus recortes y sus ajustes.
En Galicia, el batacazo fue, además, mayor de lo esperado. De 25 diputados regionales que tenía, el grupo socialista se quedó con 18. Ese desplome estuvo detrás de que el PP ampliara su mayoría absoluta en tres escaños, pese a perder 135.000 votos y un punto de apoyo respecto a los comicios de 2009.
En el País Vasco, la caída fue de 25 asientos en Ajuria Enea a 16. Y la pérdida del Gobierno regional allí deja al PSOE con solo dos Ejecutivos autonómicos de los 17 que hay en España: Andalucía, donde tiene una alizanza con Izquierda Unida tras unas elecciones, el pasado marzo, en las que cayó en votos, pero tras las que consiguió pactar un Gobierno de coalición, y Asturias.
La pregunta ahora es qué hará Rubalcaba, que no tiene tras de sí a un partido en bloque. Aunque su liderazgo no ha sido puesto en cuestión públicamente desde el Congreso de Sevilla, lo cierto es que allí ya quedó patente que el dirigente no cuenta con un respaldo unánime. El exvicepresidente se impuso a la exministra de Defensa Carme Chacón por 22 votos de diferencia: 487 frente a 465.
La dimisión del secretario general socialista ya salió a relucir el mismo domingo por la noche, durante la valoración de los resultados gallegos y vascos en el cuartel general del PSOE en Madrid. La prensa preguntó al número tres de la formación, Óscar López, si Rubalcaba se planteaba dimitir tras la debacle. «Por supuesto que no», fue su respuesta.
Los socialistas afrontan el escenario abierto después de estos últimos comicios «con preocupación y ansiedad», según aseveró ayer la número dos del partido, Elena Valenciano. Pero nadie ha planteado la dimisión de Rubalcaba, aseguró.
Para algunos analistas, sin embargo, que se sopese es solo cuestión de tiempo y apuntan a principios de año como fecha para la apertura de un período de renovación del liderazgo socialista.
