Segovia tiene su propia Aldea Gala. Ortigosa de Pestaño. No está rodeada de legiones romanas, pero defienden su estación de tren con la misma intensidad que los irreductibles galos se oponían a Julio César. Lo que sí tiene es su propia poción mágica, Facebook. Una pequeña cuenta con 200 seguidores que en un año ha conseguido paralizar el derribo de un edificio que consideran parte de su identidad.
Detrás de esa cuenta de Facebook está una asociación con un centenar de miembros. No parecen muchos, pero Ortigosa de Pestaño tiene poco más de 50 habitantes censados. Es, como la mayoría de los pueblos segovianos de ese tamaño, un lugar sin tienda pero con vida los fines de semana y durante las vacaciones que sobrevive gracias a la cercanía con una localidad más grande, en este caso Santa María la Real de Nieva, que está a solo dos kilómetros.
Al frente de esa asociación vecinal ‘La Estación’ están dos hermanas, María y Lourdes Miguelsanz Herranz, que están muy lejos de tener la fuerza de Obélix, pero si la astucia de Astérix, y que han tenido que aprender a marchas forzadas a utilizar las redes sociales y a familiarizarse con hashtags, vídeos y a levantarse cada día con la sorpresa de saber hasta dónde han llegado sus peticiones de ayuda en Internet.
Y han llegado muy lejos. Se hicieron un hueco en la última edición de ARCO, el ministro de Transportes, Óscar Puente, mostró su apoyo a su cruzada a preguntas de los periodistas y alguna televisión nacional ya ha emitido un reportaje con sus aventuras. Un grupo motero se ha puesto en contacto con ellas para realizar una quedada, colectivos de aficionados a las estaciones abandonadas siguen fielmente sus movimientos y los segadores que hace décadas llegaban a Ortigosa para trabajar en la comarca estuvieron recientemente en ella para recordar viejos tiempos. “Hemos conseguido muchas cosas para los medios que tenemos”, dicen entre orgullosas y sobrepasadas por las circunstancias.
Además, amenazan con no parar hasta que encuentren una solución para su estación de tren, que consideran parte de la historia de Ortigosa de Pestaño, una historia ligada a la vida de la línea férrea Segovia-Medina del Campo, que se inauguró el 1 de junio de 1884. Una línea de tráfico local que tuvo sus mejores cifras de pasajeros y mercancías entre 1940 y 1960 y que se electrificó en 1966. A esa época corresponde la construcción de los edificios que la rodean.
En 1993, la línea fue clausurada por su falta de rentabilidad. El último tren pasó por ella el 25 de septiembre. Renfe estimaba entonces que la línea Segovia-Medina del Campo era utilizada por 57 personas al día.
Actualmente su trazado se reparte en la línea de alta velocidad Madrid-Segovia-Valladolid y la vía verde Valle del Eresma, que corresponde con el tramo Segovia-Olmedo y que tiene en Ortigosa una de sus paradas.

Abandono
Con el abandono llegó su declive. Justo después de cerrar fue alquilada por una empresa que se dedicó a secar flores en sus instalaciones durante varios años. Después, la estación no volvió a tener uso. Veinte años de robos, pintadas, deterioro y goteras hasta que en febrero de 2024, precisamente las goteras, derrumbaron un paño de la cubierta y parte de una pared se vino abajo. La estructura no está afectada, pero el deterioro de los muros es evidente desde el exterior y en el interior solo queda lo que por su peso o tamaño no ha podido ser robado.
Justo en ese momento empezó la cruzada de los irreductibles ortigoseños. “Empezamos a decir todos que podíamos hacer algo, que podíamos crear una asociación; y lo hicimos”. Pero no fue hasta unos meses después que la asociación tuvo que dar la cara.
Después del derrumbe de la pared en febrero, el Ayuntamiento declaró en junio el estado de ruina inminente de la estación y pidió a la propiedad, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), que la demoliera a la mayor brevedad posible.
A mediados de septiembre de 2024 las máquinas llegaron a Ortigosa con la intención de cumplir el mandato de la alcaldesa, Milagros Alonso Martín, del PP, que lleva al frente del Ayuntamiento desde 2007 y ahora gobierna con mayoría con dos concejales frente a uno de la oposición del PSOE.
“El 13 de septiembre nos encontramos las máquinas. A media mañana salía con mi perro y las vi desde el alto de un camino. Llamé a mi hermana, nos fuimos allí corriendo y cruzamos los coches delante de ellas”, explica María. Los trabajos no comenzaron ese día. “Llamamos a la alcaldesa, llamamos a la Guardia Civil, llamamos a todo el mundo pidiendo explicaciones de lo que estaba pasando”.
Lo que estaba pasando, según María, es que la alcaldesa tenía un informe en el que los arquitectos de la Diputación de Segovia decían que había que demoler la estación porque había peligro de derrumbe. “Ese mismo informe decía en su último párrafo que tenía valor arquitectónico. Recomendaban el derribo pero reconocían que si se llevaba a cabo la pérdida sería importante y recomendaban la catalogación de lo que quedaba y su protección”, rememora María.
El Ministerio de Cultura también había reconocido, en cierta manera, el valor arquitectónico de la estación. En febrero de 2024, un miembro de la asociación pidió la declaración de bien de interés cultural para el edificio. La petición fue rechazada porque no tenía ningún tipo de protección, pero recomendaba restaurar y conservar. “Supuestamente, la marquesina de hierro que cubre el andén es de un discípulo de Eiffel”, afirma Ana para confirmar el valor que puede tener.
Lo cierto es que el derribo fue suspendido cautelarmente por el Ayuntamiento en vista a un recurso presentado ante el juzgado en el que se aseguraba que la declaración de ruina no se ajustaba a derecho.
En ese momento, septiembre de 2024, también apareció la primera de las cuatro soluciones de futuro que ha tenido la estación. El Centro de Iniciativas Turísticas Campiña Segoviana también pidió la paralización del derribo hasta que pudiera presentar una solicitud de cesión para convertir el edificio en su sede.
Las otras tres ofertas ofrecían una solución más turística para la estación. Convertirla en un museo o centro de interpretación y ofrecer algún tipo de alojamiento. Otra planteaba una solución turística conjunta para tres estaciones: Ortigosa de Pestaño, Yanguas de Eresma y Hontanares de Eresma. Ninguna ha sido aceptada. “Adif ha llegado a decir que la vendía por el módico precio de un euro”, asegura María, que se lamenta de que está ofertas nunca han recibido respuesta alguna de la Administración.
Ahora mismo, según María Miguelsanz, Adif tiene sobre la mesa una oferta de compra. “No de cesión, de compra”. Pero el empresario no recibe respuesta alguna. Plantea un uso museístico y turístico de la estación y la instalación de vagones de tren a modo de habitaciones de hotel.

En el tejado de Adif
María Miguelsanz cree que el futuro de la estación pasa por el turismo. “No estamos en una zona con mucho encanto, pero estamos cerca de las bodegas de Nieva, tenemos las pinturas rupestres de Domingo García…”. O convertir el edificio en una sala de exposiciones o un salón de actos para la comarca o hacer catas. “Las posibilidades son muchas”.
Desde el Ayuntamiento, Milagros Alonso Martín fía a Adif el futuro de la estación. “La estación será lo que decida la propiedad. A nosotros nos parecerá estupenda cualquier opción. Pueden vender, pueden ceder o pueden arreglarla”. Lo que es seguro es que el Ayuntamiento por sus propios medios no puede hacerse cargo de ella. “Se contempló la posibilidad de que la Diputación de Segovia la arreglará y luego nos la cediera. Así podríamos pedir una subvención y hacernos cargo de ellas, pero nuestro presupuesto no da para más”, asegura la alcaldesa, que asegura que la única razón por la que se planteó el derribo del edificio fue la seguridad. “Allí entraba gente a hacerse fotos de bodas o de comunión. De cualquier cosa que pasará en ese caso sería yo la responsable”, concluye.
Mientras la estación encuentra su futuro. La asociación respira con cierta tranquilidad. El derribo del edificio lleva más de un año paralizado, y desde entonces han surgido nuevas razones jurídicas para la esperanza.
Hasta hace poco, el Ayuntamiento y el Seprona defendían que la estación no tenía ningún tipo de protección urbanística. De hecho, el Juzgado de Santamaría dio en septiembre de 2025 luz verde al derribo. Pero eso ha cambiado. “La Junta de Castilla y León ha dotado de normas urbanística a los pueblos que no la tenían, entre ellos Ortigosa. En esa ordenación se recoge una protección, aunque sea leve. Desde junio, la estación tiene el mismo nivel de protección que las pinturas rupestres de Domingo García”, relata María, que no se explica como un juzgado puede obviar una cuestión como esa.
Además, la semana pasada, el futuro de la estación volvió a decidirse en la Audiencia Provincial de Segovia, que en su día ya se mostró favorable a que se estudiara el valor que tiene la estación y que se proteja si se considera necesario.
Y mientras llega la sentencia, la asociación seguirá con su estrategia. “Mareamos la perdiz, -explica Lourdes- que es lo único que podemos hacer”. Cansada de malas caras y respuestas de las administraciones. “Nos han llegado a decir que no somos vecinas de Ortigosa porque no estamos empadronadas allí, pero sí que tenemos casa y pagamos nuestros impuestos”.
“Seguiremos dando la paliza en Internet para que nos lean y que el movimiento no decaiga. Y da resultado”, presume María.
Lista Roja, 30 monumentos segovianos están en riesgo de desaparición
La estación de Ortigosa de Pestaño está en la Lista Roja de Hispania Nostra desde noviembre de 2024. Es uno de los 30 edificios segovianos con interés histórico que, según la asociación defensora del patrimonio, están en riesgo de desaparición. El último edificio que ha entrado en ella es la fábrica de loza La Segoviana o de Los Vargas, de Segovia, que está en ella desde el 23 de octubre de 2025.
La casa de esquileo de Santillana de Revenga, el molino de Gamones en Palazuelos de Eresma, la iglesia de la Virgen de Agejas de Cabañas de Polendos, el órgano barroco de Fuentesaúco de Fuentesáuco de Fuentidueña, la casa Buitrago de Segovia, el convento de la Santísima Trinidad de Cuéllar, el convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz de Sebúlcor o el castillo de Fernán González de Sepúlveda son algunos de los lugares segovianos que aparecen en la Lista Roja.
Solo hay dos formas de salir de la Lista Roja. Si finalmente el edificio termina desapareciendo o perdiendo su valor patrimonial, acabará en la Lista Negra. Si por el contrario el edificio es protegido o puesto en valor pasará a la Lista Verde.
En la Lista Negra no hay ningún monumento segoviano; en la Verde, cuatro. Cinco lugares en los que la Administración ha actuado para salvarlos. El palacio de los Contreras de Laguna de Contreras, la iglesia de San Millán de Sepúlveda, el monasterio de Santa María de la Sierra de Collado Hermoso y la ermita románica de San Miguel de Sacramenia saben lo que es abandonar la zona de peligro y volver a reverdecer su pasado.
