Es frecuente que en las corridas de toros se produzca la división de opiniones: unos llegan a sacar pañuelos blancos y otros muestran su disconformidad con silencio o con algún silbido. Luego, el diestro de turno suele tener alguna disculpa, que debemos respetar, claro está.
No ocurre lo mismo en los campos de fútbol, donde con harta frecuencia la disconformidad, la división de opiniones se traduce en insultos e incluso en agresiones. Y es que, como ya he dicho recientemente, “de todo hay en la viña del Señor”.
Lo necesario, lo imprescindible, es que siempre, en la división de opiniones esté presente el respeto, admitir lo que diga el otro, se esté o no de acuerdo, pero si hay que responder, vaya por delante, repito, el respeto.
Esto me ocurre a mí en este instante, y me refiero a opiniones contradictorias en materia de conservación y mantenimiento de las cualidades artísticas, urbanísticas y humanas en nuestra ciudad.
En atención a su especial monumentalidad, existe abundancia de leyes y disposiciones que tratan de velar por la integridad de las ciudades, y hablo ahora en plural. A la vista tengo la Ley 16/1958, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español y Real Decreto 111/1986, de 10 de enero, y 620/1987, de 10 de abril, de desarrollo parcial de la Ley; Directrices prácticas sobre la aplicación de la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial; la Aprobación definitiva del Plan Especial de Protección Histórico Artística, Paisaje y Reforma Interior del Casco Antiguo Intramuros de Segovia, y otro librito con normas para conservación de Ciudades Histórico-Artísticas editado en 1969 por la Cámara de Comercio e Industria de nuestra provincia, donde más expresamente, en un apéndice, de contienen Normas Específicas para Segovia y su Provincia.
Quiero decir con esta abundancia de leyes y disposiciones sobre conservación de ciudades y sus monumentos, que hay mucha materia para estudiar, analizar y cumplir en este asunto, por lo que también sobre él la diversidad de opiniones puede ser enorme.
Y es que, si lamentamos constantemente la paulatina despoblación del casco antiguo de Segovia, y no se acaba de encontrar remedio para evitarlo, también podríamos considerar favorable que en dicho amurallado recinto se efectuaran exposiciones, ferias y similares actividades para que, al menos durante ciertas etapas del año, el recinto viejo se viera animado, especialmente por la presencia, aparte del turismo ocasional, de las personas residentes en otros barrios de la ciudad pero que suelen acudir al centro cuando en el mismo se producen novedades y actividades atractivas.
He aquí el problema, queremos y no queremos, porque para unos es cosa buena “conservar” pero sin “animación” y para otros “conservar con “animación”. Me parece, pues, que el dilema es muy interesante y repito que, con todo respeto, debemos tratar de asimilar, de estudiar y de buscar POSIBLES SOLUCIONES. Al parecer no fáciles de encontrar porque llevamos años y años sobre el tema, con un gobierno municipal de un color y otro del contrario, con opiniones diferentes también por parte de asociaciones muy entregadas en la defensa de nuestro patrimonio, lo que quiere decir de la ciudad en conjunto, pero, repito, sin llegar a alcanzar resultados que a todos nos agradaría ver.
Si comenzaba este comentario con una alusión taurina, hay que acabar en el mismo sentido: Quiero decir que no tenemos que hacer ese papel que antaño se practicaba en algunas plazas del llamado Don Tancredo, que esperaba sin moverse la salida del toro; eso, no, lo que tenemos que hacer nosotros es, precisamente, “coger el toro por los cuernos” y persistir en el trabajo, con la esperanza de que algún día de algún año, podamos conseguir todo lo bueno que deseamos para Segovia. Y esto con el convencimiento de que no hay nadie negativo, sino que todos buscamos salir adelante sin decir “tú” o “yo”.