El pasado 2 de septiembre, falleció Mikis Teodorakis, un excelente compositor de música clásica, artista, investigador y modernizador de la música tradicional griega, creador panhelénico y universal, como le definió la presidenta de la República Helénica, y ministro sin cartera en el gobierno de Constantinos Mitsotakis en los años sesenta del siglo pasado. Grecia, por el fallecimiento de Teodorakis, guardó tres días de luto nacional con banderas a media asta. Además de músico, fue un luchador contra la Dictadura de los Coroneles y por esta actividad política fue condenado a cárcel y estuvo exiliado en París, que en esos años era la capital del exilio político de las dictaduras del sur de Europa.
El fallecimiento de Teodorakis estuvo presente en buena parte de los medios de comunicación nacionales españoles por ser una gran figura de la música, pero su fallecimiento hubiera pasado desapercibido para la mayoría de la población a no ser porque fue el autor de la música creada en 1964 para la película Zorba el griego.
Segovia seguramente no es una excepción respecto de lo anterior, pero merece la pena recordar que Ismael Peña, segoviano, cantautor, folclorista e investigador de la música medieval española, que nació en 1936 en Torreadrada, pueblo en el que su madre trabajaba de maestra, con los años, se trasladó a Segovia, para estudiar bachiller, más tarde a Madrid para estudiar Filosofía y Letras y en 1960 marchó a vivir y trabajar a París donde conoció a los cantautores franceses, dio sus primeros recitales basados en temas populares castellanos, cancioneros renacentistas españolas y en poetas del siglo XX. En esos años de estancia en París, además de a músicos franceses conoció a otros de distintas nacionalidades, entre ellos a músicos griegos, que allí residían, y concretamente a Mikis Teorodarakis. De él tomó para su repertorio Kaimós, que pertenece al disco Apres le silence del sello discográfico Reviere, año 1966, (La interpretación de Ismael y la letra del poema traducida al castellano se pueden oír y leer en: «www.pedroalvarez.name»).
La música de Kaimós es de Mikis Theodorakis, está basada en melodías tradicionales griegas, y el poema es del poeta, también comprometido políticamente, Dimitris Jristodulu. El conjunto es una bella, suave y nostálgica canción de amor evocadora de la pena, la tristeza, la angustia y la melancolía que produce la separación del ser amado. Todo ello unido a uno de los elementos fundamentales del paisaje griego: el mar.
El resultado de la unión de estos músicos fue espléndido y como dijo Salvador de Madariaga: “En Ismael, lo oído hace desear lo no oído; en él admiro su arte de raíz popular y flor culta”. En el mundo del folclore no hay fronteras y las influencias son múltiples.
Sirvan estas líneas como homenaje a los músicos citados.