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Ochenta nuevas inquietudes de Jesús, un segoviano enamorado de la provincia

por El Adelantado de Segovia
14 de julio de 2024
en Segovia
Jesús Fuentetaja

Jesús Fuentetaja

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Jesús Fuentetaja Sanz, es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (CU Domingo de Soto de Segovia), en donde llegó también a cursar estudios de la especialidad de Geografía e Historia que no llegaría a Completar. Profesionalmente fue funcionario de la Diputación de Segovia, en donde desempeño la Jefatura de sus Servicios Tributarios hasta el momento de su jubilación acontecida en el mes de diciembre de 2017. Es además miembro del Consejo Asesor de Instituto de la Cultura Tradicional Segoviana “Manuel González Herrero”, dependiente de la corporación provincial.
Ha dirigido y publicado varios libros de temática segoviana, como: “Manuel González Herrero IN MEMORIAM” (2009); “Inquietudes Segovianas” (2015); “San Alfonso Rodríguez en El Sotillo. Historia de la construcción de su iglesia” (2017); “La Utopía de Segovia. Estudio histórico y jurídico” (2020); “La Cacera de San Lorenzo. Recorrido histórico, jurídico y administrativo” (2023)

— Nació en Navafría y es un enamorado de Segovia ¿Qué relación tiene con la ciudad?
— Mi nacimiento en Navafría se puede considerar accidental, según me contaron, pues sorprendí allí a mi madre cuando, residiendo ya en Segovia, fueron a pasar las navidades con su familia que aún vivía en este bonito pueblo serrano. Y en el salón de baile que regentaba mi abuela Luciana, abrí los ojos a la vida, a ritmo de panderetas y zambombas en la Nochebuena del año 1954. Es decir, desde la cuna traigo puesta mi enorme afición por la música folclórica.
Y si, es cierto, soy un enamorado de Segovia, pero no solo de la ciudad. Mi cariño se extiende a toda la provincia a la que he intentado servir y serle fiel desde mí puesto de trabajo en la Diputación, durante más de cuarenta años. Por mi despacho de la Jefatura de los Servicios Tributarios, vi pasar a la mayoría de los alcaldes y a un buen número de concejales de los pueblos de Segovia, quienes acudían a la casa común de los segovianos en busca de ayudas y de soluciones para los problemas cotidianos de sus municipios y con quienes me he sentido siempre muy identificado y solidarizado en su lucha constante por la pervivencia de sus poblaciones.
Pero si tengo que responder de donde me viene ese amor por lo segoviano, tendría que hacer mía lo que dejara escrito el ilustre paisano Carlos de Lecea, quien afirmaba que conocer es amar y que para amar a Segovia, previamente había que conocerla. Para ello he bebido principalmente de dos fuentes. La primera fue en el ámbito de la familia de mi padre, especialmente de mi abuelo Eusebio. Allí, oí hablar por primera vez de las reivindicaciones pendientes de la causa segoviana: El expolio de los Reyes Católicos del sexmo de Valdemoro; la expropiación de los pinares de Valsaín, por Carlos III; la división provincial de 1833, que desposeyó a Segovia de sus territorios madrileños, etc. La segunda fuente de información la bebí en la magna obra que dejara escrita Manuel González Herrero, a la que remito para todos aquellos que tengan interés en profundizar sobre lo que fuimos y los motivos que nos impulsan a amar a la tierra en la que somos y no solamente habitamos. A partir de estos dos conocimientos básicos iniciales, he intentado ampliar los mismos con las numerosas obras de otros importantes autores.

— ¿Qué supone este libro para Vd?
— Pues, en primer lugar la satisfacción personal de haber podido colaborar durante todo este tiempo con El Adelantado de Segovia, presente en la historia de esta tierra desde hace más de ciento veinte años, añadiendo mi modesta aportación a la pléyade de autores que han venido dando a conocer sus diversas opiniones en el periódico. A ello, sigue el sosiego por haber podido recopilar y recoger en un solo volumen aquellos artículos que estaban dispersos, a la vez que condenados, dada la naturaleza del medio periodístico en el que han visto la luz, a ser flor de un día para ser relegados al olvido al día siguiente. También el libro ha supuesto un motivo para agradecer a todos aquellos que me han venido insistido en que esta recopilación fuera posible, finalmente prologada por Fernando Ortiz, componente del Nuevo Mester de Juglaría, grupo al que me confieso atávicamente unido por lo que son y por lo que representan. Quiero aprovechar, para agradecer a Fernando las cariñosas palabras que me ha dedicado, seguramente en un acto de caridad por su parte para despertar mi dormida autoestima. Gracias, que lógicamente debo hacer también expresamente extensivas a Teresa Herranz, directora del periódico, por tantas cosas, pero especialmente por los inmerecidos halagos hacia mi persona recogidos en la contraportada del libro.

— ¿Considera que es la continuación natural del anterior con título “Inquietudes segovianas”.
— Sin duda alguna. Estas nuevas Inquietudes arrancan desde donde lo dejaran las primeras. Las anteriores fueron publicadas en el año 2015 y las actuales desde el mes de enero del 2016. En aquella obra inicial, en la que tuvieron a bien participar Joaquín González Herrero y el periodista Carlos Blanco, se explican los motivos que me llevaron a realizar esta primera recopilación, para nada diferentes de los que afloran en esta nueva y que Fernando Ortiz, resume perfectamente cuando afirma, que son Inquietudes, porque siempre se inquieta uno con aquello que ama.

— De los artículos recopilados en este libro ¿cuáles son sus favoritos y por qué?
— Cada uno de ellos es el resultado de un tiempo concreto y de unas determinadas circunstancias, así como del estado de ánimo en el que vinieron a la luz. Téngase en cuenta que en el libro se recogen ochenta artículos publicados, más uno inédito y escoger entre ellos no es tarea fácil, porque cada uno son hijos del momento en que fueron escritos. No obstante, si me viera obligado a escoger alguno, serían aquellos que dejan testimonio de las afrentas que ha sufrido Segovia a lo largo de su historia, pensados con la finalidad que se mantengan presentes en nuestra frágil memoria colectiva.

— Carlos Blanco ya vaticinaba en el epílogo de ‘Inquietudes segovianas’ que aquellas no serían las únicas inquietudes que nos regalaría ¿Le quedan más cavilaciones que plasmar? ¿Veremos una nueva compilación de artículos en un futuro?
— No podría contestar a esa pregunta en estos momentos. Pues eso supondría que iba a seguir escribiendo y publicando artículos en cantidad suficiente para poder elaborar una antología como la que contiene este último libro. El tiempo lo dirá.

— Leer el libro es volver. Volver a los años pasados, a aniversarios, a revisitar la historia ¿Es bueno recordar lo que ha pasado no solo como ejercicio de nostalgia sino también de aprendizaje?
— Desde luego. No quisiera parecer un pedante erudito de los que tanto abundan, porque no atesoro tantos conocimientos para permitírmelo, pero me vienen a la cabeza alguna que otra cita de importantísimos autores, haciendo hincapié de la importancia de no olvidar lo que fuimos. Así por ejemplo, Marc Bloch, uno de los más destacados representantes, junto con Lucien Febvre, de la escuela francesa precursora del estudio de la historia desde una perspectiva económico-social y ejecutado por los nazis en 1944, afirmaba en su ensayo ‘Introducción a la Historia’ del año 1941, que la incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado. Y a nuestro inmortal clásico Miguel de Cervantes, se le atribuye la frase: “La verdad,cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir”. Todos tenemos que aprender de las enseñanzas que contiene el pasado, más allá del sentimiento de nostalgia que a cada uno pueda producirnos el recuerdo de aquello que vivimos con mayor o menor intensidad, que como afirma, una vez más, Fernando Ortiz: aquel al que no nos importaría regresar, precisamente para constatar que todavía existe el porvenir. A pesar de todo, no creo que sea la nostalgia la herramienta adecuada en que pueda fundamentarse el estudio de la Historia, que debe basarse en el análisis de hechos y datos ciertos, verídicos y contrastados, es decir en elementos objetivos alejados de la subjetividad que pude producir este peculiar sentimiento en cada uno de nosotros. Mis artículos de contenido histórico, solo pretenden informar al lector de aquello que pueda resultarle desconocido, y que cada uno obtenga de sus lecturas las conclusiones que considere oportunas.

— “La historia es una prenda de abrigo reversible a la que constantemente estamos dando la vuelta para mostrar a nuestra conveniencia, la parte que más utilidad nos pueda aportar en cada momento” dice en su libro a propósito de Isabel la Católica ¿Pueden sus textos ser leídos con diferentes perspectivas para entender el mundo de hoy?
— Así es, y ello me sirve para reafirmar mi anterior respuesta y advertir sobre la manipulación partidista de la Historia. No hay mucha diferencia entre la utilización de unos hechos históricos con una clara finalidad política, ya sea para reivindicar la figura de la reina Isabel I, o bien para seguir desenterrando muertos de pasadas contiendas que como muy bien decía mi maestro Manuel González Herrero, ya están todos permanentemente reconciliados en la tierra, que ha hecho de todos una sola y eterna cosa, igualmente digna, emocionante y venerable. Ojo, no quiero decir que no se celebren conmemoraciones de hechos históricos, como con las que se nos amenazan en nuestra ciudad para celebrar el 550 aniversario de la coronación de la reina católica; y ni mucho menos que se impida a familiares localizar los restos de sus antepasados. Lo que digo es que no se tensen las flechas del presente y del futuro en la ballesta del pasado, con una clara utilización política de los hechos. Pienso que la memoria de la historia debe estar en mano de los historiadores, mejor que en la de los políticos de uno u otro signo.
Dicho lo anterior, no pretendo pasar de puntillas sobre la cuestión isabelina contenida en la pregunta, ni echar balones fuera, cuando en el libro hay hasta siete artículos dedicados a este, puede que conflictivo tema y que no pienso mover una sola letra de lo ya escrito. Nunca he negado las grandes virtudes que atesora Isabel, que durante su reinado fue artífice del cambio de la era medieval a la moderna, ni la humanitaria gestión impulsada en la colonización del Nuevo Mundo. Mis artículos hay que entenderlos desde un enfoque únicamente local, haciendo hincapié en la conflictiva relación que mantuvo con la Tierra de Segovia y que se ha trasmitido de generación en generación hasta llegar a nuestros días. Por aquí siempre se ha dicho que Segovia dio a Isabel bastante más que lo que esta le devolvió, sin contar lo que nos acabó quitando.

— En todos los artículos se desprende su amor por Segovia y lo traslada al lector en cada frase ¿cree que puede a través de sus textos acercar la ciudad, su tradición y folclore a los que la desconocen?
— Ojalá ello pudiera ser cierto, pero en principio me conformo con que admitan que el contenido de todos ellos son la opiniones personales de alguien que siente a Segovia en el fondo de su alma. Pero no depende de mí que quieran dejarse contagiar por los sentimientos contenidos en aquellos. En el libro hay hasta 14 artículos que tratan sobre nuestras tradiciones y costumbres, creo que suficientemente documentados para quien tenga la curiosidad de acudir a consultarlos.

— Es un trabajo casi de historiador el que hay entre estas páginas ¿Piensa que ha cambiado mucho la ciudad en estos últimos tiempos?
— En principio, y a pesar de todo lo manifestado a lo largo de esta entrevista, quiero dejarle claro al lector que únicamente me considero un historiador vocacional, que no pretende competir con los profesionales, aunque sí que reivindico mi derecho a opinar sobre los mismos hechos que puedan tratar estos, incluso desde enfoques y proyecciones diferentes, y siempre que no se falseen aquellos y razonemos con fundamentos nuestras conclusiones, podemos someternos sin miedo alguno al juicio de los lectores.
Por supuesto que se han producido cambios en Segovia, al fin al cabo las ciudades son elementos vivos que deben reflejar en su configuración urbana la idiosincrasia de quienes las habitan. La duda es si el cambio de la ciudad se corresponde con la evolución de la sociedad segoviana, más notable en esta última que en aquella. Tengo mis dudas, quizá dada la configuración monumental de su casco histórico esté limitado su crecimiento por esta circunstancia, y que ello puede que sea positivo, pero si no avanza de forma paralela a las necesidades de los segovianos, se corre el riesgo de convertir a Segovia en un parque temático, pero sin alma detrás del telón monumental que se ofrece a la contemplación de los cada vez más numerosos turistas que acuden a visitarla.

— La temática de los escritos es muy variada: cultura, política, historia, deporte… ¿Sobre cuál de ellas le gusta más escribir?, ¿tiene en el tintero algún tema que quiera desarrollar más en profundidad como ya hizo en su libro ‘La utopía de Segovia’ abordando el proceso autonómico de la ciudad?
— No tengo preferencia especial por elegir los temas. Estos vienen dados según surge la necesidad de expresarme sobre cualquiera de ellos. Quizá últimamente haya habido una mayor producción de los que encierran alguna crítica política, al fin y al cabo no vivimos con los ojos y con los oídos cerrados y la conflictiva situación política por la que estamos atravesando últimamente, te obliga a bajar a la arena del debate político con mayor frecuencia de la que me gustaría. A este respecto, quiero significarme como un humilde hijo de la transición política que ha traído a este país el periodo más amplio de prosperidad jamás logrado, con la implicación inicial de todos y con el máximo respeto a la pluralidad ideológica y política, pero que exige se respete el marco constitucional que entre todos nos dimos, hasta que se decidiera en su caso, modificar aquel por el procedimiento previsto para ello en la Constitución de 1978 y con la mayoría cualificado que en esta se exige.
Después de mi libro que di por denominar la Utopía de Segovia, porque así resultó finalmente aquel intento de convertir a su provincia en protagonista de su propio destino, dentro del nuevo Estado autonómico que se estaba entonces configurando, afronté el año pasado otro estudio histórico, jurídico y administrativo sobre la Cacera de Regantes de San Lorenzo, incluida como elemento intangible del paraje pintoresco que integra el conjunto de Arbolados y Alamedas de la Ciudad de Segovia, declarado BIC por el Decreto de 11 de abril de 1945 y por lo tanto sometido al régimen de máxima protección previsto en la legislación vigente. Me gustaría aprovechar esta entrevista para recordar que el mantenimiento de esta milenaria acequia está actualmente en manos del Ayuntamiento de Segovia, quien debiera imponer esta protección a la pertinaz persecución de la Confederación Hidrográfica del Duero, que después de un tiempo de calma parece que ha vuelto de nuevo a obviar esta circunstancia, contradiciéndose a sí misma y a las previsiones contenidas en el vigente Plan Hidrológico de la Cuenca del Duero, que prevé la reserva de un determinado caudal que garanticen la preservación de aquellos BIC en los que el agua sea la base de su declaración, como es este el caso.

—¿Tiene ya en mente un próximo libro?, ¿está trabajando en alguna publicación nueva?
— Desde hace unos años tengo aparcado un proyecto para acometer la historia del desaparecido Club Deportivo Acueducto, que nos permitió a un elevado número de jóvenes segovianos practicar el deporte del fútbol en nuestra ciudad, luciendo en las camisetas el emblema de nuestro monumento más representativo y que durante años cumplió con la función nodriza de suministrar jugadores para la Gimnástica Segoviana. Espero completar próximamente la fase de investigación y poder acometer en breve esta nueva publicación.

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