Algunos de mis hijos, siendo niños a principios de los sesenta del pasado siglo, se lo pasaban pipa con las letras de la linotipia de la imprenta de EL ADELANTADO. Me acompañaban cuando tenía que revisar los trabajos que tuviera en curso y MATAMALA, para que no enredaran, les dejaba entretenidos de esta manera.
Mi agradecimiento era, pues, doble, porque además de resolver los problemas que pudieran presentarse, el prolífico regente me resolvía el apaciguamiento de la prole que no era cosa baladí. De todas formas, mis hijos siempre fueron comedidos en todas las visitas, al menos durante un tiempo prudencial.
Aquellos pudieron ser mis primeros encuentros con “el Séneca”, como le llamaban sus compañeros, por los conocimientos que tenía sobre todo cuanto concernía a la imprenta.
Con la impresión de la revista Castilla, informativo de la asociación regionalista Comunidad Castellana, la relación laboral se hizo más intensa, transformándose, incluso, en una excelente amistad por su duración entre finales de los 70 y finales de los noventa.
Realizándose el primer número de esta revista me regaló un “tipómetro” y un “cuenta hilos” que aparecen en la foto que acompaña a estas líneas.

Aun los sigo utilizando con relativa frecuencia- Y no porque tenga la necesidad de medir un cuadratín del cuerpo 12 u otras medidas de las Artes Gráficas, sino porque también contiene centímetros.
Jesús no rehuía la conversación y si nos encontrábamos en la calle la parrafada se prolongaba sin medida. Me hizo numerosas confidencias que he olvidado, tanto por el tiempo transcurrido como por la necesaria discreción. Esto prueba el grado de confianza de que mi amistad era capaz de inspirarle. También le contaba mis cosas.
Su biografía me permite calificarle como un prototipo de segoviano ejemplar. Y como sé que me leía tengo que lamentar también el haber perdido a uno de mis lectores más significativos.
Transmito mi pésame a su familia y a EL ADELANTADO, de cuya plantilla formé parte medio siglo.
