Apenas faltan cinco días para que, si los políticos del país no lo impiden, entre en Estados Unidos el tan temido abismo fiscal, que conlleva una serie de aumentos de impuestos y recortes de gastos que podrían empujar a la mayor economía del mundo a una nueva recesión.
La situación es desesperada en la nación norteamericana. Hasta tal punto que el presidente, Barack Obama, recortó sus vacaciones y volvió ayer a Washington para empezar, de inmediato, los contactos con demócratas y republicanos para llegar a un acuerdo que evite la catástrofe financiera, después del fracaso de las conversaciones de la semana pasada.
En un indicio de avance en el diálogo, el jefe de la Cámara de Representantes, el conservador John Boehner, instó al Senado
-controlado por los progresistas- a actuar, y se mostró dispuesto a estudiar un proyecto propuesto desde allí.
Sin embargo, las posturas de la Casa Blanca y los republicanos aún están muy lejos y las esperanzas de que se apruebe una nueva norma se mudan ahora a la Cámara Alta. Los demócratas son mayoría en esa institución, pero aún así necesitan cierto apoyo de la oposición para intentar hacer pasar un proyecto que busque reducir el déficit con un alza de los impuestos a los más ricos.
Un funcionario de alto rango del Gobierno aseguró que los principales líderes conservadores en el Congreso, Mitch McConnell y Boehner, deberían intensificar sus acciones para evitar que el país caiga en el abismo fiscal. «Depende del líder de la minoría del Senado no bloquear una votación, y depende del jefe republicano de la Cámara permitir una votación», explicó.
Los consumidores estadounidenses podrían haber gastado menos en esta temporada navideña ante el temor de los inminentes incrementos de impuestos. Los informes de débiles ventas minoristas en el período de fiestas de fin de año han añadido presión sobre el futuro acuerdo.
El país se enfrenta también a 109.000 millones de dólares en recortes de gastos generalizados que comenzarán en enero, a menos que se logre un acuerdo para reemplazarlos o retrasarlos.
Para evitar que Estados Unidos incumpla el pago de su deuda si la crisis de presupuesto se sale de control, el Departamento del Tesoro anunció medidas que están esencialmente diseñadas para tener más tiempo, mientras el Congreso resuelve sus diferencias y eleva el límite máximo endeudamiento del país.
El primer paso
Boehner y su equipo en el Congreso aseguraron que «el Senado debe actuar primero», lo que obligaría a los demócratas a basar su propuesta en un proyecto previo, aprobado este año, que contempla mantener las exenciones impositivas para las familias con ingresos mayores a 250.000 dólares anuales (casi 190.000 euros).
Un portavoz progresista en la Cámara Alta emitió la noche del pasado martes un duro comunicado en el que pidió a los conservadores que dejen de obstruir las negociaciones para alcanzar un acuerdo. «El proyecto del Senado podría ser aprobado mañana mismo si los republicanos de la Cámara de Representantes permitieran simplemente que llegue a ser debatido», insistió.
La senadora republicana por Texas Kay Bailey Hutchinson, quien se retira a finales de año, explicó, por su parte, que el límite de los 250.000 dólares en ingresos «es demasiado bajo». Así, agregó que en conversaciones que ha sostenido con algunos homólogos rivales, «dicen que tal rondaría la categoría de 400.000 a 500.000 dólares» podría ser aprobado.
El propio Obama recientemente ofreció elevar el umbral a 400.000 dólares, antes que las negociaciones con el jefe conservador en el Parlamento se estancaran.
Boehner y sus compañeros de partido explicaron en un comunicado que si el Senado envía al Congreso una nueva «legislación sobre el abismo fiscal, la Cámara entonces considerará si acepta los proyectos o los devuelve al Senado con enmiendas adicionales. Pero el Senado debe actuar primero», sentenció.
