El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y la totalidad de su equipo de negociadores ultiman los flecos para garantizar lo que podría ser a partir de hoy el mayor éxito de su legislatura, esto es, la aprobación del nuevo modelo de cobertura sanitaria, que solo será el prolegómeno del gran desafío de su Administración: la implantación de un sistema económico regulado hasta un nivel casi desconocido por la actual generación de norteamericanos, y la culminación de la ideología del Partido Demócrata en los primeros años del siglo XXI.
Obama ha prolongado, hasta cierto punto, los preceptos de la Doctrina Bush en lo que a política internacional se refiere. Pero a nivel doméstico, el primer año de su legislatura ha ido encaminado a lo que sucederá hoy: menos de 16 votos le separan de su primera gran victoria en el Congreso, un sistema sanitario que garantiza, según sus expectativas, una reducción del déficit público a medio-largo plazo y que supone el primer intento en firme para resolver una de las grandes paradojas de la sociedad estadounidense actual: el escaso nivel de atención médica que reciben los ciudadanos en un país que se supone que abandera el estándar de calidad de vida del planeta entero.
A lo largo de los últimos siete días, el mandatario ha resaltado en más de 60 ocasiones la necesidad de desarrollar un nuevo paradigma de Seguridad Social, ya sea ante el gran público o en encuentros cerrados con diferentes representantes y grupos de presión, quienes han decidido que el último escollo a superar sea la legislación antiabortista que se verá, a buen seguro, modificada con la implantación de esta reforma. Es la última carta que les queda por jugar y que es posible que acabe dentro del paquete de añadidos que el bloque republicano ha incluido, vía Senado, a cambio de aceptar de la aprobación de la reforma.
El Congreso estadounidense se reunió ayer a puerta cerrada para decidir en qué términos exactos se aprobará el plan de sanidad Obama. La modificación del Senado será ratificada como parte integrante del debate y no estará sujeta a un voto adicional, garantizando así la rapidez del proceso, una señal de que los republicanos son conscientes de la inevitabilidad de la medida. Reservan, por lo tanto, sus armas para el debate sobre la reforma económica general de Obama, y en la que se castiga a los grandes popes republicanos.
La nueva legislación, que afectaría a todos los estadounidenses, amplía la cobertura médica a más de 32 millones de personas y prohíbe a los aseguradores que nieguen cobertura médica argumentando «planes preexistentes a la reforma».
El coste estimado durante la próxima década es de unos 683.000 millones de euros, pero los ciudadanos se enfrentan, por primera vez, a penalizaciones por no aceptar esta nueva legislación, por lo que tendrán que pagar por cobertura médica. A través de este ingreso adicional, el Gobierno espera reducir el déficit entre 132 y 138.000 millones de dólares en la próxima década, pero a partir de 2019 cree que la reducción se incrementará por encima del billón de dólares.
