La Asamblea General de la ONU comenzó ayer su 65 período de debates, en el que los líderes mundiales pasarán revista a la situación política y económica internacional. Uno de los primeros en hablar, y el más esperado, fue el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien dedicó su discurso a lanzar un apremiante llamamiento a israelíes y palestinos para negociar de buena fe y llegar a un acuerdo de paz.
El demócrata, que claramente apuesta por el éxito de esas negociaciones como una de las grandes prioridades de la política exterior de su país en sus cuatro años de mandato, exigió una extensión de la moratoria sobre la construcción de nuevos asentamientos en Cisjordania, que expira el próximo día 29. Obama recordó que esa moratoria «ha creado una diferencia sobre el terreno y ha mejorado considerablemente la atmósfera en las negociaciones».
Las conversaciones entre ambos pueblos vecinos, que comenzaron en Washington el pasado 2 de septiembre y continuaron la semana pasada en Sharm el Sheij (Egipto) tras una interrupción de dos años, amenazan con volver a bloquearse por ese tema.
En su discurso, el líder norteamericano aseguró que, si «esta vez no dejamos que el terror, o la turbulencia, o los gestos para la galería, o el politiqueo se interpongan», en 2011 «podremos contar con un acuerdo que lleve a un nuevo miembro de la ONU, un Estado palestino en paz con Israel».
«Consideremos la alternativa», comentó el dirigente, que recordó que, si no se logra un acuerdo, «los palestinos nunca conocerán el orgullo y la dignidad que concede el tener un Estado propio y los hebreos nunca tendrán la certidumbre y la seguridad que dan unos vecinos estables comprometidos con la coexistencia», advirtió. «Se vertirá más sangre. Esta Tierra Santa continuará como un símbolo de nuestras diferencias, en vez de nuestra humanidad común», continuó el mandatario.
En su discurso, el líder de la Casa Blanca también se refirió al programa nuclear iraní, contra el que el Consejo de Seguridad impuso nuevas sanciones esta primavera.
El estadounidense mencionó que «la puerta de la diplomacia sigue abierta para Teherán» si acepta cumplir con sus compromisos internacionales y renuncia al enriquecimiento de uranio.
El demócrata, que ha hecho de la economía su gran prioridad doméstica ante el estancamiento del crecimiento y la proximidad de los comicios legislativos del 2 de noviembre, dedicó la primera parte de su discurso a la marcha de la financiera mundial. Obama declaró que «no podemos descansar hasta que las semillas del progreso crezcan y den una prosperidad más amplia, para los estadounidenses y para todo el mundo».
El momento de arrimar el hombro.- Ban Ki Moon alerta en la apertura de la Asamblea de la creciente división de la comunidad internacional y manifiesta que la respuesta a estos problemas está en la ONU.
El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, advirtió ayer de la creciente división y polarización de la comunidad internacional debido a las desigualdades y conflictos y subrayó que la respuesta a esos problemas está en Naciones Unidas.
«En la ONU, encontramos el camino correcto, la causa global común, la responsabilidad mutua para un destino que compartimos», comentó Ban en la apertura de la Asamblea General de la ONU, que se prolongará hasta el 30 de septiembre.
Subrayó que el organismo multilateral es «indispensable» para afrontar los problemas actuales y que el mundo espera de la organización «liderazgo moral y político», pero también pidió que se le reconozca esa posición para afrontar mejor las dificultades.
«Naciones Unidas tiene una legitimidad única para desempeñar un papel central», afirmó el presidente de la Asamblea General y ex presidente de la Confederación Helvética, Joseph Deiss, que alertó así de la posibilidad de que el papel del grupo se vea ensombrecido por el mayor protagonismo de los bloques regionales.
Deiss, que también fue ministro de Economía y Finanzas en Suiza, en donde su ubica el cuartel general de la ONU en Europa, insistió en que «con sus 192 estados miembros, la Asamblea es un órgano casi universal y refleja la diversidad de las situaciones y de los intereses en juego».
Ban señaló también que ante la amenaza de la división, el organismo «sigue siendo la institución global indispensable del siglo XXI», al tiempo que subrayó que es un momento «difícil», de crecientes desigualdades entre las naciones y dentro de ellas. «Éste es el momento de permanecer unidos, de consolidar progresos, de arrimar el hombro y de proporcionar resultados que sean reales para la gente que los necesita», añadió.
