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NUESTROS PAISAJES Y DIFUNTOS

por Santiago Sanz Sanz
10 de noviembre de 2025
en Tribuna
SANTIAGO SANZ
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¿Está maduro Maduro?

ZAPATOS Y BASTONES

¡Valores! ¡Principios! ¡Virtudes!

Hace poco más de 48 horas que he regresado a México. Por aquí, pesar de que ha pasado una semana de las conmemoraciones de “Todos los Santos”, todavía se pueden observar en los hogares algunos “altares de difuntos” y en el paisaje urbano aún se pueden percibir los elementos típicos de las celebraciones.
Independientemente del intrusismo del “Halloween más gringo” y sus vestigios decrépitos colgando de las fachadas de muchos domicilios, en la mayoría de las avenidas y de las zonas ajardinadas se mantienen los llamativos tonos amarillos y los intensos anaranjados del cempasúchil. Se trata de la flor mexicana que va trazando el camino visible y seguro para que no se pierdan aquellos difuntos que en estos días pasados regresaron en espíritu, para acompañar a los seres queridos en su México lindo.

Ya conocen la singularidad de esta tradición. Incluso, también conocerán muchas de las ficciones desarrolladas y difundidas al respecto, a través del cine y de los medios. Un ejercicio evocador que muestra la pasión con la que se celebran estas fechas tan señaladas en el ámbito de la Hispanidad y en especial en México. Una conmemoración que, si bien parte de una raíz cultural común y un fundamento occidental evidentemente cristiano, con los posteriores añadidos ha terminado adquiriendo un carácter de celebración social bastante más extendida que en el otro lado del Atlántico, donde, como todo, también sucede, pero en una escala mucho más reducida. Verán:

En mi pueblo, por ejemplo, el pasado Día de Todos los Santos fue un día de lluvia otoñal de esos que le llegan a dar cierto aspecto “gallego” a muchos rincones de la provincia de Segovia. Sobre todo al tramo de la calle Turupia por el que se llega hasta el cementerio y que durante todo el año suele mantenerse verde y fresco. Un paraje que, como “el cempasúchil” mexicano, también delimita “un itinerario”, aunque en este caso se corresponda con el “último de los recorridos” de nuestros ancestros.

Precisamente, fueron esos días pasados cuando las familias recorrieron ese tramo con el objetivo de “celebrar la vida” de sus respectivos difuntos. En el cementerio, juntos dedicaron parte del tiempo, arreglando los nichos y los enterramientos, para mejorar el aspecto de estos que, lógicamente, un año más, habían sufrido el irreversible deterioro a manos de la intemperie y del paso del tiempo. Durante ese proceso, seguro que surgieron los recuerdos cargados de sentimientos y las conversaciones tampoco estarían exentas de anécdotas compartidas con muchos de los que allí descansan, porque suele suceder que, en esos pequeños cementerios de los pueblos como el nuestro, quienes allí tienen su última morada no nos resultan ajenos.

Para cualquiera de los visitantes, las inscripciones de las lápidas, los nichos y las cruces de enterramiento, independientemente del grado de parentesco, conforman nuestra propia historia humana y, evidentemente, también la historia del pueblo. Un solo recorrido entre las tumbas será suficiente para que afloren en el pensamiento muchos de los momentos de interactuación y de muchas acciones cotidianas llenas de vida, con “ellos” de protagonistas. Ya saben, todos esos recuerdos…

Pensarán que todo esto se podría experimentar en cualquier momento. Evidentemente, sí, pero sucede que es justo en esta época cuando esa parte de Cedillo recupera los verdes intensos que se resisten en alternancia con los tonos amarillentos de los árboles de ribera que, a la vez, conforman las pequeñas alamedas intercaladas entre los nogales y los huertos. Todos esos árboles que, por estas fechas, van mostrando su desnudez al depositar, en parte, su manto de hoja marchita y los restos de su fruto (las nueces de Castilla, como dicen en México) junto a los muros de piedra que delimitan los cercos donde las huertas adormecen esperando la primavera en su estacional barbecho. Una metáfora del ciclo final de la vida y del renacer de los ausentes en cada una de las visitas y con cada uno de los pensamientos.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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